8
Warner / 2016
03/Jun/2016
La fiesta: eso que los jóvenes disfrutan y los viejos añoran. Cada generación ha tenido su soundtrack. Mientras nuestros padres usaban el rock & roll y nuestros hermanos mayores se dedicaban a romperse la cadera en la pista con house y electropop, esta generación prefiere el sonido del rap, sobre todo si lo mezclan con música electrónica y melodías “poperas”. De la mezcla de esos géneros se formó, en 2004, 3OH!3. Desde su fundación, este dúo integrado por Sean Foreman y Nathaniel Motte se ha dedicado a lanzar éxitos y a sonorizar esta película generacional llamada millenial.
Después de tres años de espera, los originarios de Colorado acaban de lanzar su nuevo material discográfico titulado Night Sports. Lo primero que viene a la mente al escuchar un disco con el título “Deportes Nocturnos” es, precisamente, la fiesta y todas sus consecuencias: alcohol, baile, sexo, risas, buenos tiempos. Esto pone la vara muy alto. Si algo sabe hacer esta juventud es “fiestear” hasta morir.
El álbum no decepciona. Como dije al principio, 3OH!3 agregó rap a su ya exitosa mezcla de electrónica y pop, dejando atrás esos tiempos en los que cantaban Katy Perry o Kesha. Desde la primera canción, “Fire In Heavens”, el beat te pone a bailar. Esto se repite en “Hear Me Now”, la cual se mete aún más en el rap e incluso se convierte en una pieza más apegada al trap, pues el ritmo es un poco más lento y pesado. Como si de el fin de una trilogía se tratara, “Mad At You” complementa muy bien a las primeras dos, agregando voces melódicas al combinado.
Hasta aquí todo parece ir bien. Los tres primeros tracks dan a conocer todas las caras del dúo: locura, irreverencia, talento, experimentación. Desgraciadamente, a partir de aquí todo parece igual. Con algunas excepciones como “7-11” o “My Dick” -que según la página allmusic.com, se trata de “una versión porno del ghetto-tech” y creo que no existe otra forma mejor de describirlo-, el resto parecen copias de las primeras tres, como si a medio trabajo se decidiera ya no correr riesgos y clonaran su propia música.
A pesar de todo, la placa cumple su cometido principal ya que no importa si empiezas por la primera melodía o lo pones en aleatorio, el resultado siempre será el mismo: la fiesta. Funciona ya sea en un antro o en el carro con tus amigos, en un after o en una reunión en casa. No importa el momento, si lo que quieres es ponerle música a esa noche épica, 3OH!3 es la opción.
Nota final:
No caería mal que este tipo de bandas y artistas se arriesgaran más y que en lugar de sacar grandes canciones intentaran sacar grandes discos. Quizás así lograrían que los deportes nocturnos sean aún más placenteros.
7
Hyperdub / 2016
03/Jun/2016
La historia detrás del proceso de composición de Oh No podría ser una simple anécdota curiosa, pero en el fondo resume el sonido que terminaría teniendo la segunda producción de estudio de la nativa de Hamilton, Canadá. Jessy Lanza se sentía amenazada por la contaminación que invadía la ciudad, que se llenó de anuncios que alertaban sobre la peligrosidad del radón y sus agentes cancerígenos, por lo que terminó mudándose un tiempo a la casa de Jeremy Greenspan de Junior Boys y rodeándose de plantas tropicales para limpiar el aire a su alrededor. Lamentablemente, ese encierro no solo no limpiaría el ambiente de la casa, sino que viciaría bastante el trabajo que hasta entonces había realizado Lanza.
Estrenando Pull My Hair Back, su álbum debut de 2013, la fórmula de la canadiense tomó por sorpresa a propios y extraños, entregando un pop fresco plagado de influencias que no solían utilizarse en dicho género y que terminó dándole su toque distintivo, todo aderezado con la inocencia y las vocales tímidas de una debutante que aún no ha presentado su mejor carta. Se veía venir una nueva estrella en los escaparates. Continuando con el lanzamiento de los primeros sencillos de la que sería su nueva producción, las infecciosas “It Means I Love You” y “VV Violence”, parecía que todo iba a seguir por la misma línea, pero con más explosividad y un trabajo mucho más encaminado a sacarle el mayor provecho a su particular acercamiento al pop. Sin embargo, nada terminó siendo como se esperaba.
Oh No es un disco sólido de principio a fin. Lamentablemente, en esta ocasión, eso no es algo necesariamente bueno. Desde “New Ogi”, tema que abre, el pop experimental comienza a cautivar al escucha y parece que una caja de sonidos y experiencias nuevas se está abriendo, algo que continúa con el ya conocido corte “VV Violence”. Sin embargo, a partir de ahí todo se estanca, encontrando los puntos más altos precisamente en los dos singles y en la canción que da nombre al álbum, “Oh No”. Hay experimentos bastante interesantes como “I Talk BB”, en los que la suave voz de Jessy juega con la atmósfera y te sumerge en un viaje de ensueño. Sin embargo, más que darle un extra a la placa, la aletarga en su concepción.
Teniendo influencias tan interesantes como Yukihiro Takahashi, uno de los más grandes exponentes del electropop japonés, es obvio que no nos encontraríamos con una pieza de pop común y corriente. Sin embargo, el error está, precisamente, en intentar serlo. O tal vez en no intentarlo demasiado. El cambio de dirección de un trabajo a otro denotaba esa intención, y a fin de cuentas se quedó corto en ambos procesos. El resultado es una mezcla complicada entre una artista pop vanguardista y una superestrella. Tal vez si elige uno de los dos caminos para su siguiente esfuerzo, el resultado sea mejor.
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