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Si vieron la primera parte de Maze Runner seguramente saben qué pasó con los personajes que regresan en Prueba de Fuego, pero si no la vieron sólo tienen que saber que estaban encerrados en un laberinto como parte de un experimento debido a que son inmunes a una enfermedad conocida como "La Llamarada", que amenaza con terminar con la humanidad en medio de un futuro distópico.
Después de conseguir su libertad, los personajes llegan a un supuesto refugio que más bien resulta ser una especie de fortaleza en la que vuelven a ser víctimas de los mismos enemigos, así que escapan e intentan sobrevivir en el desierto, soportando las inclemencias de su clima extremo y cuidándose tanto de los contagiados de "La Llamarada", como de las personas con las que se van encontrado, ya que es difícil saber quiénes los ayudarán y quiénes representan una amenaza más.
Mientras se realiza un largo y complicado viaje para buscar a un grupo de resistencia, el protagonista, Thomas, va recordando más cosas acerca de su pasado y poco a poco se van conectando diversos puntos de la historia para darle más sentido a lo que está sucediendo. La cinta intenta ser el enlace entre la primera y la tercera parte de la trilogía, pero tiene algunas fallas en el proceso.
Maze Runner: Prueba de Fuego, tiene un poco de todo, incluyendo acción, suspenso, drama, terror psicológico, amistad, romance juvenil y más; esto en realidad no le ayuda, ya que por momentos no acaba de definirse e incluso llega a sentirse tediosa debido a que dura demasiado. Bien se pudieron quitar algunas escenas del corte final para ayudar a que el filme fluyera mejor.
La secuela no es mala, pero tampoco es lo que muchos esperaban ver después de que la anterior fuera una agradable sorpresa, puso haber sido mejor y se queda en un “está cumplidora y ya”. Lo que sí es cierto, es que parece que la conclusión mejorará.