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Sargent House / 2019
Chelsea Wolfe tiene todos los elementos para ser un enigma: su apariencia es etérea y hasta mística, mientras que su voz nos despoja con su dulzura, pero no cualquier dulzura, sino una escabrosa, una tan hermosa que llama al peligro.
Con Birth of Violence, esa carnada para caer en las garras de Wolfe contiene elementos más inclinados al folk, género que hace de este disco un pretexto para acercarse cuidadosamente a esa ilusión, que bien podría ser un embrujo o una aparición angelical.
“The Mother Road” abre este álbum con un guiño a Stevie Nicks, de ahí que hablamos del misticismo. Un track que, si cierras los ojos, puedes ver la neblina, sentir el frío, acercándonos a una barca que iniciará este recorrido. “American Darkness” continúa con las melodías etéreas recordándonos más una canción de cuna salida de los cuentos escandinavos más oscuros.
Al momento de llegar a la canción que da nombre al disco, “Birth of Violence”, ya nos hemos percatado de que este viaje es de introspección, de reflexión, pero sobre todo de sentir con todo tu cuerpo cada una de las canciones.
“Deranged for Rock & Roll” se aleja un poco de esta aura estilo Salem para darle un espacio al folk rock con tintes industriales, una combinación que si bien en papel se ve extraña, en la ejecución Wolfe la combina a la perfección.
La línea folk se intensifica en “Be All Things”, este recorrido sónico se vuelve más íntimo, casi como si entráramos a una cabaña oscura, donde Wolfe trata de atraernos con infalibles guitarras de ensueño.
“Erde” pareciera ser una transición colocada en el lugar exacto del tracklist, como una escalera que nos llevará a otro nivel: “When Anger Turns to Honey”, una de las canciones más experimentales del disco, no solo en instrumentos, sino también en su voz.
“Dirt Universe” y “Little Grave” nos llevan a donde está el corazón del álbum: sonidos acústicos suaves, pero poderosos. Es ahí donde todo cobra sentido: es gentil al oído y devastador con tus emociones.
El clímax de “Preface to a Dream Play”, las cálidas guitarras “Highway” y el relajante sonido de lluvia de “The Storm”, nos devuelven poco a nuestro punto de inicio con una sensación de desolación y embrujo.
La voz de Wolfe es un espectáculo aparte. Tan tenebrosa, como dulce. Tan etérea como enigmática. Tan perversa como angelical. Así también es la dualidad de Birth of Violence, un álbum que te eleva sin que te des cuenta, te emociona sin agitarte el corazón, te posee sin pedir permiso.
Es un hechizo que, dependiendo de tu estado o enfoque, puede perturbarte hasta los huesos o ser la calma que necesitas. Tú decides.