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GusGus y las llamas del Boiler Room México

GusGus y las llamas del Boiler Room México

Diego Álvarez
Pablo Navarrete @Pabnavarrete

Pablo
Navarrete @Pabnavarrete

17/Oct/2014

Desde que se corrió la noticia, o más bien rumor, de que el siguiente Boiler Room que sucedería en la Ciudad de México tendría a nadie más y nadie menos que a los islandeses GusGusera más que imperativo formar parte de ese tan exclusivo y elitista evento. La promesa era una noche como pocas en la electrónica nacional y, sin duda alguna, la experiencia llenó con creces las expectativa.

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De entrada, la organización fue mucho mejor que las primeras ediciones; vaya, echando a perder se aprende. Hubo dos escenarios en los que de distribuyeron las consolas y en el caso del talento local, hubo tanto puntos álgidos como indiferentes. El primero fue Sakro, que desde Aguascalientes comenzó con un set orientado al techno y al house, pero con tintes de jazz y soul, mismo que fue poco a poco calentando el ambiente que sin lugar a duda decayó con Soul of Hex, cuyo set fue de lo monótono a lo desesperante.

En lo que servían una cerveza tras otra (¡barra libre! ¡ajua!), el recibimiento para el capitalino Rubinskee fue muy positivo, pues se trata de uno de los productores locales con mayor trayectoria y distinción. El hombre detrás de Departure Records ejecutó con maestría una mezcla de house y disco, dejando la pista más que caliente para la llegada del invitado foráneo.

Pasaba la media noche cuando por fin GusGus tomó la consola. La mejor de las sorpresas fue que el se trató de un show en vivo y no un formato DJs. Stephan, Birgir, Daniel y Högni se colocaron tras su equipo y arrancaron con la locura; un set centrado en sus últimas dos producciones, Mexico y Arabian Horse, desembocó en un mar de brazos al aire, cervezas en el suelo y un frenético contoneo de lado a lado.

El sonido era nítido y a la vez contundente; se trató de una presentación impecable que sus confinadas dimensiones (no había más de 50 personas, supuestamente) la hicieron aún más intensa y sudorosa. Los músicos lo sabían y se dieron el lujo de regalar un único encore antes de que la pasaran la dura responsabilidad a Zombies in Miami de cerrar la velada.

Para cuando la pareja de DJs nacionales se había trepado de la consola, era evidente que más de la mitad del quórum había partido, mientras que la otra estaba noqueada por severa dosis de alcohol. Pero, ¡hey!, al final todos nos la pasamos genial.

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Diego Álvarez

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