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La noche de ayer la joya de la Roma Norte recibió de gritos abiertos al quinteto inglés formado por Eddie Green y Sean Coyle-Smith en las guitarras, Josh Finerty en el bajo, Charlie Forbes en la batería y Charlie Steen en los vocales. Regalándonos una de las presentaciones más intensas, salvajes y emotivas de las que el público capitalino ha sido testigo en los últimos meses; una nueva vara con la que medir cada experiencia sensible.
El escenario exterior del foro soltaba sus primeros acordes cortesía de Demencia Infantil, quienes arremetieron con una formación de seis integrantes repartidos cáusticamente entre cuerdas niqueladas, drumkit, teclados y saxofón. El crank-acid-punk-wave de los capitalinos se apoderaba del venue en un slam que no haría más que crecer. Todo guiado por la intensa experimentación y empuje artístico fundido al desgarre de los ahí presentes.
Tras un setlist entre calentamiento y convulsión, era el turno del proyecto comandado por los hermanos Iván y Felipe García, hipertrofiados por el impulso de sus compañeros y catapultados hacia la pureza del punk infracaliforniano. Los siguientes 40 minutos atravesarían nuestros torsos vía baquetazos y strums aún más acelerados, como si la prisa por pasar del bucle de cuatro acordes construyera una tensión cada vez más encarnada. Entre coros de “¡Bomba casera!” y la brutalidad de cortes como “Muerte y Destrucción” los sonorenses se llevaban los últimos alientos pre-shame del auditorio, dejando una atmósfera al rojo vivo y un profundo compromiso en las células humanas del mosh, dispuestas a partirse una costilla a cambio de sonido.
Después de un standby ligeramente alargado, los londinenses partían en dos el escenario entre músico de introducción a la WWE y una máscara de Blue Demon cubriendo el rostro del frontman; Shame en el filo del ahora y lo que importa.
“Fingers of Steel” reventaba el front of house seguida de “Alibis” y “Concrete”, arrastrándonos del presente musical de los músicos a su debut hace casi media década. El show entraría en una vorágine de adrenalina y clavadas al público vía “Six Pack” y “Tasteless”, dejándonos revivir en la ternura de “Adderall” y perdiéndonos una vez más llegada “6/1”.
El foro aullaba, sentía y se contorsionaba coordinadamente siguiendo la penetrante mirada de Steen sobre el templete, encontrando momentos de calma y crudeza vital en los amigos que le han acompañado desde el incio. “Water in the Well” retomaba la propulsión convirtiéndonos en misiles humanos contra la estratósfera de “One Rizla” (primera canción compuesta por Shame), resignificada en cada punto por todos quienes nos rendimos a la voluntad de los londinenses esta noche.
La banda se despedía con una nota dulce entre “Angie” y “Gold Hole”, agradeciendo la calidez del público capitalino y dejándonos imaginar un encore en la carne sensible y expuesta con la regresábamos a casa.