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Cristian Franco, ex integrante de Los Nuevos Maevans; relata divertido para Indie Rocks! una anécdota que, de alguna forma, sería un vaticinio de lo que le ocurrió a su agrupación.
“En una peda en casa de un escultor, había una cabeza de Jesucristo tallada en piedra, como de un metro y medio. Y estábamos pensando que hubiera estado bien chido morir aplastados por esa cabeza de Jesucristo y que saliera en el encabezado de una revista. A partir de estar fantaseando con esta idea de ‘andaban de tour, pero murieron aplastados por la fe’, salió el título de Aplastados por la fe que fue un tour que hicimos”.
Y es que Los Nuevos Maevans, agrupación de hardcore-punk surgida en Mexicali, Baja California, durante los años ochenta; terminarían (metafóricamente) por ser aplastados –en este caso por el sistema contra el cual luchaban- y tendrían que separarse, y sus integrantes tomaría caminos separados. Sobre esto, el cineasta Carlos Matsuo recuerda con nostalgia:
Yo creo que lo que hicieron fue lo mejor que se ha visto en México en cuestión de música. Y pues lástima que se dejaron vencer. O sea, no es tanto que los hayan aplastado –como alude Cristian-, pero como que fueron desvaneciéndose cada uno de ellos. Entonces, a mí me pone triste pensar, a veces ni siquiera quiero pensar en eso, porque me arruina mi día”.
Matsuo y Franco unieron esfuerzos para darle vida a Escocia no es un banco, un peculiar largometraje donde el primero documenta los esfuerzos del segundo al tratar de reunir de nuevo a la banda tras años de no verse, y tratar de continuar con el proyecto donde lo dejaron. Pero sus buenas intenciones se toparán con toda serie de resistencias y obstáculos. Director y músico trabajaron estrechamente en esta obra, como comenta Carlos:
“Al final estamos como codirectores. En realidad, cada quien hicimos trabajo de guión y de todo, pero lo hicimos juntos. También el de edición. Todo el proceso fue entre los dos. Fue un proceso muy orgánico, que se fue dando, mientras se nos ocurrían ideas. Y así iban saliendo las cosas, no lo íbamos planeando. No era como alguien que dijera ‘tú tienes este rol y ya nada más, eso es todo lo que vas a hacer’, sino que los dos le dábamos a todo”.
El resultado de esta colaboración a la limón, es un filme un tanto fuera de lo común, que combina elementos característicos del documental, cono otros propios del mockumentary y del performance. Sobre esto el músico comenta:
Por un momento estuvimos a punto de cometer el error de optar por un camino muy predecible. Y el tiempo que tuvimos para hacer la película, nos dio espacios de reflexión”.
Por su parte, Carlos Matsuo añade:
“No fue un plan tan estricto de decir ‘esta es la estructura, y así va a ser’. Lo único es que había algunas cosas que resolver, y la manera de hacerlo para mí, al principio fue usar la sátira. Para mí esa era la mejor vía para presentar la información y para presentarte a Los Nuevos Maevans. De ahí en adelante, la cuestión del mockumentary es una decisión pensada como parte del universo de la banda, como la burla”.
Ese espíritu lúdico que caracterizaba conceptualmente al grupo, está presente en la cinta desde la elección del título, como nos explica Cristian Franco.
“El origen del título viene a partir de un malentendido, de una sordera. Yo escuché una conversación ajena de algo del banco, y dije ‘¿Cómo que Escocia no es un banco?’. Y en realidad ya no supe que fue la realidad de esa conversación, y eso se convierte en un disco. El título de Escocia no es un banco es parte de otros proyectos satelitales que son del mismo cosmos de Los Nuevos Maevans. Una de las agrupaciones hermanas de Los Nuevos Maevans se llamaba Escocia no es un banco. Pero también tiene mucho que ver con esta descomposición de la información, de un mensaje. Como jugar al teléfono descompuesto. Y creo que la película tiene también, dentro de su estructura y visiblemente, mucha de esta característica. Creo que el título tiene una conexión con las acciones performaticas, con el mismo cuerpo o esqueleto de Los Nuevos Maevans”.
De hecho, por su humor crítico, cáustico y por momentos absurdo, el documental pareciera ser como una extensión audiovisual de los shows y las dinámicas conceptuales características del grupo. El mismo Franco así lo percibe:
“Yo si veo al documental como una extensión de lo que hacíamos con Los Nuevos Maevans. El rollo de la sátira y el humor está implícito en el proyecto. La banda tiene ese espíritu de autocrítica por medio del humor. Y lo que hicimos fue amplificarlo, llevarlo al mundo audiovisual. Pero siento que es el cierre de un proyecto que se trabajó, que se cultivó por muchos años con una naturaleza donde interviene el tiempo”.
Y concluye:
“Creo que uno de los legados del proyecto –‘legado’ si se le puede llamar así, ‘residuos’, diría yo- es justamente la película, y muchas otras cosas que se pueden analizar, digamos desde otra perspectiva que no es la sonora, la musical, y que tiene que ver con otros aspectos donde entran en juego la experimentación. Y lo que se hizo aquí es real, y nos podemos parar y defenderlo”.