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La música de Roger Waters es uno de los legados más entrañables para un ser humano, pues su mensaje sigue impactando contundentemente a lo largo de varias generaciones de fanáticos que una noche como anoche fueron congregadas bajo el domo de cobre de la CDMX.
Previo al inicio del show, la gente dentro de la pista se notaba confundida por la ubicación del escenario, ya que unas enormes pantallas en forma de “T” fueron dispuestas al centro de la pista, por lo que desconocíamos cuál sería la ubicación ideal para apreciar el espectáculo. Los 15 minutos previos se avisó a los asistentes que el show estaba por comenzar, encendiendo la energía y la emoción entre nosotros. Una vez dadas las 21:10 H, las luces bajan, las pantallas se encienden y los gritos enloquecidos retumban por doquier, al momento que las pantallas se separan de su base y revelan la ubicación de Roger y el resto de sus músicos que fueron posicionados estratégicamente en toda la superficie del escenario recién emergido.
Al comenzar, un mensaje pedía a los asistentes dos cosas: la primera, apaguen sus celulares; la segunda, si no están de acuerdo con la postura política de Roger, váyanse al carajo ahora mismo. Sin preámbulos, “Comfortably Numb” arrancaba el recital, uniendo las voces de todos los asistentes cantaban con gran sentimiento. Sin pausa alguna, el puente entre “Happiest Days of Our Lives” y “Another Brick in The Wall” consumió entre aplausos y vitoreo al público.
El material visual proyectado en las impresionantes pantallas se tenía de rojo, las diversas víctimas por el abuso de los ejércitos y el abuso policiaco se muestran como principales protagonistas en “The Powers that Be”. El discurso en contra del abuso en la guerra política no cesa, la imagen de Ronald Reagan aparece en pantalla, con una leyenda señalándolo como criminal de guerra, tras la muerte de 30 mil personas en Guatemala, para posteriormente culpar a Obama por aprobar el uso de drones en la milicia, a Trump por continuar aumentar las muertes causadas por drones y finalizando con la imagen de Biden, que recién comienza con su mandato, todo esto mientras “The Bravery of Being Out of Range” sonaba en todo lo alto.
Roger, aún pese a no hablar español, hace un esfuerzo por agradecer a todos aquellos que compraron su boleto desde 2020 y asistieron esta noche, significando mucho para él. Su nueva canción “The Bar”, misma que contiene pensamientos post pandémicos, es escuchada con atención al término de este bello mensaje, dándole paso a un nuevo bloque de canciones de Pink Floyd, siendo “Have a Cigar” la que, tras dar un breve recorrido por su trayectoria musical a lo largo de los años 60 y 70 haciendo un homenaje a sus ex colegas, continuaría con la locura dentro del Palacio de los Deportes.
Durante “Wish you Were Here”, se recordó el origen de Pink Floyd, tras una magnifica noche donde Gene Vincent y The Rolling Stones inspiraron a seguir sus pasos, recordando a su vez a aquellos seres amados que vamos perdiendo en este viaje de la vida. “Shine On You Crazy Diamond” resuena, siendo acompañada de una historia que vivió Roger dentro de su anterior matrimonio, donde la inestabilidad emocional dentro de la cantina del estudio de grabación en Abbey Road causó un gran conflicto. Finalmente, “Sheep” hace su aparición, a la par que un gran globo en forma de oveja dirigido por drones revuela sobre nosotros.
Tras hacer ajustes en el posicionamiento de la batería y otros ajustes durante el intermedio de este espectáculo, la figura de un cerdo que sobrevolaba el interior del domo captura la atención de los espectadores, esto como entrada a la reanudación del concierto con “In The Flesh”, misma que desplegó largos banderines que dejaron al descubierto el famoso símbolo de los martillos cruzados, cuyo significado ha sido comúnmente relacionado al fascismo, enfatizando la lírica de este gran tema.
“Run Like Hell” continuaría enalteciendo el espíritu de lucha, donde el público dejó todo al cantar al unísono, mientras se nos mostraba un video filtrado por un exsoldado estadounidense, donde se observa un asesinato por parte del ejército, sin que hubiese ningún castigo de por medio para los asesinos, no así para el soldado que valientemente le hizo saber sobre este crimen al mundo.
Una ola de éxitos de Pink Floyd derretiría nuestro cerebro: “Money”, “Us & Them”, “Any Colour You Like” y “Eclipse” fueron coreados uno tras otro, causando baile, gritos y llanto entre los apasionados fanáticos.
Para concluir, Roger se reúne para brindar con todo su equipo de músicos y coristas, muy a la mexicana al degustar un mezcal espadín, agradeciendo no solo a ellos si no a todo el equipo de ingenieros que hicieron posible la ecualización y disposición de todo el equipo necesario para crear esta increíble experiencia audiovisual. “Two Suns in the Sunset”, un reprise de “The Bar” y “Outside The Wall” fueron las últimas canciones de este increíble concierto.
Pasan los años y Roger sigue brindando espectáculos difíciles de olvidar, superándose en cada uno de ellos. El pasar del enojo al júbilo, del llanto al baile, y de gritos de protesta a gritos de alegría hace que este concierto sea uno de los shows más emocionantes que uno pueda experimentar, aunado al increíble espectáculo audiovisual que acompañó esta magnífica experiencia que se ha colado en una de las mejores que haya vivido.