Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
Joy Division se fundó como una abandonada ermita. Terminó como un lóbrego templo donde oraban por la providencia de las oscuridades. El sombrío santuario fue sostenido por cuatro visibles contrafuertes, Ian Curtis, Peter Hook, Bernard Sumner y, Stephen Morris. Hubo uno quinto, tan fundamental como invisible, Martin Hannett.
El primer aliento de James Martin Hannett sucedió el 31 de mayo de 1948 bajo el contaminado cielo de Mánchester, Inglaterra. Desde temprana edad tuvo una aprensión por el sonido que se manifestó a los doce años cuando se hizo de un costoso equipo de alta fidelidad. A los 14 experimentaría la música, un tío le obsequió un bajo. Uno de los primeros trabajos de James Martin fue en una compañía demoledora en donde degustaba de estremecedores ruidos que permanecerían por siempre en su perturbada psique. También apreciaba de contemplar espacios, sus oídos, hambrientos ojos, se alimentaban de la cadencia ambiental. En 1970 se gradúa como químico. La insólita alquimia que practicaría sería la musical. Su primera incorporación a la industria la emprende contratando bandas para la universidad en la que estudió. Al mismo tiempo inició interviniendo el equipo que le acompañaba, lo modificaba, lo mejoraba. Aprende a mezclar. A mitad de la década de los setenta creó música incidental para una cuadrilla de teatro. Continuó con la banda sonora de un cortometraje, All Sorts of Heroes. En 1977 se integra a la cooperativa musical Music Force que alquilaba equipo de audio y en la que agendaba grupos para conciertos. Al cabo de algunos años junta dinero para, en la colmada efervescencia punk, fundar su sello discográfico, Rabid Records. El estudio de grabación ofreció la oportunidad para promocionar a Slaughter and the Dogs. La primera banda que produjo fue a Buzzcocks. En estas incipientes diligencias se hacía nombrar Martin Zero. Al mismo tiempo produciría la música del poeta disidente, John Cooper Clarke.
En Music Force, por el ex baterista de Joy Division, Terry Mason, fue que Hannett supo de la emergente banda en 1978. Cuando los escuchó por primera ocasión, días después en un concierto, distinguió de inmediato el abrasivo potencial. Crearía junto con el cuarteto de músicos un linaje que hoy se reproduce como una gesta de leyenda, como una sombra que recorre frías tumbas, las de menguadas evocaciones. La primera participación del productor quedó registrada en la canción "Digital", grabada el 11 de octubre, el sórdido presagio fue titulado con el tecnológico nombre a consecuencia del delay1 que semanas antes había adquirido Martin. Exceptuado el EP An Ideal for Living fue el productor musical de toda su obra.
La segunda colaboración entre Hannett y Joy Division también gira a 33 1/3 RPM en el LP que fue lanzado el 15 de junio de 1979, nombrado Unknown Pleasures. Sobre la escabrosa senda de adversas letras, entre la discordante hechura de rabiosas composiciones, Martin cincela con precisión la dura piedra del punk. Talla aciagas estridencias, repuja fabriles crujidos, labra industriales fragores. La insidiosa manufactura de sus faenas como productor está incrustada en todas las pistas. El mejor ejemplo es la prodigiosa pieza con la que abre el Lado A y que muchos infieren es la que mejor representa a Joy Division. Los argumentos exponen que "Disorder" empieza con los secos golpes que Morris propina a los tambores, seguidos por los instigadores riffs con los que Hook acomete a los estímulos. En seguida se integran los arteros acordes de Sumner para después conferir el himno por la grave voz de Curtis. Esta aseveración es incompleta. Omiten que tras la artera intervención de Peter, discurre de manera fugaz, como la estela de una nave dejando el planeta con rumbo a vagas galaxias, el sonido que Hannett dispuso de consciente tenor a los 12 segundos de haber iniciado la canción. Estos atributos que pueden pasar imperceptibles amplían determinantes diferencias entre obras frecuentes y las maestras.
Los Placeres Desconocidos están intervenidos por el trastornado genio de Martin. Otro patrón fueron las maniobras provistas para "Insight", que surge con una taciturna ambientación para después colocar los oxidados chirridos de una reja, por ello, al ser abierta irrumpe con tenebrosos ecos. De siniestro modo se suma el rechinido de un elevador que desciende al inframundo. Tras lo cual, como si de sigilosa táctica acometiera un prófugo, intervienen los platillos de Morris. Casi de inmediato penetra el bajo, pulsado con taciturno talante, tiene una resonancia que abstrae la decadencia y la convierte en un prolijo estado de depresión. Los retumbos continúan abstrayendo, como en el resto de la pista conducen a tétricas sonatas.
La genialidad del quinteto quedó expuesta en el corto plazo en el que grabaron, mezclaron y editaron el disco, tres fines de semana. Tras obtener las composiciones, Martin Hannett se encargó de expulsar del estudio a la banda. Por cuenta propia se hizo cargo de la producción. Se guardó el resultado final sin mostrárselo a nadie. Para Peter Hook y Bernard Sumner fue una calamitosa sorpresa, detestaron el sonido obtenido. Odiaban la incursión de sintetizadores, cajas de ritmos y delays. Mientras que a Ian Curtis, quien tenía una buena conexión con el quinto integrante, le pareció un buen logro. Stephen Morris estuvo conforme. El celo del productor y su maquiavélica creación no permitía indignas intervenciones. El engendro de su carácter transmutó en una perene obra. El éxito que obtuvo Unknown Pleasures alimentó al insaciable leviatán de las consolas. Demostró que la decepcionada contrariedad del bajista y del guitarrista carecían de fundamentos.
