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El paso del tiempo es, casi siempre, un sabio y justo curador, que hoy tiene a Babel en el lugar que merece, y es que era imposible que a mediados de los 90 la banda supiera que estaba a punto de grabar un disco, necesario, obligatorio y atemporal.
Mencionar a estas alturas la importancia de Santa Sabina, de sus extraordinarios músicos y la inconmensurable figura de Rita Guerrero resultaría redundante, no así concentrarnos en Babel, un trabajo que a los ojos de sus protagonistas no resultó muy placentero el proceso de grabación, sobre todo de postproducción, hay un video en YouTube donde en entrevista para MTV en el marco de la presentación del disco en el Teatro Metropólitan, la banda hace saber su inconformidad.
Rita Guerrero, Poncho Figueroa, Alejandro Otaola, Patricio Iglesias y Juan Sebastián Lach, se pusieron en manos de Peter Baleani y Pedro Aznar, y aunque la vibra desde adentro no convencía del todo, el público resultó cautivado, le abrió los brazos, los oídos y se consolidó con el paso de los años.
¿Qué hace a este disco especial?, probablemente varios factores, primero es un disco largo, 16 canciones, intensas, ascéticas y memorables; es también el trabajo más conceptual de todos, es probablemente el momento más integral de la banda, me refiero a todos los ángulos, desde la estética hasta el performance.
Alex Otaola declaró alguna vez que Santa Sabina tiene muchas caras y muchas aristas, Babel representa una muy interesante y entrañable, en este su tercer álbum de estudio se desprendieron sencillos como “La Garra” y “El Ángel”, ahora clásicos del rock nacional.
El trabajo de la banda es un camino de exploración, de posibilidades, las referencias bíblicas aparecen, un aire lúgubre, incluso de desconsuelo, envuelve a Babel. Más allá de una evolución podría ser la consolidación, Santa Sabina deja de ser un grupo, para ser una bandera, para empezar la mitificación, se hace un espacio en el altar para ser adorados.
¿Es el mejor disco de su carrera? Puede ser, la afirmación es fuerte, pero la realidad es que todas las aristas de la banda son interesantes; su inicio contundente, el apoyo al EZLN, el regreso en el Vive Latino, el homenaje póstumo a Rita. Parece que Santa Sabina estaba destinada a marcar generaciones, a darle luz a nuestro lado oscuro.
Es irónico pensar que después de un cambio de alineación, de una grabación no tan grata, de un corte presupuestal a mitad del proceso, (es la última grabación de Culebra Records antes de quebrar), resulte un disco que la gente atesora con mucho amor, eso es como dice la canción, “La risa de Dios”.
En resumen, la juventud a mediados de los noventa necesitaba cantar que el arrepentimiento no basta para sanar, o que morir es llevar nuestro amor al abismo. En realidad no importa la década, siempre lo necesitaremos, necesitaremos a quien le ponga música a nuestra búsqueda y nuestro crecimiento, siempre vamos a necesitar a Santa Sabina.