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Viernes en Austin. De por sí el SXSW pone a la ciudad de cabeza, y si a eso le sumamos que los universitarios estadounidenses salen a parreandear, el resultado es una fiesta de decenas de cuadras, donde la música, obviamente, es el principal atractivo. Nosotros empezamos con una gran sorpresa en el Centro de Convenciones (headquarters del festival): Imam Baildi, la fusión en todo su esplendor. ¿Qué tiene esta ensalada? Música balcánica como ingrediente principal, adicionado con trip hop, drum and bass y hip hop. Para el toque final, un MC dominicano y una deliciosa voz femenina.
Después de cumplir con algunos deberes, caminamos unas cuantas cuadras al sur de la ciudad. Llegamos al Auditorium Shores, que estaba mucho más lleno que el día anterior. Era de esperarse, los Flaming Lips cerrarían ese escenario. Pero a nosotros nos ocupó Jim James. El originario de Louisville sonó algo plano, pero su música nostálgica no apagó los ánimos de la gente. Después, algunos amigos nos contaron que Flaming Lips dio clases al tocar dos discos completos, pero eso ya no lo vimos.
¿Por qué? Decidimos ir al Stephen's F, a ver al noruego Bernhoft, que maneja los loops con maestría, y complementa sus ritmos (que hace golpeando su guitarra) con beat vox. A pesar de que el espacio era reducido, el músico contagió a la gente que, después de siete canciones, salió feliz y con ganas de más, al igual que nosotros. Acto seguido, fuimos a nuestra siguiente parada: Maggie Mae's, para escuchar a The Zolas. Sinceramente, nada conmovedor; es rock alternativo básico, simplón. Tres canciones después, cuando nos dirigíamos a ver a TEED, escuchamos un buen beat y decidimos entrar al Stubhub Live, donde alcanzamos las últimas dos rolas de Orthy, rock alternativo otra vez, pero con un poco más de energía, nada que volara los sesos.
Salimos con dirección al Hype Hotel con la esperanza de ver a TEED en full band, pero nos recibió, de nuevo, con un DJ set, nada mal, hemos de decir, pero quedó a deber con un "en vivo". Así nos acercábamos a la media noche, pero antes de que el reloj se convirtiera en ceros fuimos a ver a Savages. Las londinenses explotaron el escenario y dieron muestra de una gran calidad en la ejecución, pero ni la belleza de Jehnny Beth despertó a un público que apenas movió la cabeza cuando escuchaba este poderoso punk.
Nos quedamos en ese mismo venue, Club de Ville, para escuchar a Youth Lagoon, banda esperada por unas 300 personas. Trevor Powers y compañía cumplieron, pero no hicieron saltar a nadie. Tuvimos que salirnos poco después de la mitad del showcase porque a siete cuadras (larguitas) nos esperaba la joya del viernes: Toro y Moi.
El lugar, The North Door (donde un par de días antes tocó Molotov). Chaz Bundick nos hizo bailar durante casi una hora con su pegajoso funk electrónico, toques disco y una pizca de house. Sin duda, uno de los mejores actos en vivo (del género) de SXSW. Poco antes de las 2 am, Chaz dijo adiós, pero la concurrencia no paraba de gritar "one more song", así que el de Carolina del Sur salió para ofrecer eso, una más, con lo que mandó a todos a dormir con una sonrisa de oreja a oreja.
Otro gran día de buenos descubrimientos y excelente música del mundo.