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Pa, Pa, Pa, Pa, Pa, Pa. Uh. Yeah.
Eventos como éste me hacen recordar que no fui un estudiante tan hábil. Situación que se embrolla más cuando “algo” trastorna lo que me cuesta trabajo comprender, ¿me doy a entender? Vamos… ejemplos hay muchos, supongo. O es que simple y sencillamente es este desgraciado calor el que no me permite pensar con claridad.
Diría que fue mi despertador el que sonó puntualmente invitándome a iniciar mi día, pero sería una vil mentira, básicamente porque en domingo ese aparato de alarma duerme debajo de la cama por no ser útil. En realidad, fue un vapor interno que estaba produciendo calor dentro de mí. Desprenderme de las sábanas fue desagradable, como intentar retirar un pedazo de cinta adhesiva del cuerpo.
Son tiempos en los que el sudor regresa a vivir conmigo, acompañarme a todas partes y volverse mi más fastidio aura. El transpirar de esa agua llena de urea, sales y azúcar no es la molestia, sino aquella que lo produce. Sabemos bien que hay eventos en el que se disfruta que el sudor corra y viva en el cuerpo… o en dos juntos… o en tres o más, qué se
yo. Pero cuando éste correr de gotas pegajosas se produce sin hacer un mínimo movimiento o agitar, resulta tortuoso sin duda.
Intenté andar a pasos lentos para encender el ventilador, esos que te devuelven el aire caliente porque no pueden hacer más por ti; algo parecido a la cerveza en donde su función es refrescarte, pero te provoca más sed (o se te olvida que la tenías). El punto es que en ese caminar se presenciaba un pegar y despegar de la piel en cualquier rincón en donde supuestamente existe una separación fisiológica.
El tercer mes del año ya inició. Dicen que es en donde “llega la primavera”. Aun así, hace falta un poco de días para que el supuesto clima se despeje y el calor abunde; parece que marzo fue sietemesino, caray. Pero el clima caluroso lo sufro desde que arrancó el 2023, es ahí donde se revuelven mis estaciones del año. En fin, la cuarta estación ya está y dicen que supuestamente el periodo puede variar dependiendo la situación meteorológica. Pero, vamos, ¿no podría ser esto algo “controlado”? Mis sandalias derretidas lo susurran.
Presumen que marzo es el mes donde reverdece la naturaleza y aumentan las temperaturas. El mes en el que se renueva la vida, la flora, la fauna y el chingado calor. De hecho, una vez leí que la primavera debe durar hasta el mes de septiembre; si lo caluroso tendría que vivir tanto, mi cuerpo sería una “barita de nardo”, dirían mis tías. Pero todo depende del lugar, la zona del hemisferio, los efectos secundarios en la tierra, la escasa nubosidad, la explosión de la radiación solar y los cuidados que los humanos damos al planeta.
Claramente nada de esto pasaba por mi mente. Solo quería mantenerme frente al ventilador para fantasear que me refrescaba, pero pura falsedad; era como un periódico que presume darme noticias verídicas sobre el gobierno, siendo el mismo que lo mantiene. Sentir un aire caliente sobre mi cuerpo fogoso no era solución. Con supuesta agilidad retiré el pantalón y dejé las plantas del pie a ras de suelo… ardiente también. Lavé por quinta vez la cara y el cabello; también destapé la tercera cerveza.
Comencé a percatarme de ese olor. Sí, ese que genera el sudor. Un aroma desagradable para un olfato que todo le fastidia. Pero curiosamente no es el líquido como tal el que apesta, sino las baterías que se revuelven con el mismo. Dicen que son las hormonas; ¡vaya pedos que generan en general!
Mi playera comenzó a dibujar círculos por todas partes: en la espalda, en el pecho, en la barriga y debajo de los brazos. Esto está yendo de menos a mayor. Al día de hoy sigo sin saber si en realidad es que este año se generará más calor, o fue el desacostumbrarme a salir de casa. De hecho, siento más calor dentro que fuera de mi apartamento. Y como una técnica de mejora, decidí salir.
Antes de eso, leí a Rodrigo Soriano de El País (gracias a la membrecía de regalo navideño) donde reportaba que el clima caluroso, gracias a esas ondas de calor, impactará no solo en el norte y sureste del país, sino en el centro. A tal grado que se presentarán entre los 8°C y 9°C en las primeras horas de la mañana y llegando a 30°C por la tarde. Lo peor no es ello, sino que se mantendrán ¡y aumentarán las ondas entre abril y mayo!
No logró localizar un sitio donde esté a salvo de este evento que no sea dentro de un lugar con aire acondicionado. Situación que me desagrada porque con calorones como éste, no se me antoja estar rodeado de más seres abochornados como yo, sino es una playa claro está. Dentro del auto, en el parque, debajo de una sombra, en sala o en el comedor… por todos lados el calor contrataca.
No sé si es un alivio o una angustia percatarme que no soy el único sujeto que reciente el calor, pues cada que desempaño mis anteojos localizo hombres y mujeres que se retiran el sudor, se protegen de los rayos solares o que portan prendas mínimas para no sufrir tanto. A todos ustedes les digo: estamos juntes en esto.
Todo aquí está hirviendo. Y no es de ese hervir que me gusta como cuando abrazo a mi morrita o me sirvo café. Todo aquí quema y arde. Y ese vapor va en incremento murmuran los meteorólogos. Resulta que es algo que tendremos que sobrellevar. Ya después regresará el frío y ¿sabes? También nos quejaremos de él. De acuerdo: estamos
en desacuerdo siempre. Pero es sano también: el conflicto, la negatividad y el desacuerdo es una memorable técnica para conocernos, conocerlos, darnos a conocer y desconocer de nuevo.
Mis talones están calientes (no como me gusta estarlo; pero ya no hondaré más en el tema) tanto como el pavimento, tanto como mi cabello debajo del sol o el cofre del auto; colocar unos "Huevos al motor" sería el experimento que lo comprueba, y a lo mejor la canción de Yokozuna con ese nombre me haga olvidar, por 2:47 minutos, que me estoy derritiendo…
Linda primavera, pandilla. A sudar la gota gorda.
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