Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
La tercera edición del Carnaval de Bahidorá recibía a grupos de amigos, almas solitarias, parejas enamoradas, y personas que desde su arribo, ya se encontraban en estado inapropiado. El inicio del show fue marcado por el desfile de los característicos chineros de Morelos, que atrapaban las miradas de quiénes iban siguiendo su recorrido.
En el escenario principal, la banda chilena MKRNI intentaba conquistar a los pocos expectantes con su marcado electro pop. Los aletargados por el calor, se ocultaban bajo la sombra de los árboles, per se, el lugar parecía un tanto vacío; sin embargo en el siguiente acto liderado por Cookin Soul, que pinchó canciones del hip-hop vieja escuela, entre Kurtis Blow, Cypress Hill y hasta sus compatriotas españoles, Violadores del Verso, el público comenzó a entregarse al poder del baile. Cuando MC Melodee se unió a ellos en la tarima, la gente se acercó, a pesar de que el ambiente era por mucho, caluroso, sudoroso y pegajoso.
Acto seguido, La Yegros, que después de un rato de escasez en cuanto a la reunión de gente, dio a notar que tanto los boletos, el camping y hasta el transporte, fueron sold-out, ¿la clave?, sus excéntricos y latinos ritmos. Mientras tanto, actividades alternas ocurrían en los alrededores del parque natural, desde activaciones artísticas entre pirámides de luces; danza aérea; fitness surfing; talleres de yoga, tatuajes y artesanía; además de atracciones como el río y las albercas, que concentraban una cantidad considerable de público.
Por otro lado, una oferta de músicos se presentaba en el Asoleadero Dos Equis, desde los mexicanos Ratbot y Lemon Mint, hasta los argentinos Frikstailers, que con su futurismo tropical pusieron a bailar como peces en el agua –literal—a quienes se encontraban dentro y a orillas del río, los secundó el originario de Brooklyn, Uproot Andy.
De nueva cuenta, en el Jardín Central, la inglesa Hollie Cook conquistó nuestros corazones latinos con su tropical pop y reggae dub; después de ella, y con la cancelación de Mac DeMarco, llegó la hora de un acto esperado: Kindness. Su entrega en el escenario fue total, no sólo se subió y tocó, sino que involucró a su gente: sus dos coristas, tecladista y baterista –además de un cuerpo de bailarines que lo acompañó en "This Is Not About Us"- para juntos, formar un equipo que por mucho fue el mejor acto del festival gracias a la interpretación de sus temas “Cyan”, un cover a “Time Will Tell” de Blood Orange, “House” y “World Restart”.
El anochecer abrazaba Las Estacas y Dam Funk se hacía presente para seguir la fiesta. Muchos asistentes ya se encontraban en estado inconveniente para cuando dio inicio De La Soul, entre su colaboración en “Feel Good Inc.” de Gorillaz –por el momento lo más cerca que estaremos de ellos—y el calor de la energía que transmitieron con un setlist que destacó sus éxitos “Me, Myself, and I” y “D.A.I.S.Y. Age”, fue también, una participación entrañable. Debo decir que los sets de Star Slinger y Salón Acapulco quedaron a deber, o tal vez fue mi percepción al no adentrarme en el círculo vicioso que ya estaba en algunos puntos insoportable, pues muchos presentes se encontraban en un terrible estado de ebriedad o “high” y no permitían que una disfrutara sanamente el espectáculo.
Finalmente Modeselektor comenzó a sonar entre la 1:00 y 2:00 am, para desencadenar un baile colaborativo entre sus beats, tremendos visuales, y nuestras ganas de entregarnos a los “dioses del techno”. A este nivel, los cuerpos de algunos –como de su servidora—no daban para más y regresamos a nuestros destinos de siesta, unos o corrían hacia los camping o hacia la aldea Bahidorá, y otros ya no se encontraban ni sabían quienes eran; los más guerreros seguían la fiesta en el Asoleadero con Adana Twins.
Después de la pacheca, peda, cogida, desvelada, atasque de comida, entre otras cosas, el amanecer nos recibía con Gidge y Jonathan Toubin. El cierre llegó con los esperados Generationals y Slow Magic, que usando su ya característica máscara, dio fin a dos días de disfrute, destrucción y resurrección.