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Black Focus / 2020
Parece que solo hubiese sido ayer cuando Kamaal Williams entró en el arduo mundo famoso en Londres alrededor del año 2016 junto con el apoyo de su compañero y baterista Yussef Dayes bajo el acrónimo que dio nombre a su proyecto: Yussef Kamaal. Este dúo británico debutó con el álbum Black Focus el cual les costó uno de los prestigiosos premios dentro territorio inglés otorgado por la Industria Fonográfica Británica: el Breakthrough Act –Björk, Lady Gaga, Lana Del Rey, Tracy Chapman son algunos artistas ganadores–.
Black Focus no solo fue el producto de esta composición de géneros asociados como el hip hop y el jazz, sino también se adoptó como nombre del sello discográfico donde Williams dio a conocer este año su segundo álbum como artista lejos de esos heterónimos musicales como Yussef Kamaal o Henry Wu, este último siendo su fase mucho más viscerales con sets de música electrónica en su programa de radio mensual en NTS Radio o como muchos de los asistentes al Dekmantel en Amsterdam tuvieron la oportunidad de verle. Wu Hen parece ser una recopilación de todo lo que Williams se ha construido como músico y persona a lo largo de su vida.
Tal y como se presenta desde su portada, Wu Hen muestra los aprendizajes de Williams desde su temprana edad sobre el mandarín y la caligrafía china; más adelante sobre el arte callejero, los graffitis y las claras influencias del jazz en estrellas pioneras del género como Miles Davis y John Coltrane. Siguiendo su primer álbum debut como solista del 2018, The Return –el cual recibió una cantidad de críticas favorables, estuvo entre los primeros cien álbumes del Reino Unido y estuvo nominado como álbum independiente del año–, Wu Hen evoca algunas sonografías familiares a los artistas de los géneros del funk y jazz de los años 70.
Algunos de los artistas participantes dentro de Wu Han se encuentran Greg Paul, Rick Leon James, Alina Bazhezhinska, Mach-Hommy, Lauren Faith y el multinstrumentalista Miguel Atwood-Ferguson, los cuales converge en un caldo de ritmos como house, funk, jazz, grime, garage y afro-beat. Cada una de las canciones contenidas consta de este bagaje de melodías, velocidades y variaciones características que se diferencian entre las mismas. “One More Time” es la segunda pista del álbum donde se resalta una composición de sintetizadores los cuales pareciera que carecen de sentido hasta que la canción avanza a su siguiente pista, “1989”, que re-orienta un poco más cuidadosamente la dirección del álbum. Pero es solo hasta “Pigalle” que adquiere este éxtasis acelerado y único del jazz el cual es claramente atractivo.
El heterónimo de Herny Wu vuelve a cobrar vida cuando se alcanza la octava pista, en la canción “Mr Wu”, que a juzgar por el nombre parece una oda a la vida artística relacionada con los arreglos de sets, las mezclas, la noche, la fiesta y los DJs. Y a partir de ahí, la siguiente canción, “Hold On”, donde aparece la talentosa voz de Lauren Faith, se siente como el comienzo de un nuevo álbum totalmente ajeno al que veníamos escuchado en primera instancia.
Los arreglos musicales de Miguel Atwood-Ferguson son los más rescatables y el bastante único del álbum se le atribuye esa continuidad del sonido en canciones como “Big Rick” y “Save Me”, o “One More Time” y “1989”. Sin embargo, la disparidad de melodías puede tornarse un poco complicada para lograr digerir la idea de Williams que no se enfoca y dispara como un rayo que atraviesa el prisma.