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Mientras se acerca la hora del concierto de Julien Baker, una cuenta regresiva aparece en mi monitor y la expectativa de los fans se hace ver no en una multitud que me rodea, sino por un chat a la derecha de mi pantalla donde personas de diferentes partes del mundo depositan su amor por la artista en cuestión a través de mensajes. Es el público más silencioso que me ha tocado en un concierto.
En lugar de hacer fila afuera de un recinto e interactuar con otros fanáticos o con mi acompañante, me acomodo en mi silla más cómoda con una botana y una bebida. Ni siquiera es una hora típica de conciertos, son las 19:00 H cuando aparece Julien Baker para presentar a la banda que abrirá su concierto, Mini Trees.
Con Lexi Vega al frente, esta banda angelina hace su aparición desde un estudio en otra locación para presentar su EP debut de sonido bedroom pop. Interpretan sus temas “Slip Away”, “Spill” y “Want Me To Stay”, ciertamente transmiten una vibra más veraniega y azucarada que la estrella de la noche.
En seguida la pantalla se funde en negro, pero no hay audiencia para gritar y emocionarse porque el artista salga al escenario. Desde el recinto Analog en el Hotel Hutton en Nashville, con un telón de fondo y una banda de acompañamiento, “Faith Healer” es el tema que abre el concierto de Julien Baker, quien toca los teclados.
Para “Heatwave” Baker cambia a una guitarra electroacústica y los aplausos se manifiestan en forma de emojis y mensajes en el chat. Antes de continuar se toma una pausa para presentar a su banda conformada por un bajista, una guitarrista, un baterista y un tecladista. La presentación es pregrabada, así que está en uno imaginar que la banda en verdad está allí enfrente en el momento.
Se trata del show de lanzamiento del nuevo disco de Julien Baker, titulado Little Oblivions, así que se centra en interpretar estas nuevas canciones por primera vez para sus fans de la única manera que puede hacerlo. Continúa con “Relative Fiction”, “Highlight Reel” y, más adelante, “Ringside” aumenta la energía. Ya no se trata de aquella joven cantante-compositora que tocaba solo con su guitarra acústica o su piano, esta vez suena como una banda completa.
De pronto cambia a una guitarra eléctrica para interpretar “Turn Out the Lights” y “Tokyo”, los únicos temas de su repertorio anterior que suenan esta noche. Realmente las canciones cobran una vida y potencia en vivo que supera con creces lo que escuchamos en sus discos, nos hace sentir esa angustia que plasma desde el otro lado de la pantalla mediante la fuerza con la que rasga las cuerdas y sus expresiones faciales durante esas notas altas.
Para “Song In E” es solo Baker y su teclado, una banda de una sola mujer que cautiva y golpea tu corazón con su desgarradora interpretación vocal. La quietud dura poco pues la banda regresa para “Hardline”, cuyo estridente final trae consigo una vibra post rock para sacudir la melena, situación que se repite en “Ziptie” para cerrar con los decibeles a tope. Mención honorífica para su baterista, quiero imaginar que en persona me hubiera hecho zumbar los oídos.
No hay despedida, solo un final abrupto y el concierto acaba en un punto alto, pero se siente que pudo durar más, faltó una que otra canción de su nuevo material, no sonó “Appointments” ni nada de su debut Sprained Ankle. No hay encore ni un coro que grita por una canción más, pero la satisfacción y emotividad de los fans se ve plasmada en el chat.
En cuanto a producción no tengo más que comentarios positivos, la banda sonó impecable, el único fallo si acaso fue mi conexión en uno que otro momento, pero eso no es culpa de Audiotree que hizo esto posible.
No puedo pretender que esta experiencia es comparable con la de hacer fila desde temprano para alcanzar la primera fila frente al barandal de seguridad, contar los segundos en la oscuridad para que llegue la hora de que inicie el concierto para más tarde cantar con un coro de extraños, intercambiar miradas por un segundo con quien pisa el escenario, quizás terminar empapado en cerveza y apestando a sudor y cigarro (tal vez eso no lo extraño).
Lo que sí es seguro es que la industria musical sigue adelante a pesar del enorme golpe que la pandemia significó para esta y el apoyo de los fans se hace notar ahora más que nunca. No puedo esperar el día en que pueda volver a dejarme envolver físicamente (y espiritualmente) por la música en vivo.
Con mucha suerte el siguiente año podremos presenciar la melancolía y visceralidad de Julien Baker en nuestro país. Sin agorafobia y con todas las ganas de llorar un rato.