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Parlophone Records Limited / 2023
Después de una exitosa campaña de marketing promocional ha llegado por fin el tan esperado disco de Gorillaz, Cracker Island, y es que tras el lanzamiento de sencillos como "New Gold" con Tame Impala, "Baby Queen" y "Skinny Ape", Damon Albarn, creó cierta expectativa en su público sobre lo que podría ser el sonido de este nuevo material. Eso sin mencionar que el álbum se comenzó a vender por incluir la colaboración del año, un feat a lado del artista del momento Bad Bunny.
Cracker Island ha dejado un sabor agridulce para la mayor parte de los seguidores de la banda; y no es que el disco sea malo, si no que la experimentación musical a la que Albarn acostumbra dar en cada disco ha quedado fuera, dando entrada a temas que giran más en querer entrar en lo comercial o en lo viral. (Que finalmente ese es el objetivo de casi todo músico).
Lejos de decir que no hay evolución o que son pocas canciones, a diferencia de cualquier otro disco de Gorillaz, Damon se permitió darle el control creativo de las canciones a cada uno de los colaboradores que participan en el Cracker Island, eso le ha dado una esencia completamente fresca y un sonido contemporáneo a este nuevo material.
Con un comienzo electrizante “Cracker Island” es la encargada de abrir el álbum, las poderosas líneas de bajo al estilo disco, el riff funk de guitarra y los coros de Thundercat son un choque entre la vieja esencia de Gorillaz y el sonido de Stephen Lee, es como meter a una licuadora el Demon Days y The Now Now.
“Oil” es quizá uno de los temas más pop del disco pero a mi parecer uno de los mejores, un juego entre sonidos clásicos como el de una guitarra acústica y efectos electrónicos guiados por un beat sencillo de batería, la parte más alta del tema es cuando las diferentes voces de Stevie Nicks se mezclan con todas las sonoridades de la canción.
Por una línea más melancólica y minimalista tenemos a “The Tired Influencer”, cuya estructura musical es la básica pero funcional. Bajo esta misma línea de melancolía esta “Silent Running” cuya voz de Adeleye Omotayo le da un tono más dramático a cada uno de los coros.
Una de las colaboraciones favoritas y de las mejores, es sin duda la de Tame Impala, la psicodelia de Kevin Parker y el rap clásico de Bootie Brown es todo un deleite auditivo, “New Gold” termina siendo un bucle sonoro encaminado a un breve viaje del que no quieres bajarte.
La mitad del disco es la más relajada, “Baby Queen” destaca por su pegajosa lírica y su ritmo pop psicodélico, mientras que “Tarantula” es para muchos una simple canción de relleno pero nos ofrece una visión más tipo pop de los 80’. Dentro de esta segunda mitad sobre sale “Skinny Ape”, la cual comienza con una suave melodía folk pop para pasar a convertirse en un loco y desenfrenado tema con toda la esencia clásica de Gorillaz.
Lo que sería una de las canciones más poderosas del Cracker Island, término siendo una de las canciones más intrascendentes del álbum, “Tormenta”, prometía ser la colaboración del año pero simplemente es un tema escuchable que no pasa de ahí, nada que no se haya oído ya en Un Verano Sin Ti.
El disco termina con “Possession Island”; un tema nostálgico que se enfoca a dar un mensaje de esperanza y aliento para momentos totalmente oscuros y difíciles. Esta sería la segunda vez que Beck colabora con Gorillaz.
Cracker Island es un disco que ha causado opiniones polarizadas, entre comentarios que dicen que es el mejor disco de Gorillaz, como otros que dicen que es el peor, pero a modo de conclusión podemos decir que es un álbum digno y bien producido, como todo disco tiene sus temas memorables y temas que tal vez no funcionen como esperábamos, al final la música es subjetiva. En estos tiempos donde todo lo que consumimos está basado en la expectativa y en la idealización es muy difícil que algo termine de convencer a todos, por lo que hay que darle su tiempo para que Cracker Island madure a oídos un poco más difíciles.