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Dead Oceans / Columbia / Night Time Stories LTD / 2020
11/Feb/2020
Es muy sano para el panorama musical cuando una ciudad que se hallaba aletargada recupera su frescura y empieza a ofrecer proyectos que toman la batuta del sonido. No pasa mucho tiempo después de que alguien mencione la escena de Estados Unidos para que nuestra cabeza materialice artistas de Nueva York, Los Ángeles, Nashville, Chicago y Atlanta; pero en los últimos años de la década recién finalizada, propuestas como las de Travis Scott y Solange nos obligan a revisitar Texas con otros ojos.
No todo es el rap saturado de Cactus Jack o eso en lo que evolucionó el R&B según la segunda de las hermanas Knowles. Y justo de eso se trata el breve material colaborativo entre Leon Bridges y Khruangbin: Texas Sun (EP). No conformes con el fortuito encuentro que tuvieron ambos actos en la gira que compartieron, la necesidad de expresar dicha conexión los llevó a desarrollar cuatro canciones que gozan la intimidad entre una voz sacada de los libros de historia del soul y un trío prolífico para ejecutar su visión del folk psicodélico.
La energía de todos los elementos presentes no evita que Texas Sun (EP) se vuelva un disco denso, acompañante de la desolación de quien conduce por la carretera, desde el atardecer hasta el pico de la noche. Khruangbin sacrifica su característico fuzz con tal de adiestrar una sección melódica cargada de guitarras blues y un piano que agudiza los mutis. Por otra parte, Leon Bridges no modifica mucho a sus interpretaciones; sin embargo, el trabajo lírico construye un relato nostálgico sobre la Texas de sus antepasados.
Particularmente en "C-Side", la ambición las dos fuerzas va a una dirección inesperada que parte de la inclusión de arreglos influenciados por la música caribeña. Bridges toma su tesitura y hace eco con ella para proveer una experiencia abrazadora mientras advierte que alguien se va a enamorar esta noche y no podrá hacer algo al respecto.
En varios pasajes, las decisiones que conforman Texas Sun (EP) suceden como contenciones de algo que pudo desarrollarse con mayor contundencia; aun así, en la época de los featurings que se logran más por intereses mediáticos, la relación de Leon Bridges y Khruangbin se dinamita por influencias en común y el deseo por reencontrarse con los sonidos clásicos de Estados Unidos allá en los años 50 y los 60.
Y cuando el funk se empezaba a involucrar en la discusión, apenas veinte minutos no resultaron suficientes.
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Rad Cult / 2019
10/Feb/2020
"No hay en el mundo fortuna mayor, creo, que la incapacidad de la mente humana para relacionar entre sí todo lo que hay en ella. Vivimos en una isla de plácida ignorancia, rodeados por los negros mares de lo infinito, y no es nuestro destino emprender largos viajes. Las ciencias, que siguen sus caminos propios, no han provocado mucho daño hasta ahora; pero algún día la unión de esos disasociados conocimientos nos abrirá a la realidad, y a la endeble posición que en ella ocupamos, perspectivas tan espantosas que enloqueceremos ante la revelación, o huiremos de esa funesta luz, refugiándonos en la seguridad y la paz de una nueva edad de las tinieblas (...)", H.P. Lovecraft, La llamada de Cthulhu.
Howard Phillips Lovecraft tuvo la oportunidad de asomarse a los abismos más antiguos y vislumbrar criaturas gigantes de indescriptible tamaño y así llenar miles de hojas con textos que hoy siguen fascinando a hordas de lectores. Desde la primera vez que leí su obra traté de imaginar cómo sonarían esos monstruos. Me preguntaba cuáles serían esos ruidos que describían los aterrados personajes de Las montañas de la locura o de El caso de Charles Dexter Ward y que los llevaban a perder la razón.
Hace poco menos de un mes mis plegarias fueron atendidas al escuchar por primera vez Occabot, el quinto y más reciente álbum de la banda de Pensilvania, The Stargazer Lilies. Cómo en una intoxicación provocada por absenta y láudano el primer track "Magenta Sunrise" te hace cuestionarte la naturaleza del universo que te rodea. Guitarras colosales distorsionadas que se sienten muy antiguas y a la vez tan nuevas y desconocidas se mezclan con la nostálgica voz de Kim Field para llevarnos a un viaje al centro de nuestra conciencia cósmica a un tiempo donde no éramos humanos y solo flotábamos en el éter primitivo.
Conforme va avanzando el álbum canción tras canción los sonidos de instrumentos tradicionales se convierten en notas y acordes que vibran entre las neuronas desatando recuerdos de lugares que no hemos visitado aún pero que conocemos tan bien cómo nuestro reflejo en el espejo. De repente un riff arranca nuestro espíritu del cuerpo solo para volverse a mezclar con texturas sónicas que se debaten entre el ruido y la psicodelia. Algunas guitarras suenan como grabadas en cinta por arqueólogos sonoros hace 100 años y una voz al fondo nos habla de la impermanencia en medio de un universo eterno que parece no tener principio ni fin.
En la portada del disco el artista Robert Beatty dibujó un ojo que rasgando una pacífica superficie rosa nos observa violentamente desde otro mundo, quizá otro plano existencial que aún no estamos preparados para ver. Occabot es un disco que nos acerca un poco a ese universo desconocido. ¿Estás preparado para entrar a él?
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