Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
Las canciones del álbum debut de la Cafeta fueron compuestas para pasarla bien, con la única intención de ser tocadas en fiestas de valedores, sin ninguna expectativa, ni intención de convertirse en una banda profesional o de pegar en la radio, ni nada.
Ellos solo querían divertirse, pero la energía que se cargaban en ese tiempo y la música que andaban haciendo en su era primigenia estaba tan chida que se corría la voz a velocidades que ni ellos mismos notaban.
Así, un demo llegó a la mano de Gustavo Santaolalla, él los fue a topar a un toquín en El Hijo del Chopo (donde ahora es la IMER) y después de insistirles varias veces en que buscaran una disquera y grabaran un disco, los Tacubos accedieron y se dejaron llevar.
Pero incluso cuando ya estaban firmados por Warner, seguían sin tomarse enserio todo lo que estaba pasando. Y es que, en realidad, el contrato que les hicieron no era uno muy atractivo, porque eran un grupo nuevo, la disquera desconfiaba, no creían que fueran a pegar; por eso mismo no había cómo tomarse enserio las cosas.
El disco fue lo que menos esperaban: todo un maldito éxito. Las 30,000 copias de la primera edición se acabaron en friega, poco tiempo después, el primer disco se ganó un disco de oro por vender 100,000 copias, así nomás.
Y así, los Café Tacvba, son el claro ejemplo de que tu vecino o el vecino del vecino puede estar creando tu próxima rola favorita, nomás falta apoyo, cosa que le da miedo a la industria de la música, apostar por nuevos talentos.
Los alaridos con los que inicia “Rarotonga”, los gemidos de “La Chica Banda”, las cajas de ritmos, las melódicas y el coro “Charros negros borrachos, charros negros mareados, charros negros ahogados”, fueron grabados en los estudios Crystal; donde también se grabó El Circo de La Maldita Vecindad.
En esa época, el canijo del Rubén se hacía llamar Pinche Juan, se dice que es una tropicalización de Johnny Rotten.
Pensándolo bien, no había cómo no pegara el primer disco de los satelucos, si la música vernácula, el mariachi, el bolero, las polkas, los corridos, son generosos por los que la industria de la música sigue apostando y desde su invención hasta la fecha siguen estando en los primeros números de reproducción en México y en Latinoamérica.
Ahora, los latinoamericanos somos re cábulas, nos gusta divertirnos, reírnos y pasarla bien… El disco homónimo de los Cafetos está lleno todo eso, letras chistosas, ruiditos alocados, melodías pegadizas y los vemos a ellos tocando en vestimentas rupestres, con las que nos sentimos familiarizados. Y que hasta se ganaron comparaciones con Los Xochimilcas (otros cábulas de la música popular mexicana).
Todo lo anterior tenía que pegar, sí o sí. Porque, además, había de todo para todos, “María” a la fecha es una favorita de papás y abuelos, rolas punk para armar el slam como “Pinche Juan” o “La Chica Banda”, funk juguetón como “Labios Jaguar” o rolas para festejar en el bar como “Bar Tacuba” o “Noche Oscura”.
Es más, si ahorita mismo te propones darle play a la primera rola de ese disco, no hay manera que lo detengas, te vas a quedar escuchándolo hasta el final, cantando, saltando y riendo durante todo su recorrido completo.