8
Boson de Higgs / 2019
16/Ago/2019
Permanecí observando fijamente, no había nada, en serio. Conjeturo que no fueron años luz los que creí habían corrido, pero estoy seguro fue “incontable el tiempo”. Cuando traté de mirar a otro punto, todo se había llenado de moléculas fosforescentes. ¿Será que la música coloreó mi habitad de átomos brillantes? Como haya sido, solo necesito darle un play…
Fer y Lalo –ya sé, no debo llamarlos así; son Eduardo Odraude y Fernando Portilla, pero su proyecto me hace sentirlos tan cercanos– han saltado de un sonido a otro; decorando por aquí, ambientando por allá. Nada propiamente suyo a decir verdad. Fue hasta que Marco Romero y Bernardo Gómez avivaron eso que siempre tenían en sus sentidos y que ahora lleva por nombre Boson de Higgs.
Su new wave proveniente de la Ciudad de México ha ido como una bola de nieve en las plataformas digitales desde hace algunos meses, luciéndose con sus sencillos "Géminis" o “Duele y lo sabes” y con videoclips con más de 19k visitas. Ahora, era momento de girar fuertemente y dejar que la nieve que han acumulado toque todo en su andar.
Sí, Años Luz. Su primer álbum tan coherente con el perfil de la banda, de su estilo y difusión. Un álbum que permeé el compromiso completo de dichos artistas, e inaugurado con “Primera fila”: el track debut de este material. Un conjunto de ocho canciones que defienden las partículas elementales… de su música.
Si despegamos desde aquí al reproducirlo, encendemos motores con “Géminis”, track que lucía como inédito hace unos meses y que hoy encabeza este complemento. Con sintetizadores activos y arduamente vivos, el tema número uno abre las puertas de una reflexión emotiva; y que en brevedad nos impulsa a no parar. “Alma tímida” es el palpite que culmina el arranque; un tema de bajos automatizados que hacen deambular electromovimientos finos y que acodan con la voz de Fernando; un momento estrepitoso entre la paz interna y la saturación emocional. El salto a “Duele y lo sabes” (otro de sus sencillos previos a este lanzamiento) nos orilla a los inicios retros de lo-fi, aquel ambiente Mac DeMarco y sus tornamesas acompasadas y serenas. Un tema que aplica una válvula de escape a la vulnerabilidad natural de un ser acorralado.
El trayecto no es tan catastrófico cuando se hace una detención en “Culpable”, track no. 5. Con un acorde de guitarra electrónico, éste permite a un canto fortalecido murmurar “no le voy a decir, aunque tenga las pruebas…”, algo como un rezo consolidado por diversos solos rítmicos.
Para prevenir un cierre alterado y desproporcionado, “Zipolite” continua la musicalidad de este trabajo. Un tema de entornos escandalosos y tecleos nocivos de inspiración; es impresionante los cambios que pueden otorgar desplegándose de bombos alterados a musicales movimientos de cuerdas eléctricas. Y así, como un freno de mano deliberado, “El observador” cierra esta ola de canciones montadas completamente en su new wave propio, que si bien es cierto que sus proyectos anteriores (como 60 Tigres) no se ven involucrados, hay una influencia nata del camino que desean tomar y en el que no les caería mal alterar un poco más el movimiento de cada una de sus canciones… para así no navegar en las mismas partículas sonoras durante 40 minutos; sería mejor demostrar la fuerza elemental entre su música y el universo, así, como el Bosón de Higgs.
10
Castle Face Records / 2019
15/Ago/2019
Con John Dwyer solo hay algo seguro: el siguiente paso será discontinuo. Los veteranos del psych han cambiado de integrantes casi de igual forma que de nombre. Thee Oh Sees, OCS, The Ohsees y ahora, Oh Sees, la banda es un cosmo giratorio de baja fidelidad y sudor asegurado. Una mente deformada comanda el proyecto, Face Stabber es una prueba más de que nunca entenderemos a la perfección la mente Dwyerana.
