Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
Había una vez un bienaventurado disco. Su augusto sendero, trazado en venerables tornamesas, lo inició un 21 de octubre de 1985. Sus regocijantes canciones exploraron deleitados y escoceses caminos. Infinitamente surcaron, a treinta y tres revoluciones por minuto, un negro y preciado remolino. La música, inmersa en una interminable historia, ha franqueado una senda que se ha ensanchado los últimos treinta y cinco años.
Once Upon a Time, el séptimo disco de estudio de Simple Minds, los asentaría indefinidamente en millones de incesantes oídos.
Los protagonistas de este capítulo son, Jim Kerr, quien narra, con templadas vocalizaciones, las incidencias de la vida. Charlie Burchill, cuenta con su guitarra, la crónica de una época. Los coros, enérgicos y robustos, interpretados por Robin Clark, estimulan diligentes entrañas. Por cada vigorosa ejecución en la batería, Mel Gaynor, forja redentoras historias. De aguda prosa, en la posición de bajista, John Giblin, agudiza fragorosas resonancias. Desentrañando los teclados del uniforme acompañamiento, Michael MacNeil, crea onduladas melodías.
Dos vitales sucesos antecederían y marcarían la germinación del elepé. Mientras grababan las pistas que lo integrarían y, tras insistentes peticiones de Keith Forsey, Simple Minds graba, en tres horas, "Don´t You Forget About Me", canción que engalanaría los créditos finales de la película, The Breakfast Club, pieza que no formaría parte del Once Upon A Time, composición que fecundaría la semilla del Había una vez, sencillo que detonaría en Estados Unidos el 20 de febrero de 1985.
El segundo acontecimiento que precede al disco, de mundiales consecuencias, es Live Aid. A petición del organizador del concierto, Bob Geldof, y como resultado del éxito comercial de "Don´t You Forget About Me", Simple Minds participa en el estadio JFK, en Filadelfia, el 13 de julio de 1985.
Homónimo al título del disco, con una dinámica fuerza en las percusiones, este cuento sonoro abre con la canción "Once Upon a Time", pieza que demuestra con pujantes armonías, la perfecta sincronía entre arreglos vocales e instrumentales.
"Alive And Kicking", el primer sencillo, fue grabado bajo la presión del éxito de "Don´t You Forget About Me". El productor, Jimmy Iovine, los empujó a crear una composición a la altura sonora y comercial. Pidió una obra de alcances épicos. El tecladista, Mick MaCneil, es el autor de los acordes, el verso y la introducción. Robin Clark, ex cantante de Chic y David Bowie, colmaría, con portentosos coros, una canción que, como diría Jim Ker, adquiriría la categoría de himno. La versión instrumental, desnuda y muestra, una refulgente orquestación, ataviada, por una fastuosidad coral.
Con un bajo que interfiere en la sangre, "Sanctify Yourself", fue el segundo sencillo. Sus diversas ediciones, la versión extendida, la de siete y doce pulgadas, muestran un pop de bravíos orígenes.
El tercer 7”, "All The Things She Said", abre con una guitarra que aviva dulces agudezas. El video, de peregrina realización y, como una revelación, solo muestra al dúo Kerr - Burchill, únicos integrantes que han permanecido desde la fundación de Simple Minds en 1977.
Dos días antes de celebrarse Live Aid, fue escrita, "Ghost Dancing", que sería el cuarto sencillo del álbum. Su presentación al mundo, acontecería en ese desmedido concierto de globales efectos. Para Jim Kerr, cada ocasión que la interpretan en vivo, implica revivir las explosivas sensaciones provocadas en el filadelfino verano de 1985.
Piezas como "Oh Jungleland", "I Wish You Were Here" y "Come Along Way", por razones de tiempo no obtuvieron la popularidad como sencillos. Notoriedad que no desmerita su calidad musical. Bien valen quince minutos y seis segundos para paladearlas con sus versados oídos.
Once Upon A Time, es uno de esos discos que se disfrutan de principio a fin. Hoy es un buen día para desempolvarlo y articularlo en el toca discos. Si únicamente han escuchado algunas de estas piezas, también es una buena oportunidad para reproducirlo en línea. La historia del Había una vez, no terminará su recorrido musical mientras, los surcos del vinilo, no detengan su eterna ruta.