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El confinamiento nos arrebató casi dos años enteros, relaciones, personas y la ya de por sí frágil certeza social. Para la banda conformada por Greg Ahee en la guitarra, Alex Leonard en la batería, Scott Davidson en el bajo y el vocalista Joe Casey la pandemia comenzó con la supresión del Ultimate Success Today (2020) y terminó con la muerte de la madre del frontman. De este panorama nace el sexto álbum en la discografía de Protomartyr, un material lleno de paisajes sombríos, sónica desgarradora y la intención de seguir a pesar de todo. Lo agridulce de la vida más allá de sí misma.
Nuestra conversación con Casey arroja como primer bandera la necesidad de apertura emocional. Formal Growth In The Desert (2023) clava la honestidad de sus metáforas directo en la yugular, acción llevada a cabo entre líricas crudas, grabaciones de Sonic Ranch y el cobijo del sello Domino Recordings.
No la paso bien tratando de mentir en canciones, siempre trato de ser tan honesto como me sea posible”.
El músico llevó el disco como un proceso casi paralelo al duelo familiar, encontrando más de un punto moral y éticamente complejo al tratarse de una herida tan profunda. Las razones por las que expresarlo musicalmente son las que para no hacerlo.
“Las emociones humanas más interesantes son, muchas veces, las más difíciles de exponer. Hacerlo canción lo complica aún más, debido al tiempo límite, la poca cantidad de líneas, la musicalidad y la duda constante sobre porque estás haciendo esto”.
La duda va más allá del quehacer artístico, se centra en el componente más gregario de la obra. ¿Qué tanto nos exponemos? ¿Por qué mostrar nuestro dolor? Cuando la expresión se integra en un objeto tan natural en la industria (como lo es el disco) se añaden etiquetas masivas y monetarias.
Hay cierto grado de depravación en escribir una canción sobre tu madre moribunda para que el mundo la consuma”.
Tras procesar este primer horror individual vale la pena sentir sus alcances. En qué medida se trata de un accidente humano y qué tanto un elemento inextirpable de lo que nos rodea. La forma en la que lo resolvemos —y a nosotros en el proceso— termina por moldear nuestro papel creativo.
No creo que pueda haber un disco de Protomartyr completamente positivo, la vida tiene muchas partes obscuras en sí. Se trata de aceptarlas, ir más allá de ellas”.
Este impulso por aceptar los altibajos de lo cotidiano parece funcionar en dos sentidos para el cuarteto de Detroit. No es solo hablar sobre la crudeza que nos atraviesa, sino también una huida constante de toda pretensión emocional. En palabras de Casey, “[...] es fácil hablar de rock n roll y ser genial”, pero toma mucho más coraje retomar instrumentos tras un año lejos de los escenarios, verse cara a cara sin la certeza de un mañana, reanudar. La filosofía adoptada por los integrantes fue la del desapego a penas esperanzado, lejanos a toda necesidad de producción.
“Nuestra idea fue tratar de crear todos juntos una vez más y ver qué pasa”.
En esta apertura la posibilidad de un cese definitivo fue puesta sobre la mesa. El proyecto parecía comprender las implicaciones, liberadoras y aterradoras, de un todo o nada a merced de lo musical. Todas resueltas en cada uno de los doce tracks que conforman Formal Growth In The Desert, reavivando el sentir de los músicos sobre su ahora.
No sé si plenos sea la palabra correcta. Nos llama ese querer hacer ¿sabes?, hay días donde solo eres una persona tratando de vender playeras, otros donde te sientes completamente inundado por la realización artística”.
Dentro de estos matices la trayectoria de Protomartyr cobra aún más peso, con más de una década en la misma dirección Casey y compañía han encontrado un vínculo realmente especial entre amplificadores, sesiones de improvisación y neo post punk.
Cuando estamos los cuatro todo parece tener sentido. Nos comprendemos sin hablar, trabajamos muy bien tras todos estos años juntos”.
Al pensar en una alineación tan estable el tema de la rutina surge naturalmente. Primero como vacío insensible al que tiende toda experiencia, luego y con el paso de los años, el rostro más funcional del protocolo parece tomar forma.
La rutina nos ayuda a atravesar lo desconocido más rápidamente. Cuando sabes cómo escribir una canción de Protomartyr te queda más tiempo para explorar más allá de eso. Te queda más tiempo para ser libre”.
El espacio creativo ganado a través de los años trasladó al cuarteto de idas al cine en la hora del soundcheck a una atención inigualable sobre el acto en vivo, muestra del balance que la madurez les ha traído. “Ahora ellos tienen la edad que yo tenía cuando empezamos. Me siento viejo como la mierda ahora”, acentuaba Casey, rematando con el sentir de todo lo recorrido.
“Ser una banda durante tiempo te da la oportunidad de ver tendencias ir y venir, el ascenso de nuevas bandas, los sonidos que surgen y se extinguen. Te hace sentir orgulloso de seguir aquí, haciendo lo que haces”.
Protomartyr se ha consolidado como uno de los referentes para el post punk de nueva ola. Citados por bandas como Shame o IDLES como referencias, la institución parece tomarse a sí misma con la ligereza necesaria en la sónica contemporánea. “No nos molestaría recibir un poco del dinero de IDLES, por si quieren enviarnos algún cheque [ríe]. Cuando recién empezamos lo único que queríamos era sonar como Wire. No salió tan mal que tuvimos que encontrar un sonido propio. La identidad es un accidente”.
Nuestra plática con el vocalista terminaba entre sabores agridulces y un ferviente deseo por ver al -más que fortuito accidente- four piece volver a tierras nacionales. Cargados de nueva música y una perspectiva personal mucho más luminosa; México los espera.
Honestamente no sé qué nos detiene. Si el año siguiente no tocamos en México rodarán algunas cabezas".