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Sicario / 2015
Miami y su playa, gafas a la Top Gun, atuendo de colores chillantes, el cielo anaranjado, la serie de excesos juveniles, la estética de una década en cinco temas de un sonido pastiche que afortunadamente engloba lo mejor de todo el disco y el pop norteamericano de los 80. Youth Attraction es pura emoción, nostalgia y aventura ochentera producida por un chico mexicano que no rebasa los 20 años, Andrés Jaime.
Los diferentes cambios de dirección que toma este descapotable combinado con la aceleración de un pop electrónico, new wave e italo disco, te orilla a un mundo sonoro que, sin ir muy lejos, al mirarlo al horizonte te da la impresión de haber conocido con anterioridad, pero que no es del todo descifrable.
Y es que la influencia que esconde es tan amplia como lo puedas imaginar, no sabemos si ha sido intencional o ha surgido con ese propósito: las cintas Scarface y Drive, esta última tiene una sombra que va más allá de la figura del héroe que cantar en los diferentes temas de este EP, sino por los sintetizadores y las guitarras disueltas similares a Desire, Chromatics y Glass Candy; Tears For Fears, Miami Sound Machine, Berlin, y las agrupaciones de pop furioso de una década que parece no morir.
Pero Wet Baes, con su nombre sensual y cachondo (Chicas húmedas), es más que vibra ochentera, además de estar producido de manera impecable (guitarras, bajos, sintetizadores, baterías, voces cavernosas en contraste con la principal que en ciertos momentos está en un tercer plano o grabaciones telefónicas cinematográficas), posee composiciones sólidas como “All Night” y “Midnight Caller”, dos rolas con momentos mucho más emparentados con las composiciones más recientes. Porque a ratos son lentas, unas baladas suaves, a ratos se ponen muy intensas y aceleran a un clímax que te arrastra a a su intensidad.
Ojalá que esto no sea sólo el hobbie de Andrés paralelo a su banda AFFER y sigamos teniendo más temas como “Girl” o “Goodbye”, unos fragmentos de hace 30 años llenos de pura emoción.
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XO, Republic / 2015
14/Sep/2015
"Los dos sabíamos que no podíamos ir sin ello, ella me dijo: nunca estarás solo", canta The Weeknd en su exitoso sencillo "Can't Feel My Face”. Todo apunta a que es una dedicatoria a la cocaína. En el video, una especie de figura con aspecto terrorífico avienta un encendedor que literalmente prende al cantante y logra contagiar al público con su música. Quizá sea el timbre de voz, quizá el cómo baila o la música, pero es inevitable relacionarlo con Michael Jackson. Es posible que el hype que se le ha hecho a Abel Tesfaye termine por resultar contraproducente, porque las expectativas son muchas, el talento existe, pero aún no podríamos afirmar que sea de tal calibre, y mucho menos podríamos sostener que esté listo para cargar con semejante peso, ser sucesor de El Rey del Pop. Pero hay que ser justos. The Weeknd existe por sí solo, aunque sea inevitable ver en sus canciones una influencia de Michael Jackson.
Su nuevo álbum está construido combinando ritmos, géneros y conceptos, de tal suerte que termina siendo una mezcla que puede atrapar a todos los públicos: hip-hop, pop, R&B y baladas pop llenas de historias retorcidas como abusos sexuales, drogas y prostitutas. Oscuridad y dramatismo en el canadiense. No es un álbum sólido, por el contrario, está segmentado para alcanzar diferentes momentos de lo que resta del año. Va y viene en intensidad.
La corriente principal de música ahora mismo es del hip hop y el R&B. El mundo es de los negros. Pero aún The Weeknd no merece ese trofeo. Al menos no con su "Belleza detrás de la locura" (Beauty Behind the Madness), (un título, por cierto, poco pretencioso)... porque si bien la primera mitad funciona muy bien con su producción pulida, con los coros, con las voces distorsionadas, agudas y cavernosas que sale de temas como "Often", o los riffs climáticos en "Tell your friends”, hacia el final del álbum alguien decidió que sería buena idea que hiciera dueto con Ed Sheeran, un fracaso total. Tema forzado como el del Lana del Rey. The Weeknd muestra su verdadera intención con este álbum.
La industria quiere exprimirnos el cerebro. Quiere que compremos todo y The Weeknd es su nuevo bebé: la estrella pop con un poco más de intención, surgido de la oscuridad y convertido ya en marca. Adiós al The Weeknd autónomo de la irregular Trilogy.
A Tesfaye le han ganado más las ganas de ser una estrella que la búsqueda de ser alguien con una trayectoria más sólida. Eso es Beauty Behind de Madness. Sigue siendo "El Caballero de la Noche", como lo ha llamado Pitchfork, pero un caballero que busca ser visto y reconocido, ya no el héroe anónimo. Aun así, hay canciones que conservan el balance perfecto entre ambas corrientes (el anonimato y la fama), como "Losers", "Often", el hitazo "The Hills", "Acquainted", "Can't my Feel Face", "In The Night" y la grandielocuente "Angel". Lo demás es la marca que nos quieren vender, muy lejana del The Weeknd de "KissLand", en donde homenajeaba a Portishead. Esta vez el Caballero de la Oscuridad dejó ver su rostro y ha desaparecido parte del misterio y el encanto.
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