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A 30 años de 'American Thighs' de Veruca Salt

A 30 años de 'American Thighs' de Veruca Salt

Dulces y peligrosas.

Durante la mitad de los años 90, el rock femenil cobró mayor fuerza y dinamismo con numerosas representantes que tomaron las raíces del movimiento riot grrrl hacia algo más musicalmente venturoso. Entre la furia de Hole, la añoranza jubilosa de Letters to Cleo, la seducción pícara de L7 y la madurez desfachatada de The Breeders, también había lugar para un cuarteto de Chicago con dos vocalistas con letras aparentemente sencillas pero igual de punzantes. Se hacían llamar Veruca Salt y querían comerse al mundo.

Tomando como base el nombre de la agridulce e impertinente mocosa del libro de Roald Dahl, Charlie y la Fábrica de Chocolate, las dos mentes maestras, Louise Post y Nina Gordon -ambas en guitarra y voz- trabajaron en canciones a lo largo de un año y reclutaron a una base rítmica compuesta por Steve Lack (bajo) y Jim Shapiro (batería) para darle una mayor solidez al proyecto que ya andaba cobrando fuerza en radios universitarias. Tomando su nombre de una canción de AC/DC a manera de guiño cínico al panorama americano sexista y extravagante de la época, American Thighs combinó susurros, confesiones y gritos de guerra con inocencia y candidez como pocos discos en la historia.

Bajo la potente y acertada producción de Brad Wood, American Thighs es, a simple escucha, un listado de todo lo que hacía del rock noventero algo visceral y adictivo: riffs escandalosos, bajos y baterías cumplidoras y voces representativas de la idiosincrasia adolescente inconforme, pero se atrevieron a hacer mucho más en su disco debut. La anécdota morbosa y burlona de “All Hail Me” y la devoción sentimental de “Celebrate You” convivían junto con la introspección de alcoba en “Fly” y el pop con bomba de tiempo de “Seether”. Hay rasgueos y batacazos memorables, pero también tintes de shoegaze y psicodelia que cuentan con las hermosas e intrínsecas armonías de Post y Gordon como arma principal. Es un disco lleno de dicotomía y contrastes de ánimos e instrumentación. Vamos, hasta la dulzura de las voces, aunque uniforme en todo el álbum, tiene distintos matices en cada canción.

Y tampoco dan la espalda a las referencias a cultura pop y literarias que otros contemporáneos empleaban para adornar de “ironía” a sus canciones, pero Veruca Salt las emplea con mayor enfoque, e incluso candidez. “Spiderman ‘79” usa al afamado superhéroe arácnido como objeto sexual para dirigirse a un amado, y “Number One Blind” usa la marca de persianas Levolor como metáfora a la añoranza y deseo que haría ruborizar al mismísimo Cerati. Canciones como “Victrola” y “Forsythia” usan flores y marcas de tocadiscos para ejemplificar incertidumbres o lugares románticos, demostrando que el amor realmente está en todas partes y solo los de corazones valientes y abiertos saben dónde encontrarlo.

Cierto, American Thighs quizás no haya adornado tantos parabuses o revistas como Jagged Little Pill, Celebrity Skin o Exile in Guyville. Tal vez no formó parte de tantos soundtracks como debió. Sin embargo, un sinnúmero de bandas y fanáticos tienen a la obra cumbre de Veruca Salt en un lugar muy especial no solamente como un reflector potente hacia el “rock de chicas”, sino como una obra tierna, voraz y llena de simplicidad inteligente, humorística y fogosa que trasciende géneros, en todo el sentido de la palabra.

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