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El sonido es uno solo; somos nosotros quienes colocamos el silencio en rangos de tiempo específico para regalarnos la ilusión de melodía, armonía y resolución. Podríamos pensarle, en su estado más puro, como una jaula auditiva extendiéndose hacia todas direcciones, cuyo único propósito es el de privarnos del espacio sensorial que nos aleja de nosotros mismos. Este impulso de bruma y éxtasis decayendo violentamente hacia lo íntimo fue el retratado por Par Ásito, en compañía de El Universo, durante el cierre del segundo Ciclo Hipnosis previo al esperado festival.
El proyecto capitalino comandado por Eder Ademar rompía el stand by dentro del venue a base de sonidos hard ambient, introduciéndonos suavemente a las capas de instrumentación colocadas quirúrgicamente por los integrantes. Bajo, batería y el juego de loops labrado por la Jazzmaster del frontman envuelto en los arreglos de la Jaguar en manos de Samuel Osorio (Sunset Images) serían más que suficientes para arrancarnos el aliento durante la cascada de distorsiones derramándose desde el escenario.
Traducir las horas de trabajo en solitario por parte de Ademar a un formato full band debió ser uno de los más grandes retos a los que se haya enfrentado El Universo dentro de su meteórica carrera artística, sin embargo, la compenetración entre los músicos aunada a la libertad de jam presente en cada track dio como resultado una marejada de shoegaze, space sound, stoner y krautrock plenamente disfrutable por los asistentes.
El avance del setlist no hacía más que transportarnos al mismo mood de sensación extrema compartida por los altos parlantes. Éramos arrastrados por la vastedad del vacío cósmico llegando a los límites de lo ultraespacial, escuchábamos visiones de cuerpos celestes colisionando unos con otros, la voracidad del cuerpo negro, el incendiar masivo de lo estelar. Habíamos llegado al centro del cosmos y en él la única verdad fundamental: ruido.
El hilo de soundscape que El Universo dejaba tras de sí nos servía de guía para encontrarnos frente a frente con el acto estelar de aquella noche. Iniciando como un pequeño empuje de voracidad que se convertiría en un trance de sonido monstruoso sin lugar a respiros por poco más de 60 minutos; Par Ásito había comenzado.
Reverbs hiperestéreo a seis cuerdas, paisajes de sintetizador estridente, hipnosis de bajas frecuencias y uno de los bateristas más imponentes del mexaground contemporáneo son solo algunas de las líneas con las que podríamos empezar a describir la experiencia en vivo que es el cuarteto, quienes, tras encontrar una base sólida en la dupla del guitarrista Fabriccio de la Mora y el tecladista Daniel Nuñez, han sabido rodearse de los músicos correctos para volar las cabezas del público en cada uno de sus conciertos, siendo esta última fecha no la excepción.
Explosiones de progresivo camuflajeadas entre riffs distorsionados y wall of sound nos acompañarían intermitentemente a lo largo del set, intercalándose con respiros instrumentales subiendo y bajando el tempo en cada corte para introducir aún más textura entre lo armónico.
El furioso descenso por cada track larga duración parecía no poder terminar, Par Ásito había encontrado la manera de sangrar las paredes del foro indefinidamente llevando el oído colectivo hasta el corazón del space hell, dejándonos perder, caer y elevar ante la mirada furtiva del sacro ruido.
Davo Peñaloza (Davosea) daría los toques finales a la brutalidad en este cierre de ciclo dejándonos más que preparados para la fiesta grande los próximos cuatro, cinco y seis de noviembre. Hipnosis más vivo que nunca.