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Con horarios igualmente desenfadados, el evento comenzó pasado el medio día con presentaciones de El Brujo, Godless Procession y Lecumberri un tanto vacías, y no fue sino hasta la llegada de Heathen al Hell Stage que varios se congregaron ante quienes al igual que Testament, Anthrax y Exodus, forman parte de la ola original del thrash norteamericano; con “Dying Season”, “Death by Hanging” y “Arrows of Agony” demostraron que sí bien no son lo mejor, son de los originales thrashers.
El primer gran momento del festival fue el regreso a los escenarios mexicanos de la banda brasileña Black Oil, quienes ondeando la bandera del groove metal, poco a poco captaron la atención de los presentes con temas como “Eyes of Gaza”, “Revolution” y “Amazonia”. La gran presentación de este grupo no solo terminó con un conjunto de samba sobre el escenario, sino con varios fanáticos con banderas y mantas al ritmo de “The Trooper”, original de Iron Maiden, clausurando con una memorable wall of death mientras en el otro escenario los violines de Haggard comenzaban a sonar
Evocando las bellezas del mundo antiguo, Haggard llegó con su conjunto de cuerdas y vientos interpretando “Awakening the Centuries”, “The Final Victory” y “Eppur Si Muove” para beneplácito de aquellos con sensibilidad suficiente para el metal sinfónico. Justo después de interpretar delicadamente unos estribillos del himno nacional mexicano, su bella tarde renacentista fue opacada por los distorsionados decibeles provenientes del escenario de junto, obra de los tapatíos y principales exponentes del crossover nacional Thell Barrio, que destruían y congregaban un pit masivo con sus temas “Somos Gallos”, “Infierno” y “Mi Verdadera Familia”.
Mientras que en el Monster Stage bandas como Mexxika, Muluc Pax y Rinderpest fomentaban y abrían discusión sobre el apoyo a las escenas locales, un sector del publico intentó fallidamente brincar la valla de preferente al Hell Stage para ver de cerca a uno de los grandes del death metal: Six Feet Under, quienes visitaron por primera vez tierras aztecas con lo más podrido de su repertorio como “Human Target”, “The Day the Dead Walked” y “Feasting on the Blood of the Insane”, cerrando con el clásico de la primer banda de su vocalista Chris Barnes: “Hammer Smashed Face” de Cannibal Corpse.
Mientras Resorte, el ajonjolí de todos los moles del metal, interpretaba en el Heaven Stage sus ya por demás escuchados temas “América”, “Aquí No es Donde” y “La Mitad Mas Uno”, los californianos de Exodus, con garrafales fallas de audio, pero una entrega total, interpretaron clásicos como “A Lesson In Violence”, “The Toxic Waltz” y “Metal Command”, que incitaron de nueva cuenta una enorme wall of death que independientemente de que pareciera “bolita” de la secundaria, levantó una polvareda que inclusive puso a toser a la banda quienes mientras agradecían la paciencia y el compromiso, se despedían, dejando el entarimado para que algunos buscaran descanso y otros fueran al Heaven Stage para aburrirse con Gilby Clarke en lo que salía otro de los actos más esperados del festival: In Flames.
Llevados a Guadalajara desde Suecia, este conjunto a punto de cumplir 15 años de trayectoria si bien no creó muchos mosh pits de patadas en la cara y rodillas en el trasero, su característico estilo de death metal logró que al unísono, los puños y cabezas oscilaran de arriba hacia abajo con canciones como “The Hive”, “Pinball Map” y “Take This Life”. Finalizados los agradecimientos y las lluvia de púas que muchos intentaron cachar en el aire, la enorme masa de playeras negras se dirigió al otro extremo del lugar por la razón que varios guardaron energías: Municipal Waste.
Borrachos, panzones, greñudos y sobre todo gritones, Municipal Waste regresó a un escenario mexicano desatando el caos y la destrucción en la explanada: “Unleash The Bastards”, “You’re Cut Off”, “Headbanger Face Rip” y “Black Ice” fueron algunas de las tantas canciones que a la velocidad de la luz, los originarios de Richmond Virginia usaron como armas contra el tornado de polvo que se manifestaba frente a ellos. “¡Municipal Waste Is Gonna Fuck You Up!” bastó para que la banda se despidiera tras más de una hora de arremeter contra la audiencia, clausurando el escenario y dando paso al obvio y muy esperado momento en el escenario principal: Motörhead.
Tras años de espera, e infinitas cargas mediáticas del por qué llegaba el tan apoteósico momento, Mickey Dee, Wizzö Campbell y el icónico Lemmy Kilmister, estaban por fin sobre el escenario. De Inglaterra para el mundo, Motörhead se había posado frente a los ojos de miles de espectadores: “Somos Motörhead y tocamos rock and roll”. “Damage Case”, “The Chase Is Better Than The Catch”, “Going To Brazil” y “Doctor Rock” retumbaron en todo Guadalajara de una manera en que, petrificados por las personas sobre el entarimado, la gente optó por presenciar silenciosos y estáticos a brincar, gritar o dar de patadas voladoras “¿Estan despiertos?” preguntó Lemmy a un publico que olvidaba encontrarse frente a alguien de casi setenta años que ya no puede brincar, dar de marometas o si quiera dar movimientos bruscos ¿Habrá sido la última vez que veamos a tan legendaria banda en suelo mexicano?
Cerrando con “Overkill”, tras interpretar las más coreadas que fueron “Killed by Death” y “Ace of Spades”, Motörhead se despidió de un publico que si bien no se desgarró la garganta por ellos, se vio satisfecho y contento de haber sobrevivido hasta el punto de llegar a la tierra prometida que era el show de estos ingleses. Exhaustos tras dos largos días de metal y niveles estúpidos de decibeles, el largo o tal vez larguísimo camino a casa tuvo más que quejas o lamentos, grandes anécdotas y experiencias que compartir, en las que destacaba lo siguiente: queremos que se repita.