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Cynthia
Flores
Rudyard Kipling. Con ilustraciones de Gabriel Pacheco.
Sexto Piso
México, 2013
No es necesario, mejor dicho, no es humano, que los clásicos de la literatura se pudran al mantenerse como promontorios, como esas lecturas para hombres barbados. Se dice que los libros clásicos no pierden su fuerza con el transcurrir del tiempo, pero cuando permanecen en cautiverio no están vivos: se vuelven rellenos de estanterías, lecturas obligadas no por la sensibilidad sino por la pedantería.
Desde los aforismos de Franz Kafka hasta las Alicias de Lewis Carroll, en Sexto Piso han sabido resucitar a los clásicos, publicándolos en ediciones nulas de aparatos críticos intimidantes y de diseños solemnes: las suyas son ediciones vigentes, a partir de las cuales es posible volver a criticar como lectores y no como académicos a las grandes obras de la literatura universal.
Prueba de ello es El Libro de La Selva. Si usted cree que la mejor y la única adaptación es la de Walt Dinsey, adquiera un ejemplar de Sexto Piso. Gracias a sus trabajos, esta recopilación de cuentos vuelve a ser onírica y exuberante: vuelve a tener la densidad de la vegetación. Sexto Piso nos presenta una traducción cuidada y sin expurgar, carente de cursilerías pero sin dejar de ser infantil, y acompañada de la obra plástica de Gabriel Pacheco, artista mexicano que, más que interpretar, supo darle vida a los paisajes descritos por Kipling. Sus ilustraciones contienen los sonidos de los animales, el clima de la selva.
El Libro de La Selva contiene dos lecturas: una, la del texto, y la otra, la que compete al libro de arte. Kipling resucitado: sus cuentos más famosos pueden ser leídos sin el temor que provoca lo clásico.