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RCA / 2016
Creo sinceramente que una de las mujeres que mejor podría representar el talento de una generación, nuestra generación, es la cantante y compositora australiana, Sia.
No sólo ha escrito exitosos temas para ella, sino que le ha regalado (o vendido) muchas de sus joyas a otros artistas como Rihanna, Britney Spears y Demi Lovato. Pero eso no es todo. Sia sabe bien cómo elegir a sus aliados, por lo que también ha trabajado con exponentes más "alternativos" como Kanye West o The Weeknd.
En su nueva producción discográfica, This Is Acting, que se compone de canciones que escribió para otros de esos artistas "globales" pero que fueron rechazadas, sucesora de su exitosísima placa 1000 Forms of Fear, Sia nos vuelve a lanzar melodías comerciales con letras inspiradoras y desgarradoras.
Sin embargo, en este disco falta "algo" que no lo vuelve del del todo grandioso. En la música, uno esperaría como fanático o crítico que con cada disco el autor se reinvente sin perder su estilo, su marca, aquello que lo vuelve diferente. En This Is Acting escuchamos a Sia, sí, pero también percibimos el fantasma de su disco pasado.
Es claro que después de estar bajo la sombra de una industria machista, que muchas veces sólo reconoce a los varones que son compositores o cantantes por su talento y a las mujeres las ve como princesas "plásticas" del pop (Katy Perry, Britney Spears), con 1000 Forms of Fear, la australiana rompió récords gracias a temas como "Chandelier" y "Elastic Heart", porque no sonaban al típico cliché de hablar de corazones rotos o de su opuesto, la cursilería total.
En This Is Acting tenemos "Alive", "Broken Glass", "Reaper" (que fue producida por Kanye West) y "Unstoppable", sencillos que publicó antes del lanzamiento completo del disco, y que definitivamente siguen la fórmula de su éxito. Coros repetitivos de frases cortas, la poderosa voz de la australiana alcanzando notas altas gracias a su rango messozoprano, letras de desamor, superación, peligro (como "House On Fire"), entre algunas otras características que ya le conocemos.
Por todo lo antes mencionado, sólo puede notarse que para este disco Sia no sacó lo mejor de sí. No estoy diciendo que sea malo, pero es todo lo que no quería que se quedara enlatado gracias al rechazo de otros artistas o sus disqueras (¿en qué carajo estaban pensando?).
Queda esperar que su octavo álbum renazca como el ave Fénix y nos sorprenda con más del pop bien hecho que sólo ella puede lograr.