93132
Hatebreed – The Concrete Confessional

8

Hatebreed – The Concrete Confessional
Hatebreed – The Concrete Confessional

Nuclear Blast / 2016

Artista(s)

Hatebreed

Del sueño a la pesadilla americana.

En estos días en los que Norteamérica se encuentra dividida e indecisa ante sus próximas elecciones -entre la política armamentista de la vieja escuela o un payaso disfrazado de empresario-, el primer tema del nuevo disco de Hatebreed ofrece una frase para la reflexión: “It's time to rethink this dream you call American”.

Metal y hardcore para comprender que en el país de las barras y las estrellas la inconformidad se hace presente a la par de la indiferencia y la frivolidad que emanan las hermanas Kardashian. Furiosos riffs a beneficio de una de las bandas que, desde sus inicios, tuvo el objetivo de gritar a todo pulmón y hacerse escuchar.

La introducción de “Looking Down The Barrel of Today” hace recordar a Slayer, y su avance define la clara evolución que Hatebreed deja de manifiesto en cada disco, siempre constante bajo la precisa producción de Christopher “Zeuss” Harris, quien ha controlado las consolas en el estudio en toda la discografía, y que en su haber tiene la experiencia de haber trabajado con gigantes como Rob Zombie y poderosos talentos como Suffocation y Bleeding Through.

“Seven Enemies”, “In The Walls” y “Us Against Us” para poner en evidencia la breve pero contundente forma de emitir mensajes musicalizados por las influencias punk y thrash;  “Something’s Off”, el track más largo del disco y afán de figurar en lo comercial con una calmada y perfecta agonía. “Remember When” para entender la dinámica musical de la banda que devanea entre la agresiva voz de Jamey Jasta -quien es capaz de pedirte que te largues de su show si tu comportamiento no es el ideal- y lo melódico de los puentes que enlazan los pasajes rápidos con los desarrollos instrumentales.

“The Apex Within” y sus coros evocando la vieja usanza del punk; “Walking the Knife” y su cadencia death; “Dissonance” para volver al andar furioso y “Serve Your Masters” para hacernos notar la gran diferencia que existe entre cada track. Un material que, en lo general, no aburre pero tampoco impresiona demasiado, y es este tal vez el pie del que cojea Hatebreed: a pesar de ofrecer álbumes notables desde sus inicios nunca llega a ser headliner en los grandes festivales, pero tiene más mérito, talento y dinámica musical que otras bandas que, por su intención meramente comercial, resaltan en los carteles, como Disturbed.