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Pueden pasar los años y jamás se logrará saldar la deuda que la música tiene con el cuarteto que le dio forma al llamado rock alternativo. Pixies es tal vez una de las bandas más influyentes en la historia del rock aunque en su momento nunca vendió millones de discos ni fue del gusto popular. A su vez, logró crear una escuela en la que Nirvana, Blur y Radiohead se colocaron como los alumnos más destacados y quienes sí se convirtieron en ídolos de masas.
Resulta difícil entender por qué el éxito comercial siempre se le negó al combo americano. Tal vez porque sus integrantes no eran lo suficiente carismáticos o agraciados físicamente. También influye el hecho de que se trata de un grupo que se formó en las alcantarillas y se mantuvo alejado de medios masivos. Fue a través de las estaciones de radio universitarias que se propagó su música aunque a pequeña escala.
Por su parte, otro rasgo importante dentro del conjunto formado en su etapa más emblemática por Black Francis, Joey Santiago, Kim Deal y David Lovering es su particular sonido. Se alimenta de tantas fuentes que al final no pertenece a un género en particular. En primera instancia está el fantasma del punk de los 70 pero también se escucha la elegancia de los Talking Heads y David Bowie, exóticos toques hawaianos y hasta una influencia de The Beatles.
A su vez, durante su primera etapa el cuarteto se caracterizó por su acelerado ritmo de trabajo. La muestra más clara es el lanzamiento de un álbum por año. En la actualidad eso parece imposible para cualquier banda.
Fue precisamente el 13 de agosto de 1990, en medio del furor del grunge, que vio la luz el tercer LP del combo a través del sello 4AD. El título es Bossanova y puede despistar a los que se acerquen por primera vez porque en realidad no hay rasgos de la música popular brasileña.
Como bienvenida, la primera canción en sonar es “Cecilia Ann”, una breve pieza instrumental de música surf. La versión original es de The Surftones, un proyecto exclusivamente de estudio fundado por el productor Steve Hoffman. La diferencia radica en la velocidad y potencia presentada en este cover que desafía las olas del mar. Era un momento en el que Quentin Tarantino todavía no popularizaba a Dick Dale con su Pulp Fiction pero aquí ya hay un claro interés por los sonidos surgidos en las playas de California. De manera inmediata hace su aparición “Rock Music”, una feroz y sencilla composición al más puro estilo de Ramones pero con los gritos hoy característicos de Francis. Un ritmo salvaje y un par de riffs son suficientes para hacer explotar las bocinas.
Ahora bien, muchos han catalogado al cuarteto formado en 1985 de raro o adelantado a su tiempo. El motivo podría encontrarse en canciones como “Velouria”, canción poco valorada pero que destaca por incluir un theremin, el único instrumento musical que no requiere de contacto físico para su funcionamiento, durante sus casi cuatro minutos de duración. Con esto se adelantaron a conjuntos como Portishead, Man Or Astro-Man? y Los Esquizitos.
A su vez, “Is She Weird” muestra por qué algunos catalogan a Kim Deal como una de las mejores bajistas en la historia del rock. No es una virtuosa pero tampoco le gusta pasar desapercibida. Maneja las cuatro cuerdas con soltura hasta posicionarse no como un elemento secundario sino protagonista de las canciones.
En su momento el material dividió opiniones entre la crítica musical. Algunos lo consideraron dentro de los mejores discos del año, mientras que otros afirmaron que era un trabajo menor en comparación con los dos materiales previos de la banda. Lo que fue unánime fue el poco interés que despertó en el público y eso se traduce en sus raquíticas ventas.
Fue gracias a la sabiduría del tiempo que Pixies pasó de ser una banda de culto a protagonizar el festival Coachella 2004 en su primera reunión en más de una década. Desde entonces, el cuarteto ha recibido más atención que en su época de gloria. Su legado no se mide por la fortuna financiera acumulada sino por todos los proyectos que nacieron con la idea de sonar como sus héroes de Boston.