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Monstruo de papel, no sé contra quién voy. ¿O es que acaso hay alguien más aquí?
Estamos de regreso. Y algo me dice que este recorrido de pesadilla nos alienta a valorar el espacio, el tiempo, el momento, el respiro. Las personas a la redonda, desde la marchante del puesto de vegetales, hasta el sujeto que entrega la mensajería consiguieron darme compañía, frescura de rostros desemejantes y valorar conversaciones incrédulamente interesantes. Un periodo ─aún de ligero encierro─ donde mantenemos distancia ¿por qué? Aún no lo descifro: no se sabe si por conveniencia, por susto o por la simple razón de que “disfrutamos” la lejanía. ¡Vaya forma de darme cuenta! ¿cuenta de qué? Pues, vamos, de los mínimos detalles…
El 2021 ha concluido, hace unos días de hecho. La segunda parte de este triller que abarcó una temporada crítica y radical, de una comprensión y educación memorable como nunca la recibimos, por fin ha consumado. Algo me dice, corrígeme si me equivoco, que estos 12 meses nos dejaron un adiestramiento extraordinario, tal cual como el periodo. Quién diría que un sujeto asiático tragando aves prohibidas nos daría la cátedra más sorpresiva. Han sido 365 días de avance y progreso… aunque no se saboreé así. De hecho, respetable lector, podría dictar que la educación recibida en estos tiempos que se fueron con el año pasado tuvo que ser tan significativo que podemos reconocernos como “personas distintas”; si después de este desmadre no se presenta un cambio en nuestra manera de vivir, estamos en serios problemas.
Una pandemia que comienza cambiando el significado de “cuarentena”, aquella que se extiende a más de 730 días y sin un final cercano, viviendo variantes mucho más frecuentes y tramposas que las versiones que se publican de iPhone. Casi 24 meses de reglazos con un docente extremo y manchado apodado COVID. Se siente que en estos dos años nos han robado uno, como un desgraciado ladrón de vagonetas en el Estado de México (tan desgraciado como el mismo Gobernador del municipio) que nos arrebata cosecha, esfuerzo y amor.
El turno avanza, posiblemente más lento que de costumbre: al poder vivir a paso pausado nos ayuda a disfrutar los rincones de lo que no mantenemos en prioridad. Vamos volviendo… poco a poco, con prisa, pero con mayor seguridad, con una dilatación en el instante y en el raciocinio. Pausando los momentos para respirar (debajo de un cubrebocas), mirar alrededor y agradecerse a uno mismo el poder hacerlo… pues más de medio millón lastimosamente dejó de disfrutarlo. ¡Vaya fortuna que tenemos! Tan afortunados como poder abrazar a los nuestros, pedir otra ronda en el bar favorito o estirar los brazos en un concierto. Esa ha sido la fortuna de este 2021, un año que nos mostró lo importante que es “curarnos en salud”, dice el dicho. Cuidarnos más, pues.
Ahora, mientras el momento me permite tomar un café en mi banca favorita del centro de Tlalpan, reflexiono los antecedentes que me/nos hacen suspirar… al recordar el paso del tiempo en un año que parece que no pasó: por fin el gobierno americano consiguió desterrar de su mandato a un desdichado Trump; en nuestro país, la tanda de vacunación avanzó dejando de lado la limitantes y posibles inconsistencias… un juego notable en periodos de elección. Del gobierno actual ni se hable (ni de éste ni de los anteriores, resulta ser muy similar). Un regreso a clases con deficientes estrategias… pero bueno, se consiguió; juegos olímpicos tan pardos como el presupuesto que México dedica a nuestros deportistas; la neta, así se sintieron. El aniversario luctuoso de los siete años de los 43 normalistas que, por cierto, sigue el gobierno sin cumplir su “promesa de campaña”. ¡Tres años de su gobierno 4T! recordar eso me da comezón por intentar hacer que corra más rápido el tiempo. Proyectos incompletos, escándalos de corrupción, el triunfo ─¡por fin! ─ del Cruz Azul y el Atlas y un presidente “de izquierda” en Chile. Si el resumen es evidente, el paso de los días, de las horas fue catastrófico y a la vez emotivo. Parece tan lejano el enero del 2021 y tan vivaracho el del 2022. ¡Cabrón, 2022! Ni siquiera Marty McFly y el Doc lo vieron venir; hubiera dado mi voz por tener un almanaque para prevenirnos con espacio considerable.
Ahora, estamos activos en el año 22 del milenio en que se rumoraba el caer del mundo entero; ojalá tarde un poquitillo más en ocurrir. Andamos caminando en las calles de la existencia, los caminos de la vida dice memorable canción; cuidando a los nuestros y entre ellos a nosotros mismos, valorando más el esfuerzo, el trabajo y el chingado dinero. Protegiéndonos del entorno, como buenos chilangos de los carteristas, solo que en estos tiempos el ladrón nos arrebata el gusto, el aroma, la vida y no el aguinaldo. Creo yo, un año que nos dejó vivir con un poco más de “paz”, si es que así se puede llamar. Con delicadeza y empatía, de cuidados que un extraterrestre podría ejemplificar como ridículos. Un 2021, que por cierto ya terminó, en el que conseguimos mirar un cielo más abierto, despejado pero que a su vez se va empañando por la contaminación que naturalmente estamos produciendo. Un año de riesgos y de tolerancia, como presos que vamos escapando de una celda llamada sistema tradicionalista, sujetando el respeto y la paciencia, la apertura y un jugo de frutos de igualdad.
En fin, un año más dirán en las misas de las iglesias arcaicas. Sí, en efecto un año más. Posiblemente antes era solo un nuevo momento para establecer compromisos, retos y propósitos de año nuevo; sin embargo, canijes, este año lo siento distinto, más cambiado… nos veo cambiados. Esta migraña llamada COVID nos abrió la carta de nuestro menú de vida y nos hizo ver el lado derecho donde se ubican las consecuencias. Sí, ya terminó… y qué alivio; vamos avanzando, repito. Pero aún seguimos vigentes en la racha más catastrófica que yo pueda reconocer; ahora estoy celoso de las historias que nuestro hijes podrían contar. Adiós 2021, lárgate. Danos chance de renacer. Admira como tu recorrido nos evolucionó y siente envidia de que estos extrovertidos humanos no bailaron tanto contigo como lo haremos en el año que inicia.
¡Vaya pesadilla! Andamos corriendo con una bestia detrás. Quisiera desear que todo fue una mentira, un sueño tonto y nada más, pero pese a todas las tristezas enfrentadas, reconozco el valioso amaestramiento. Mirémonos a los ojos y dejemos de engañarnos, no queremos ocultar que hemos pasado en este 2021 sin tropezar. Ahora ya creo en los fantasmas terribles de algún extraño lugar; vivir en un mundo descomunal hace sentir mi fragilidad. Estamos aquí 2022, peleando contra corriente. Por favor deja que pasemos sin miedo, la lucha de gigantes nos ha agotado, el duelo salvaje nos ha advertido ya. Sí… como la canción.
Apreciable canore, este anticuado autor les desea que los próximos 12 meses de este 2022 sean de luz, fuerza, aprendizaje, logros y felicidad: los cinco en cantidades desbordantes. Por lo mientras, yo aquí estaré observando cada instante que panee sobre mis ojos para regresar contigo y que juntos pintemos historias musicalizadas. Qué el sexo, las drogas (cual prefieras) y el rock & roll nunca falte en tu andar. ¡Feliz año!