Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
Y cuando salga el sol será una mañana linda.
Por fin el centelleo del sol llegó. A lo lejos se musicaliza el amanecer con el canto melodioso de las aves en el bosque frontal; últimamente no sé por qué disfruto tanto lo canoro. Las cortinas se encienden en un coloreo iluminado, esa misma luz que impacta en mi edredón inmaduro. La habitación está en silencio; no hay nadie, solo un par de almohadas que abrazan mi silueta. Mi mirada está clavada en el techo: grácil, galante y metódica. El despertador en el buró anuncia las 8:45 H y aún faltan un par de horas para que se haga sonar; seguramente su timbrar ya sería innecesario; algo me dice que hoy será una gran mañana.
No he dejado de sonreír desde que tanto movimiento me despertó, claramente la impaciencia era emitida por mí mismo. Estiro los pies. Estiro los brazos. Sujeto el móvil y solo ha transcurrido un minuto; falta mucho para que sonara el despertador. Hace tiempo no disfrutaba tanto una mañana. Con la misma emoción vestí la cama y apreté las cortinas dándole la bienvenida al señor sol. Me miro en el espejo y aún continúo sonriendo.
Hoy es una gran mañana, así que encendí la cafetera y también la radio, era un amanecer tan distinto que le di la oportunidad de sonar sus canciones y tararearlas. En mis pasos había emoción y nerviosismo; tenía altas expectativas de este día, tan altas como cuando compré este melón que preparé para mantener en paz al intestino, pues todos aquí tendrían que estar de buen humor.
El fantaseo comienza cuando pienso en todo lo que uno puede hacer en una mañana sin compromiso, sin presión y sin responsabilidad. La manera en la que uno puede saciarse y encapricharse; apapachar y tener feliz al cuerpo y a la mente: desde un desayuno de buffet con el café ilimitado o acompañarlo de una mimosa, hasta la forma en la que se recibe el atardecer leyendo un libro en la Alameda. Existen también en estas tempraneras productivas el nerviosismo y la impaciencia, éstas dos se atribuyen cuando existe algo que te puede motivar a tener “una preciosa mañana”.
Aquí todo está feliz: las plantas, la radio, los retratos de los cuadros, el agua de la ducha. Algo se siente en el entorno que lo pinta para ser un gran inicio. Al asomarme en el ventanal localizo gente que ya disfruta de este amanecer; deportistas explotando las endorfinas de su bienestar, niños en los parques arrojándose a toda velocidad por los toboganes; hombres y mujeres en los negocios de confianza, sujetos chambeadores esperando sea, también, una gran mañana.
Sentía un licuado de emociones por desear tanto un día así; ansiedad y sorpresa, también miedo o duda por no saber lo que fuera a pasar. Era una mañana que se presta para gozar en singular o en plural, en silencio o en ruido, en paz o en excitación. Claramente las mañanas son la llave que enciende el motor de un positivo día.
Elegí las prendas precisas para sentir la amanecida que está corriendo, subí al auto y comencé a andar; conducir por la mañana también resulta placentero. Musicalizo el andar disfrutando el reflejo del sol caliente en las gafas oscuras y respetando los límites de velocidad. Era, en verdad, una mañana linda… como una flor, así dice una canción.
Era demasiada la emoción, sabría que algo grandioso ocurriría en ella. Las sorpresas suelen dar vuelta a la conciencia, a la rutina y la paciencia, más aún cuando esperas que algo extraordinario ocurra, cuando se busca inconscientemente un evento que te distraiga de todo lo que te abruma. Las mañanas son el inicio de un buen día, de una buena experiencia, de una nueva vida. Regularmente andamos detrás de los días, pero cuando conseguimos ser nosotros quien pinta el camino, el destino se vuelve un gran carnal.
Esta sería una mañana linda, una mañana grande, una mañana inigualable; algo me dice, apreciable lector, que has tenido días así. No importa si es en el hogar, en la escuela o en el trabajo, en una expedición o en un encierro obligatorio, en un instante o en una vida; no importa cómo… solo ten un amanecer lindo.
Mi mañana terminó cuando una nueva mañana comenzaba. Volví a ver el destello del sol y el canto melodioso de las aves; no importa dónde amanecí, pero lo que sí sé, es que ¡qué placer sería fuera todas mis mañanas así!