Con la certeza del auge fecundada sobre marchitas flores, guarecidas por un súbito luto, un cercenado Joy Division lanza su segundo larga duración el 18 de julio de 1980, Closer. El LP salió a la venta de manera póstuma al suicidio de Ian Curtis acometido dos meses antes. La producción antecedió el ahorcamiento. En ella Hannett tamizaría hasta lóbregos niveles la aún viva voz de Ian. Mientras que la mayor presencia de sintetizadores tocados por Bernard creó pálidas atmósferas de sórdidos días. El bajo de Peter inquietó, acechó con roídos arpegios. Y Stephen propagó la desolación con la corta y espeluznante percusión.
En "Atrocity Exhibition", tras la puesta en escena de la magistral ejecución de la batería que suena con tribal condición, brotan al unísono el bajo y el embate de crujidos industriales. En consonancia se añade la disonante guitarra, como una fúnebre orquesta que interpela eléctricas tormentas.
Un claro testimonio que ejemplifica la obsesión de Martin por la batería, es "A Means to an End", repiquetea como si la acústica proviniera de un aislado cuarto, tal vez confinado. En realidad, la mayoría de las canciones de Joy Division principian con los brillantes repiqueteos de Morris. Una de las excepciones es "The Eternal", que arranca con el murmuro de un cascabel mecánico que ronda sobre los taciturnos riffs de Hook que dan paso a los fúnebres teclados de Sumner. La ejecución en cada tecla remata con tambaleantes, miserables pasos a la tumba. La voz es el epitafio que conduce a la tristeza.
Los afanes del leviatán de las consolas llevaron al dramatismo con sus pronunciaciones sonoras. Con efímeros tañidos contó desoladas historias, decadentes. Creo lóbregos personajes que desfallecieron con agudos gritos de ansiedad. Colaboró en la edificación de inmortales obras. Para hacerse de ellas realizaba hasta quince mezclas por cada canción, utilizaba distintos ingenieros de sonido. Cuando los músicos estaban en el estudio interponía el aire acondicionado en niveles polares pues tenía la absurda creencia que obtendría el máximo desempeño de la banda. Generaba tensión con sus exigencias. Empleó por primera vez delays con extremas reverberaciones. Los sintetizadores y secuenciadores con los que lograba coros digitales también fueron algunas de sus innovaciones así como el retardo en las cintas. Pasaba horas experimentando con el sonido. Diseñaba sonoridades. Tenía la precisa habilidad de acoplar sonidos en momentos precisos. Estaba obsesionado por la claridad y la grabación individual de instrumentos, esto le permitía acelerar los ritmos, hacerlos sonar con ecos o de estruendoso modo. Realizaba múltiples mezclas. Una evidente muestra son las versiones que dispone "Love Will Tear Us Apart", la del video, la del 12 pulgadas más la de las sesiones de Hannett.
Martin rechazó trabajar para ominosas disqueras de ciclópea visión empresarial. Fue él quien aconsejó a Tony Wilson, famoso presentador del programa musical, Granada Television, fundar un sello discográfico que tendría el nombre de Factory Records, tan fundamental como sus desquiciados fundadores. Junto con su concejal montó un temporal asilo de dementes, The Hacienda, sala de conciertos con desbordado espíritu de extasiante taberna.
El quinto integrante no solo legó audaces vestigios con Joy Division. Incidió con definitivo talento en la historia del rock. Sin demérito artístico de las bandas con las que colaboró. El árbol genealógico de las influencias causadas por Martin Hannett es tan abundante como infinito completarlo. Produjo "Electricity" de OMD, armonía que abriría el camino con marcados sintetizadores a Depeche Mode, Yazoo y Erasure. También inició a U2 con quien armó su segundo sencillo, "Eleven O´Clock Tick Tock", pieza que mutaría al cuarteto irlandés el cual desencadenaría a Arcade Fire y Kings of Leon. Asimismo coprodujo el álbum debut de Psychedelic Furs que a la postre influirían en The Killers. En 1981 trabajó en la canción "Nazi Punks Fuck Off" de Dead Kennedys, quienes lo acreditan como sobreproducido por Martin Hannett, el grupo de San Francisco alentaría a formar bandas como Megadeth y Pearl Jam. El leviatán de las consolas incluso intervino en un pequeño e involuntario cometido en el auge del hip hop al producir al grupo ESG con quienes grabó "UFO", pista que sería sampleada por The Notorious B.I.G., Public Enemy, Beastie Boys y, en 536 ocasiones más². Una de las declaradas influencias de Morrissey y Ministry es la banda Magazine, producida por Martin en el larga duración The Correct Use of Soap. Las mitológicas ramas del árbol Hannett alcanzarían a Talking Heads y a Red Hot Chilli Peppers que declaran su gusto e influencia por A Certain Ratio, otra de las bandas estilizadas por el quinto Joy Division. Incluso de manera indirecta su legado es basto, los hermanos Gallagher, antes de fundar Oasis, trabajaron en el departamento de limpieza de la fábrica de locos, The Hacienda, que de paso impulsaría la alegre esfera rave. También se ocuparía de pulir el trabajo de Stone Roses y Happy Mondays, bandas pilares del movimiento Madchester que a su vez causaría el del Britpop. La influencia que propagó es ilimitada, basta decir que los efectos montados por Hannett ahora son muy utilizados por Jonny Greenwood, guitarrista de Radiohead.
La obsesión de la genialidad y el acecho por la perfección son dos de las singularidades de Martin. Hurgan subrepticiamente en abatidos surcos de empolvados vinilos. Su etéreo alcance nos envuelve sin que lo percibamos. Ante Hannett, temperamental, agudo, ilustre, brota la desnuda locura. Por su obra, resuelta, inquieta, delirante, es designado con absoluta potestad como El arquitecto del sonido Mánchester.