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Bombo, caja, bombo, hi hat sintético a dieciseisavos, riffs de bajo ahogado enmarcando la estridencia de la guitarra que se aleja. Bombo, bombo, voz que te recuerda sentirse niño y estar perdido. Caja, hi hat, caja, hi hat; bailar hasta que llegue la muerte.
La primer y esperada visita del proyecto de post punk español a tierras nacionales daría inicio al interior del Indie Rocks! con la presentación de La Texana, regalando a la joven agrupación tijuanense un bautizo de fuego con doblete de fechas en sold out y una multitud más que dispuesta a contorsionarse tal y como Ian Curtis lo hubiera querido.
El proyecto comandado por Josué Ramírez en formato full band, junto a Ángel Jiménez en el midi, Vals a la luna a cuatro cuerdas y pista tras pista de secuencias percutivas, nos regalaría una más que intensa introducción a la noche de sonidos obscuros que teníamos por delante. El triplete haría gala de su nada despreciable repertorio siendo la profunda voz del frontman el foco de atención en cada uno de los tracks, tocando las fibras más expuestas de los afines al género y llenando las paredes del venue con esa euforia casi fría característica del dance tirado a cripta.
El interludio de 21:00 a 21:30 daría a penas tiempo suficiente para que Marcos Crespo y compañía tomaran posiciones sobre el escenario mirando fijamente al mar de escuchas frente a sí. El silencio se había convertido en un hiss constante y humano, acentuado únicamente por la luz azul caída sobre los europeos y reflejada por la doble línea blanca en el track top del vocalista. El post punk a punto de golpear.
El acto estelar daría inicio entre baterías programadas, bajos ahogados, guitarras estridentes y el impulso característico en la voz de Crespo, tirando a Depresión Sonora hacia el lado más energético e incendiario de lo musical. La Jaguar negra del frontman no se detendría hasta pasadas las primeras tres canciones del setlist, arrancando los alientos de la escena negra y volviéndoles uno a la coralidad del público jurado.
El ritmo constante de la instrumentación terminaba por acostumbrar el oído a los recursos del tridente bajo los reflectores pero el la lírica se mantenía. El existencialismo dulce en “Gasolina Y Mechero”, “Ya No Hay Verano” y “Tú No Me Tienes Que Salvar” fueron quienes guiaron la energía en la joya de la Roma Norte. Veíamos al músico hablarnos desde la crudeza de quien quizá nunca tuvo rumbo, de la juventud que ya no vuelve, del querer huir y no culpar, de querer morir perdidamente enamorado, de quien sufre sin olvidar que la vida también es baile.
El post punk expone de muchas maneras las constricciones de la condición humana. Aún cuando lo melódico nos hable desde una intimidad sofocada la celebración, al menos desde fuera, parece no cambiar. Seguimos saltando cuando el hombre frente nuestro grita sobre su infancia en soledad, nos movemos rítmicamente dando vuelta al llanto de lo colectivo, la confesión armonizada hecha ardor y miradas al cielo a merced del overdrive.
Depresión Sonora despediría su debut en la capital nacional con una celebrada reversión a “Disorder”, original de Joy Division, dejando caer el micrófono al ritmo de “Hasta Que Llegue La Muerte” y volviendo en un más que sincero encore (corto de setlist) con “Gasolina Y Mechero” una vez más.