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En la actualidad Nika Danilova, mejor conocida como Zola Jesus, ha entendido que su papel no viene precisamente ligado al reconocimiento masivo, lo de ella, es más cercano a la comuna de músicos que beben de la experimentación y que de vez en cuando lograr atraer a las masas con alguna de sus canciones que levemente rozan los estándares de la comercialidad.
Para cuando salió Stridulum II (2010, Souterrain Transmissions) la crítica elevo hasta los cielos el trabajo de la compositora, pero la audiencia la tenia catalogada como una artista más del underground. En un afán de acercarse al público y ser entendida, Danilova trabajó en letras mucho más explicitas, no por ello menos oscuras y preparo su voz para la búsqueda de melodías que fueran más agradables (dentro de sus posibilidades) al odio, de ahí nace la idea de salir “adelante” o lo que es lo mismo su tercera producción Conatus.
El álbum continua con las capas de voz que apoyan el amplio registro de su anfitriona pero aquí la idea de la electrónica esta más enfocada en crear ambientes y escenarios que complementan mejor su instrumento y que además no compiten con ella, apoyadas de unas cuerdas que curiosamente se perciben más cercanas al industrial que a la música clásica. El sencillo "Vessel" es quizá la carta más directa del disco, pero al mismo tiempo es tan intrigante como por momentos ambigua, parece hablar de un poder superior, son los temores de su autora manifestados en si misma.
Así tenemos temas que se volvieron en su mayoría joyas de su repertorio cómo la bailable y techno “Ixode” con la línea de sintetizadores que acompaña su voz mientras interpreta … nadie sabe lo que dice, las palabras (que se pueden encontrar en internet) no corresponden a ningún lenguaje, así que lo deja interpretación libre.
Uno de los puntos altos del disco viene con "Skin", una oda a la transformación, a dejar aquello que nos molesta en busca de un nuevo comienzo. Esta “balada” acompañada de piano y algunas intervenciones orquestales es una antesala de lo que vendría en posteriores discos, aunque también es un indicativo del sonido que sería marca de la casa: menos, es más.
Así, tenemos temas que abordan relaciones tomentosas (“Lick The Palm of The Burning Handshake"), mantener las expectativas bajas cuando lo inevitable puede suceder "Hikikomori". El disco cierra con “Collapse” que mantiene una secuencia de patrones muy simples en sus sintetizadores, pero en la voz de Zola, todo se escucha grandilocuente, ensoñador y oscuro a la vez, mientras escuchamos una llamada a sentir, de cualquier forma, de cualquier manera, sentir para evitar el sufrimiento.
Este trabajo es el único de la cantante que ha debutado en el billboard 200, pero solo estuvo una semana en el chart. Después de este disco llegaría el inesperado éxito comercial, pues más de 20 mil personas comprarían su propuesta de arreglos orquestales en Versions (Sacred Bones, 2013), lo que desataría sus ganas por ganar terreno a nivel comercial en el irregular e incomprendido Taiga (2014, Mute Records) que finalmente la llevarían a su trabajo más difícil, pero al mismo tiempo más abrazado por su público Okovi (2017, Sacred Bones). Pero en la historia de Danilova, Conatus es una prueba de que el pop no necesariamente esta poco relacionado con la experimentación y viceversa, son dos mundos que por años parecieron distintos entre si, pero cuando se tiene una voz como la Zola Jesus es inevitable que todos quieran ser parte del viaje.