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Reprise Records / 2019
Un día, la adversidad quiso conocer en persona a un pequeño canadiense llamado Neil Young. Primero en forma de diabetes y luego de poliomielitis. Después como el divorcio de sus padres, problemas con la banda que pintaba para llegar a lo más alto de las tablas de popularidad, adicciones, la muerte de uno de sus mejores amigos, un hijo con una severa parálisis, problemas amorosos, con disqueras, con plataformas de streaming de baja calidad y hasta un aneurisma en tiempos más recientes. Por supuesto que a la adversidad se le puede combatir con las bondades y, al parecer, en la vida de Neil éstas han logrado sortear cualquier obstáculo. En el 2019, y tras 50 años de su primer encuentro, Neil Young vuelve con Crazy Horse para presentar Colorado.
Cliff Richard alguna vez fue considerado el Elvis británico. Representaba la rebeldía de la juventud que emergía en la década de los 60. Para acompañarlo, una banda que alguna vez se llamó The Drifters, cambiaría por The Shadows. A la postre, esta banda de acompañamiento instrumental, acabaría siendo determinante para la historia del rocanrol y de otro género como el hip hop, dado que son creadores de “Apache”, pero esa es otra historia. Neil Young amaba a The Shadows. Y también amaba a los compositores de folk canadiense tradicional como Raymond Lévesque o Félix Leclerc, y tenía en su memoria a personajes como The Diamonds o The Crew Cuts, que años antes habían cimentado las bases del rock en Canadá. Con el paso del tiempo, también Bob Dylan llegó al panorama. Cuando un joven Neil Young se tuvo que decantar por qué género interpretar, el rock, el folk y el country encontraron un balance sin precedentes. Una extraña mezcla entre The Rolling Stones y Dylan que lo erigiría como leyenda.
Pero aquellos tiempos con Buffalo Springfield, Crosby, Stills, Nash & Young o su hit “Heart of Gold” en Harvest, han pasado. Atrás también están, las bases para el grunge en Rust Never Sleeps de 1979 con la legendaria distorsión de “Hey Hey, My My (Into the Black)”. Neil Young sigue encontrando inspiración para hacer nuevos discos, a pesar de contar con más de tres decenas a cuestas.
De Neil Young, siempre he pensado que tiene una personalidad y una voz que no coincide con su cara. Quizá han sido esas adversidades las que le hacen un gesto adusto, que va desfasado de una de las tonalidades vocales agudas más distintivas en la historia de la música. Alguna vez, incluso, los integrantes de Buffalo Springfield le dijeron que mejor no cantara. Un día decidió que prestaría su voz para sus composiciones, y ahí nacería un cantante que a sus 74 años sigue sonando casi como en sus días de lozanía —con las debidas rasgaduras propias de la edad. “Think of Me” abre con una armónica y esa voz que te sitúa automáticamente en una composición de Young. Parece que será un disco esperanzador, la canción es ligera, como si fuera un apoyo hacia alguien que necesitaba la palabra de un viejo conocido para salir adelante de un problema. Quién mejor que el canadiense para eso.
Un disco de Neil Young con Crazy Horse, desde los 60, es asociado con pasión en la instrumentación. El segundo tema de Colorado, es la canción en donde mejor se ve la cohesión de los viejos conocidos. “She Showed Me Love” es una canción de más de 13 minutos, que va evolucionando, llevando al escucha por diferentes etapas. Coros, solos de guitarra, y la composición de Young que, además explora otra de las facetas que han marcado su carrera: las causas sociales. Quizá la letra pueda caer en lo cursi, pero intenta ser un despertador de conciencia, casi una plegaria a las nuevas generaciones para que no hagan lo que otros han hecho con el medio ambiente. “Rainbow of Colors” también funge como un canto bélico a la discriminación para la comunidad LGTBI+. Letras simples, cuestionables, pero con una intención firme de inclusión y conciencia.
“Help Me Lose My Mind” es un reencuentro con el Neil Young más crudo. Reflexivo. Quizá desamparado cuando pide que alguien le ayude a perder sus pensamientos, porque son de ellos de los que no puede escapar. Es en canciones como ésta, en donde se aprecian aquellas tres partes seminales: rock, folk y country, la esencia de uno de los legendarios músicos canadienses de los sesenta, junto a Leonard Cohen y Joni Mitchell.
“Olden Days” y “Green is Blue” son añoranzas. Quizá, a los 74 años la vida parezca una eternidad, vengan a la mente una vorágine de recuerdos que embelesan, que hace que uno se pierda en lo vasto de toda nuestra existencia. Neil Young es consciente de eso y lo plasma con la facilidad de palabra que le brindan los momentos adversos. Pero también hay momentos en donde se le puede escuchar alegre, esperanzado. “Eternity” y la hermosa “I Do” —canción que cierra el disco—, pueden ser otro resquicio de una mente que parece tener mucho qué decir, y que a pesar de todo, puede despertarse en una casa de amor y creer ciegamente en una persona.
Por ahí he escuchado a varios decir que los artistas deberían retirarse a cierta edad para no dar lástima. Y sí, quizá Colorado no tenga canciones a la altura de “Expecting to Fly”, “Ambulance Blues” o “Cortez the Killer”, pero la verdadera lástima sería que un hombre que ha dado todo por la música, no pudiera seguir disfrutando de meterse a un estudio con viejos amigos y entregar un disco redondo, de matices y contrastes, pero del que no me queda duda que está grabado con el corazón.
Lo bueno es que Neil Young ya no tiene que preocuparse por una pronta ignición o un desvanecimiento paulatino, aquí permanecerá.