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Con ver las largas colas para los puestos de comida, ya se podía notar que la cantidad de gente en el predio era mayor a la del día anterior. El motivo estaba claro, el cierre del festival tenía como protagonistas a Soundgarden en su primer visita a Argentina y a Red Hot Chili Peppers.
Jovanotti apareció pasadas las tres, con un gorro rojo sangre y un saco negro. Mientras que el italiano daba un set energético, que incluyó su propia versión de “Mariposa Technicolor” de Fito Páez, varias personas se acercaban al escenario 2 a la espera de Johnny Marr.
El guitarrista, que arrancó a tocar casi llegadas las cuatro, brindó uno de los mejores shows de la jornada. Se lució con una presentación de una hora, en la que repasó su trabajo solista “The Messenger” y regaló algunos clásicos de The Smiths como “Stop Me If You Think You've Heard This One Before”y “How Soon Is Now”. Además, para el cierre, le dedicó “Generate!Generate!” al Kun Agüero, jugador argentino del Manchester City, del cual Marr es fanático.
El momento del pop adolescente tuvo su lugar con Ellie Goulding. La despampanante rubia salió vestida con una remera blanca de mangas negras con lentejuelas y un short negro. Con hits bolicheros a puro sintetizador, Goulding comenzó a calentar la tarde para Vampire Weekend. Los muchachos de New York llevaron de paseo a sus fans por sus tres discos de estudio, mientras ellos disfrutaban sacando fotos y filmando con sus celulares. El grupo liderado por Ezra Koenig realizó una exhibición prolija y despreocupada.
Cuando el sol desapareció, los legendarios Pixies comenzaron con su segunda presentación en Argentina. Todos los presentes estaban ansiosos por ver a su nueva bajista, Paz Lenchantín, que debutaba en su tierra originaria. La banda de Frank Black dio un recital potente, por el que pasaron temas como “Bone Machine”, “Something Against You”, “Crackity Jones”,”Hey” y “Where is my mind?”.
Minutos después de que los Pixies se retiraron, los fans argentinos ya estaban coreando ansiosos a Soundgarden y con los primeros acordes de “Searching With My Good Eye Closed”, dio comienzo el mejor show de toda la jornada, que siguió con “Spoonman”. ”Tendríamos que haber venido mucho antes, hace diez o veinte años”, dijo Chris Cornell antes de dar comienzo a “Black Hole Sun”. Detrás del grupo, un telón gigante con la portada de su último disco “King Animal”, decoraba el escenario. Soundgarden no necesitó efectos especiales ni proyecciones multimediales para que el público se vaya alucinado, tras revivir la esencia grunge de los años noventa.
A sus 49 años, Cornell sigue manteniendo la misma potencia y claridad en su voz que en su juventud. El cantante terminó aclamado por los espectadores al ritmo de “ole ole ole ole Cornell, Cornell”. Por el lado de sus compañeros, los solos afilados de Kim Thayil y el poderoso bajo de Ben Shepherd los convierten en un dúo letal al cual es difícil resistirse. En esta oportunidad, la banda de Seattle estuvo acompañada por Dave Krusen en batería. El ex Pearl Jam reemplazó a Matt Cameron y demostró todo su talento, palo a palo.
Tras la demoledora actuación de Soundgarden, llegó el turno de Red Hot Chili Peppers. Las 70 mil personas presentes se agruparon alrededor del escenario principal a la espera del grupo de Los Ángeles. De repente, Anthony Kiedis salió al escenario con una bufanda de Argentina atada en la cabeza como vincha, una remera blanca y un pantalón negro que de un lado era largo y del otro le llegaba hasta la rodilla.
Tras una zapada de presentación de la mano de Flea, Chad Smith y Josh Klinghoffer, comenzaron los primeros acordes de “The Power Of Equality”, tema que abre su quinto disco de estudio “Blood Sugar Sex Magik”.
A pesar de que el sonido estaba bajo y por momento no era nítido, RCHP puso a saltar a todo el Hipódromo de San Isidro con clásicos como “Can't Stop”, “Otherside”, “Californication”, “By The Way” y “Under The Bridge”, entre otros. A esta altura ya está más que claro que Flea es el que se encarga de llevar el contacto con el público y lo hizo a través de bromas, bailes frenéticos e incluso pidiendo cuidado con el cuerpo de las mujeres que se encontraban contra las vallas.
A lo largo del recital que duró una hora y media, tanto Chad como Flea y Josh tuvieron la oportunidad de demostrar sus habilidades musicales en las introducciones instrumentales con las que mechaban los temas. Sobre todo el joven guitarrista, que tuvo la difícil tarea de reemplazar al talentoso John Frusciante. Sin embargo, se notó suelto a Josh, que poco a poco le va aportando su personalidad a la banda.
Para el final, sonó “Give It Away” y tras la despedida del grupo, el cielo se llenó de fuegos artificiales, para celebrar el nacimiento de un nuevo festival en el suelo argentino.