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Fuzz Club Records / 2020
Aunque la psicodelia ha estado inmersa en la música desde hace décadas, ha sido en fechas reciente que ha adquirido un nuevo impulso. Los jóvenes actuales han adoptado el legado de sus ancestros para incorporar dentro de su trabajo. Existen desde los que le impregnan velocidad y furia a sus composiciones como King Gizzard & The Lizard Wizard hasta otros que prefieren la introspección y los sonidos semi acústicos como ocurre con The Spyrals.
Aunque el conjunto tuvo su génesis en San Francisco, desde hace un par de años ha adoptado a Los Ángeles como su nuevo hogar. A través de tres materiales previos ha logrado construir una pequeña pero sólida base de fanáticos gracias a su trabajo que se alimenta del primer Bob Dylan, del Neil Young menos ruidoso y de los 13th Floor Elevators cuando Roky Erickson todavía tenía cordura.
Con casi una década de trayectoria, el trío tiene listo su cuarto LP que además marca su debut con el sello inglés Fuzz Club Records. No podía existir una mejor elección porque al igual que en el resto del catálogo de la disquera, prevalece un aura oscura que hace recordar a The Black Angels.
Titulado Same Old Line, contiene ocho composiciones en donde se evitan las complicaciones para optar por un estilo sencillo pero contundente. A veces lo más difícil es hacer las cosas de una manera sencilla pero el tridente se arriesga y lo consigue. Además de que también es posible escuchar altas dosis de garage que se acompaña de ligeros pasajes de blues.
Mientras gran parte de las agrupaciones actuales optan por los sonidos plastificados generados en computadoras, The Spyrals regresa a las raíces del rock. Para lograrlo utiliza una instrumentación básica y evita cualquier truco de estudio. Las canciones se escuchan igual en el disco que en cualquiera de sus conciertos.
La pieza abridora es “Same Old Line” en donde se aprecia un rock & roll fantasmal que inclusive podría ser un pariente cercano de Black Rebel Motorcycle Club. A media canción aparece una armónica que de manera paradójica ilumina la oscura pieza. A continuación se encuentra “Don't Turn Me Down” en donde resuena una guitarra con fuzz que replica el aleteo de una mosca hasta quedarse clavada en los oídos.
En el recorrido por el material destaca “Just Won’t Break”, con el líder y cantante Jeff Lewis que al estilo de Lou Reed cuando encabezaba a The Velvet Underground, no tiene una gran voz pero utiliza sus puntos débiles para convertirlos en fortalezas. Realmente siente cada una de las frases que relata, mientras que sus dos compañeros ofrecen una sólida base que complementa el trabajo.
Justamente como tema final aparece “Bleed” que dentro de sus seis minutos de duración contiene unos pasajes instrumentales ideales para viajar con los ojos cerrados y la mente abierta. Los riffs de guitarra se pasean por las bocinas hasta llegar a lo más profundo del inconsciente. Pero aunque el recorrido aquí termina, siempre existe la opción de empezar de nuevo para repetir la experiencia.