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Parlophone / Warner Music México / 2015
Política y música. El fin de la historia de Francis Fukuyama, esa aventurera idea de que el choque cultural e histórico había concluido no sólo fue errónea, sino que no advertía lo turbo-moderno, lo digital y cómo paradójicamente el mundo iba a perder horizontes y fronteras introduciendo nano-chips en nuestro cuerpo que nos conectan a cualquier lugar en cuestión de segundos en The Magic Whip.
No somos ya alienados por el gobierno, sino por la tecnología, como lo ironiza la serie británica Black Mirror. No son ya los años del partido laborista en Inglaterra. No son ni siquiera los años de Inglaterra. Es Alemania quien controla el mundo moviendo el euro a su favor. Y el brit-pop no es lo que era o lo que alguna vez fue. ¿Por qué entonces si esto no es lo que era tenemos un nuevo álbum de Blur doce años después de su último lanzamiento? Como afirma el italiano Roberto Saviano, la memoria nos juega malas pasadas en recuerdos de épocas que consideramos mejores. Por eso el mundo hizo una pausa el día en que se anunció The Magic Whip. Damon Albarn, Graham Coxon, Alex James y Dave Rowntree alguna vez fueron muy relevantes. ¿Doce años después lo siguen siendo?
Antes de buscar respuestas sentémonos a contemplar el estado actual de las cosas, la trayectoria de Albarn lo ha puesto como una cabeza sensible, un pilar de proyectos interesantes y exitosos, como el victorioso de la batalla absurda entre Blur y Oasis, en donde estos ya no figuran ni como colectivo ni en lo individual. Lo cual nos lleva a una posible solución, The Magic Whip suena mejor cuando Blur no es Blur, sino cuando es Damon Albarn, cuando imaginamos la posibilidad de que haya sido éste quien guiara el proceso de composición, elaboración y fabricación de los doce temas, cuando premia el mood lento, íntimo, dramático provocado por piezas como “Thought I Was a Spaceman”, “My Terracota Heart”, o la sublime "There Are Too Many Of Us". Vaya pieza, con sus trompetas gloriosas y la batería como banda de guerra y una voz que parece salida de un altavoz. Potente y épica, su letra reflexiva y crítica con esta sociedad impulsada por el brillo de los monitores, por la abundancia de todo, por la avaricia que está jodiendo todo. Esto no es Blur, es Albarn a juzgar por la trayectoria de éste.
Hay momentos del viejo Blur que logran provocar pulsos en la carne adormecida por el tiempo como “Go Out" y la guitarra raposa, en otros momentos ("Lonesome Street") ese viejo estilo carcome la intención. Quizá es el recuerdo de aquellos hits lo que nos lleva a escuchar este nuevo álbum, ¿doce años después sigue siendo importante el grupo de “Girls and Boys”, de “Coffee and TV”? No, sólo Albarn que acompañado por sus viejos amigos ha logrado sacar adelante esta empresa.
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Arts & Crafts México / 2015
29/Abr/2015
El nuevo disco de The Cribs cuenta con la producción del experimentado Ric Ocasek (The Cars) y esto es algo que se nota desde que comienza el primer track, ya que el siempre efectivo rock punk con toques de pop de la banda, ha sido afinado por el productor, quien le aportó algo de su propio estilo al sonido.
For All my Sisters abre con la pegajosa “Finally Free”, que tiene un inicio ruidoso que en poco tiempo se convierte en una melodía agradable al oído en la que todos los instrumentos conviven de una buena forma. Al escuchar este tema resulta inevitable recordar a Weezer, sobre todo en la etapa del Blue Album.
Lee la entrevista con Ryan Jarman, líder de The Cribs, sobre For All my Sisters.
La música continúa con algunos riffs que aportan la potencia necesaria sin ser protagonistas, unos cuantos sintetizadores lo-fi que ofrecen algo extra, una batería que en la mayoría de los casos funciona como base para el resto de los instrumentos, letras honestas y vocales sencillas; todo esto a lo largo de 11 temas más que pueden resumirse en una palabra: actitud.
Las siguientes en sonar son “Different Angle” y “Burning For No One”, a las cuales les sigue “Mr. Wrong”, con la que llega uno de los mejores momentos del material y en la que el rock de The Cribs luce en todo su esplendor, pero la intensidad vuelve a bajar con la armoniosa “An Ivory Hand”, cuyo sonido una vez más recuerda, y mucho, a Weezer, en este caso a algunas de sus baladas.
“Simple Story” comienza con una voz que se mezcla de una forma casi perfecta con los sencillos acordes de una guitarra que funcionan como base para contar una historia que a pesar de ser simple no es como las demás que hemos escuchado.
“City Storms”, “Pacific Time”, “Summer of Chances” y “Diamond Girl” siguen en la misma línea que los anteriores y justo cuando parece que empezara una canción acústica, la batería explota para marcar la llegada de “Spring On Broadway”.
“Pink Snow” le brinda un buen cierre a For All my Sisters, pero el disco nunca logra sorprender y se queda sólo en un buen material que pudo haber sido algo más y que definitivamente no es lo mejor que hemos escuchado de The Cribs.
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