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La producción del Motomami World Tour (MWT) contó con todas las posibilidades y bondades que brinda ser uno de los perfiles más rentables dentro de la industria musical global contemporánea.
Con ese respaldo a cuestas, Rosalía optó por diseñar un despliegue escénico minimalista donde la columna central del espectáculo sea ella en constante interacción coreográfica junto a su crew multirracial de imponentes bailarines.
No hubo espacio para llamas, ni hielo seco, ni luces multicolor; en su lugar hubo armonía y roce de cuerpos desafiando al límite la física corpórea humana de manera simultánea a la ejecución vocal de Rosalía y el montaje de video-arte que se grabó/trasmitió para el circuito cerrado de pantallas dentro del coloso de Reforma.
Obteniendo como resultado la emulación de una instalación de alguna galería y/o museo donde es ella (junto a su obra musical) la pieza/montaje en ser presentada como un performance de pop que se transforma.
Música pop que muta, se modifica, se ajusta y absorbe las sonoridades de diversas latitudes del mundo para ser concentradas, procesadas y devueltas a los oídos de 10,000 almas que colapsaron la primera fecha del MWT en la Ciudad de México este 14 de agosto y se espera que la formula se replique para su segunda fecha (15 ago) en el Auditorio Nacional.
Y fue entre una nebulosa de impaciencia que “Saoko” liberó la expectativa desbordada de todas las motomamis y motopapis que fielmente añoraban el regreso de la Rosalía a nuestro país para que por fin ofreciera su primer show en Ciudad de México.
Puesto que, su anterior y primer visita se concretó en el Festival Ceremonia del 2019, en Toluca, Estado de México.
Así que, anoche estuvimos de frente al nuevo catálogo de himnos de la catalana, quien de manera muy temprana comenzó a lanzar bomba tras bomba; “Candy”, “Bizcochito”, incluso “La Fama”.
Y de ser honesto, comencé a sentir el peso e inercia de su repertorio puesto que en mi imaginario asumí que serían canciones que presenciaría hacia la segunda hora del concierto y la noche recién comenzaba.
De modo que, para equilibrar su presentación, Rosalía incluyó los temas que la posicionaron en el mainstream con “Pienso En Tu Mirá” y “Malamente” para obsequiarnos una probada de la sonoridad que hizo detonar su anterior álbum, El Mal Querer.
De la misma manera, “Yo x Ti, Tu x Mi”, “Con Altura” y “La noche de Anoche”; temas con los que logró incursionar de forma absoluta en la escena del reggaetón y ganar una presencia mediática gigantesca; con el respaldo de Ozuna, J Balvin y Bad Bunny respectivamente.
Así que, para contrarrestar la enorme oleada de hit tras hit, Rosalía tejió un pequeño oasis de canciones de su catálogo que no gozan de la misma sobre exposición que sus trends de Tik Tok, pero que tienen la sustancia emotiva y sónica para enganchar a nuevos o despistados oyentes.
Es ahí, donde figuró “De Plata” para darle espacio en directo a Los Ángeles, su disco debut que le dio las bases para cimentar su trayectoria discográfica en 2017. Y “Dolerme” un track suelto publicado en 2020 plagado de confusión y desesperación (justo como el mundo pandémico se sentía en ese momento) y que anoche pudo ser presentado por vez primera en CDMX.
Entre el par de sorpresas extras, se dio el turno de un track nuevo e inédito que lleva por nombre “Aislamiento”; así como su estrofa en el remix de “Blinding Lights” que editó junto a The Weeknd.
Las reversiones de las míticas “Perdóname” de la agrupación panameña de reggaetón, La Factoría, así como “Delirio de Grandeza” pieza interpretada por el músico cubano, Justo Betancourt, que Rosalía re-contextualiza, samplea (y se apropia) para presentar a su público extractos de la música que ella consume y modifica.
De vuelta al universo sonoro contenido en Motomami, Rosalía dio vida con los temas pendientes y con la gente totalmente a sus pies llegó “abcdfg”, “Como una G”, “Hentai”, “La Combi Versace” y “Despechá”.
Hacia el encore, “Chiken Teriyaki”, “Sakura” y “CUUUUuuuuuute” fueron los tracks emblemas de Motomami para dar cierre a dos horas de texturas sonoras experimentales vaciadas directamente sobre el público generalizado de nuestra capital.
Una propuesta que tanto a detractores, seguidores, artistas, productores y audiencias nos debería plantear discusiones sobre el quehacer musical a lo largo de la historia de las industrias culturales, su consumo, sus aportes y las limitaciones que hoy generan para el futuro de cualquier panorama musical.