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Un disco especial de una artista increíblemente especial. A través de los años, Natalia Lafourcade nos ha enseñado lo versátil y amplia que es su capacidad creativa, pero en el año 2002 conocimos su versión más curiosa y lúdica.
El 2002 fue un año decisivo para la carrera de Natalia Lafourcade. Logró conseguir el interés del productor Loris Celoni para producir su álbum debut, mientras trabajaba componiendo para las bandas sonoras de las películas Amarte Duele y Temporada de Patos. Para cuando la artista mexicana publicó su primer álbum como solista, el éxito ya la estaba esperando.
El disco debut y homónimo de esta gigante de Veracruz, estableció su nombre como productora en la escena mexicana que se alimentaba del contenido que fuera exitoso en MTV. La artista era ávida seguidora de la televisora, en una época en la que, en sus propias palabras, MTV “sí era un canal de música en México”.
Un debut bien cargado de pop rock, sintes y mucha fusión en la que se siente la influencia del caribe; es un primer álbum lleno de energía - tal como debería ser. Habla mucho de amor, de sentir, de dejarse ser, todo lo que esperas que sea tu vida antes de cumplir 20. Habla de querer con cada rincón del alma, pero también de llevar las riendas de tu vida y mantenerte rebelde siempre.
Claramente, “En el 2000” es la canción que más recuerda el millenial común y corriente. Una canción que, cuando la empezó a tocar para sus amigas en el colegio, se volvería en su primer gran éxito, y también la primera canción de la que se aburrió rápidamente, como siempre pasa con todos los grandes artistas. Los singles de este disco fueron también, “Busca un problema” y “El destino”, los que mostraban el rango del álbum.
Pero si te detienes a buscar en el tracklist, encuentras joyas como la acústica “Mañana Olvidaré” con su toque naive de ser un primer corte; o la bossa-pop “Elefantes”. Si escuchas “Busca un problema”, o “Noche Divina”, no dices “ah, indudablemente esta chica va a meterse de lleno al folklore mexicano luego de esto”. Pero sí, el camino que siguió luego de Hu Hu Hu, su disco del 2009, no fue un camino ortodoxo.
Si bien siguió experimentando en esta amplia gama de géneros en su álbum Casa con su grupo La Forquetina, este lado del espectro de la experimentación, el que conocimos en el primer disco, no lo volvió a visitar. Hay muchas de las Natalias de este álbum que extraño, como por ejemplo, la Natalia de “Mango”, o la de “Te quiero dar”, donde tenemos una Natalia que coquetea con el rock pero en su quiebre lo fusiona con bossa nova para darle un respiro al estallido. También la de “Otra vez”, en la que el bajo y los saltos a la electrónica tienen más presencia que en sus singles.
Con el tiempo, quienes somos fans de Natalia desde que nos acordamos, hemos tenido la suerte de disfrutar todas las Natalias que nos ha querido mostrar. La que nos hace mirar hacia adentro, la que nos llama a escuchar a nuestros alrededores, la que nos invita a sentir intensamente y expresar todo con poesía del día a día.