Arts & Crafts / 2014
¿Cuál sería el resultado si ponemos en una licuadora a The National y Editors con una pizca de post punk y lo espolvoreamos con un poco de alegría? Pues tenemos a NO, banda originaria de Los Ángeles y que a mediados de febrero lanzó su álbum debut, El Prado.
Y es que a primera escucha, la voz de Bryan Hanan Carter nos hace pensar que en realidad estamos escuchando el proyecto alterno de Matt Berninger (vocalista de The National); sin embargo, si prestamos atención, podemos notar la diferencia. No sólo vocalmente, sino también en las letras y el sonido más brillante y optimista que aquel de la banda de Cincinatti.
Originarios de Echo Park, reconocido vecindario de Los Ángeles por tener entre sus residentes a Jason Pollock y Frank Zappa, estos chicos se formaron luego de que Carter conociera a Daniel Stentz (bajo) en un restaurante y comenzaran a compartir historias de desamor y admiración mutua por Leonard Cohen y Johnny Cash. Plantearon la idea de formar una banda y fue cuando llamaron a Reese Richardson, Ryan Lallier (ambos guitarristas), Simon Oscroft (teclados) y Michael Walker (batería).
Compuesto por 13 canciones, El Prado demuestra un sonido constante con ritmos que van desde el post-punk hasta el indie pop. Las guitarras y la batería son los instrumentos más presentes, acompañamiento perfecto para la voz melancólica de Carter que en cada track nos recuerda que no importa qué tan mal nos haya ido o qué tan solos nos sintamos, todo estará bien.
“Leave the Door Wide Open”, el primer sencillo, abre la producción y sirve como una declaración de lo que NO es: “We come together, we fall apart. We make some noise inside a room and call it art”. “Monday” tiene esa sensación un tanto fría del post-punk ochentero, pero que se ve disminuida por la alegría que tanto los teclados como la batería le ponen a la canción.
“The Long Haul”, una de las últimas canciones del álbum, tiene un sonido melancólico que incluso nos hace recordar algunas de las primeras canciones de Interpol. “There’s a Glow”, sexto track, tiene un sonido un poco más upbeat y, como su nombre lo indica, que le da un poco de luz en una atmósfera gris.
NO es una banda que no descubre el hilo negro. Con su sonido, nos es imposible no pensar en otras bandas pero a pesar de ello, El Prado (considerado uno de los lanzamientos más esperados de este año) se convierte en un disco que vale la pena escuchar una y otra vez.
19/Feb/2014
Broken Bells
After The Disco
Columbia
2014
La vida y carrera del productor y multiinstrumentista Brian Burton mejor conocido como Danger Mouse es una de las más interesantes (y con más suerte) en tiempos recientes. Marginado y confundido en su natal Nueva York, Burton emigró a Londres donde se dio a conocer en 2004 por The Grey Album; un mash-up entre Jay-Z y Los Beatles que lo llevó a lo más alto del hype en Inglaterra y Estados Unidos. De ahí en adelante vino la fama, los elogios y colaboraciones; entre ellas: Gorillaz, The Black Keys, Norah Jones, Beck y un largo etcétera que definen a Danger Mouse como uno de los productores más relevantes en los últimos años.
Parece que los dúos son lo suyo como lo comprobó hace ya ocho años con Gnarls Barkley en un proyecto apegado al soul y más rico musicalmente que el synth-pop para adolescentes en Broken Bells, dueto que comparte con James Mercer, vocalista de The Shins y que presenta su segunda placa llamada banalmente, After The Disco, la cual cuenta con la colaboración de The Angel City Light Orchestra que proporciona arreglos de cuerdas en varios de los temas.
Más allá de que esta segunda entrega suena igual a la infinidad de grupos que hacen exactamente lo mismo, el problema con After The Disco es que es un álbum plano, sin momentos que cautivan y con melodías cliché en su género. Imagina el soundtrack seudo bailable perfecto de adolescentes fresas con pose de rockstars en once temas que se arropan en el confort que les ofrece la ya gastada y hastiada fórmula de sintetizador-guitarritas-coros del “indie” actual.
Entre sintetizadores y con un inicio que sorprendentemente nos remonta a Kraftwerk y que se transforma en un tema del new wave ochentero, “A Perfect World” nos da la esperanza de una buena entrega en su primer minuto de duración hasta que la voz de James Mercer entra y marca el parámetro en la mayoría del disco. Y no porque sea un mal vocalista sino por qué sus participaciones son las que plagan y atiborran el disco de melodías que parecen estar tatuadas con el sonido “indie” que privan de autenticidad y un sonido propio al dueto. Ejemplos claros de esto: la que le da titulo al disco; su primer sencillo “Holding on for life”; “The changing lights” que no podría aspirar a más que convertirse en un lado B de The Postal Service y los penosos coritos-foca en “No matter what you´re told”.
Lo rescatable de After The Disco es cuando Broken Bells se aleja de la formula synth-pop y los coritos para dar paso a explorar géneros como el R&B y el folk en momentos más armónicos, reflexivos y donde la capacidad vocal de James Mercer luce mejor como en “Leave it alone”, donde Mercer ofrece su mejor interpretación vocal; la beatlesca “Lazy Wonderland”; el soundtrack del adolescente azotado en “The angel and the fool” o “The remains of rock and roll”, uno de los temas más elaborados del disco y donde la inclusión de The Angel City Light Orchestra es plausible y no pasa desapercibida como en muchos otros tracks.
Aceptémoslo. Brian Burton y James Mercer ya no tienen 20 años. El dueto suena mejor cuando son serios y cuando crean piezas más simples pero con mayor carga emocional. Broken Bells es un proyecto que no termina por cautivar y que nos lleva a la inevitabilidad del siguiente cuestionamiento: ¿Danger Mouse está sobrevalorado?
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