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Dan Bejar ha sabido labrarse una sólida carrera como intérprete y compositor durante los últimos 25 años, recorriendo la vanguardia del folk hasta dar la vuelta completa y llegar al dance industrial, impregnando cada melodía la esencia desprolija sello del canadiense. Hoy, y tras toda una vida en las entrañas de lo musical, nos dimos a la tarea de conversar con el showman sobre todos los detalles alrededor de su más reciente material, su larga colaboración con el productor John Collins y su sentir personal sobre las decisiones que le han llevado a ser una de las voces más reconocibles en el panorama de sonidos norteamericanos.
LABYRINTHITIS, lanzado a finales de marzo vía Merge Records, nos transmite a filo de dance y electric wave el experimentar de Bejar y compañía durante la reciente emergencia sanitaria, haciendo de la creación en confinamiento una experiencia compartida mucho menos intrusiva de lo que pudiera parecer.
“John y yo no éramos realmente ajenos a trabajar remotamente, habíamos hecho discos así antes, aunque es extraño cuando se convierte en una restricción más que una decisión. La primera vez que lo hicimos fue emocionante, esta vez era la única alternativa para seguir adelante. Lo que más quiero ahora es contacto humano, hacer música con personas reales en la misma habitación”.
Aún con la familiaridad de ambos músicos con el formato, el álbum parece resentir, de una u otra forma, la atmósfera de incertidumbre vivida desde el exterior, mostrándose mucho más vertiginoso y con menos momentos de calma a comparación de trabajos anteriores.
Hay muchas bromas crueles en las letras, algunas canciones parecen guiarse por cierta villanía, algo amargo. No estoy seguro de si eso fue producto de la pandemia”.
Citando a Bejar en entrevistas pasadas, Poison Season (2015) fue el disco que mejor capturaba su sentir alrededor de lo vocal, centrándose en el desgarre del músico por sobre la instrumentación. El reciente lanzamiento pareciera apuntar exactamente en la dirección opuesta, ubicando al cantante por detrás de todo arreglo para brindar el espacio necesario a la naturaleza de los sonidos.
“LABYRINTHITIS lo siento como yo desapareciendo entre la música, verme perdido apartado de ella. La realidad de mi persona quizá reluce en los momentos donde todo está ligeramente desafinado, al hablar o rapear y sí, comparado con álbumes como Poison Season lo vocal queda de lado, desorientado al clamor del ruido”.
La única constante en la discografía de Destroyer parece ser el cambio, pasando del minimalismo acústico en los primeros EPs a la complejidad de secuencias y sintetizadores, el proyecto ha sabido profundizar en su universo musical, haciendo de la duda sobre la intencionalidad de los sonidos quede siempre sobre la mesa.
Creo que es mucho más natural ¿sabes? No me la paso buscando nuevos sonidos todo el tiempo, creo que los discos son usualmente un producto de con quién estoy colaborando en el momento. Llevamos algo de tiempo tocando juntos pero el LP no suena como un LP de banda, es más como un montón de recursos editados y manipulados. Muchas veces me encuentro volviendo a ciertos estilos de composición, 'The Last Song' es un gran ejemplo de ello, un antídoto folk a todo el caos y velocidad de los tracks anteriores”.
Y, dejando de lado los tecnicismos, volteamos al hombre detrás de lo melódico para dar razón a la línea de evolución constante. Tras 13 álbumes de estudio, numerosas sesiones en vivo, presentaciones internacionales y el aprecio de un público que le ha visto crecer, la esencia del proyecto parece haberse mantenido intacta.
“No estoy seguro de lo que ha cambiado en mí desde la primera canción de Destroyer. Creo que las diferencias obvias son las que encuentras entre alguien de 23 y alguien de 49, pero es extraño, he estado haciendo esto casi toda mi vida adulta. Ya no escribo interminablemente en pequeñas libretas ni toco la guitarra todo el día para componer como en los primeros años, ahora solo hablo conmigo mismo y lo transformo en canciones. Me centro más en cosas como las atmósferas, el groove en el bajo, la importancia de un buen beat. Pero podría darle la espalda a todo esto mañana [ríe]. Quizá escribo menos palabras, mi voz es más grave, menos urgente, menos ebria, pero la música sigue sonando a Destroyer”.
Nuestra conversación con Dan Bejar llegaría a su fin entre la incertidumbre de un mañana que aún no llega y un presente luchando por volver a la normalidad, manteniendo la promesa de nuevos estilos en el incendio creativo del canadiense y con miras a nuevas fechas en la fraternidad del show en vivo.
Todo es posible… o nada es posible. Justo ahora estar sobre un escenario, tocando música frente a otras personas parece ser un gran paso hacia el futuro. Me encantaría ir a México, lo único que tiene que hacer es preguntar y ahí estaré”.