Creí, equívocamente, que la banda apostaría en lo hecho con Smote Reverser. Riffs de heavy metal y aquellas dos baterías que se desenvolvieron con más fuerza. Ciegamente, confíe en que Oh Sees hilaría un éxito seguro. No recordaba las mutaciones de John y su facilidad de caer en lo inevitable: su evolución artística.
Con un chillido de un pato de hule, Face Stabber nos da la bienvenida acompañado de unos bajos bien posicionados en “The Daily Heavy”, épica pista de siete minutos que literalmente vuela contigo y borra de inmediato lo que podrías esperar del material. El vigésimo cuarto disco de Oh Sees empieza muy interesante, imposible no repetir la canción.
“The Experimenter” lleva consigo la fórmula Oh Sees; se distingue como una coreografía de funk donde la guitarra y el teclado son protagonista. La voz de Dwyer es más clara que su predecesora. Una mezcla intrigante donde no existen pies ni cabeza, las pistas no conectan ni tienen una continuidad. Las percusiones son notables y la banda –como si le faltara más–, toma riesgos que los llevan por un grato camino.
Luego de pasar canciones largas, Oh Sees revienta los oídos con un clásico sonido de la banda en “Face Stabber”. Grandes riffs, baterías siendo despedazadas y un hipnótico teclado. Cuando escuché el álbum por primera vez, creía que algo le faltaba en esta ocasión y que John Dwyer había experimentado de más. Que iba sin rumbo fijo. Cuando lo escuché por segunda vez, la experiencia se completó. La tercera, y al llegar de nuevo a “Snickersnee”, estaba seguro que lo tenía todo. Cuarto tema, somos del cuarteto californiano.
“Fu Xi” vuelve a las progresiones. Esos teclados espaciales y que caracterizan a la banda vuelven a aparecer. Oh Sees conduce brusco, te transporta a diferentes dimensiones a placer. Es emocionante escucharlos y saber que tienen aún muchas cartas bajo la manga. La única constante es el cambio. “Scutum & Scorpius”, es –muy seguramente– uno de los momentos cumbres de Oh Sees en toda su carrera. Interminables solos en la guitarra, bajos y teclados que se expanden y contraen. Alta escuela de Pink Floyd. 15 minutos infalibles que te harán amar un poco más al proyecto. Esta canción se puede poner en loop todo un viaje, nadie se quejará.
“Gholü” nos patea de manera muy repentina del viaje progresivo y te arroja a un moshpit de punk. Dos minutos de destrucción pura. Oh Sees sabe cuáles son sus orígenes y saben cómo dar guiños con este tipo de explosiones. Face Stabber es una marea que en ocasiones está envuelta con tornados. “Poisoned Stones” y “Psy-Ops Dispatch” trae a la memoria un poco de lo hecho en Orc. La mancuerna que Dan Rincon y Paul Quattrone ya está mucho más suelta que en Smote Reverser. La banda suena más a un conjunto que al proyecto de John Dwyer.
“Heart Worm” vuelve a la nostalgia. Parece que se canta con el micrófono en la garganta. Oh Sees todo lo hace de una manera brutal, incluso “Captain Loosely”, que es un ácido tema de teclados, parece ser sacado de un filme de ciencia ficción. Para rematar el LP número 24 del proyecto, llega “Henchlock”, ese febril sueño de jazz el cual Frank Zappa estaría feliz de escuchar por 21 minutos. El que, además, fue el primer gran adelanto que nos dejaron disfrutar.
¿Qué hay que decir de Oh Sees que no se haya dicho antes? Simplemente son unas bestias. ¿Y de John Dwyer? Sin palabras, es uno de los genios musicales menos valorados de nuestra época. Si es la primera vez que escuchas al cuarteto, tal vez el camino te parezca pesado, pero podrías llevarte una grata sorpresa. Si eres un asiduo y llevas en tu sangre el sonido Dwyerano, bienvenido al viaje, el mejor disco del proyecto en un tiempo. Debes ver por lo menos en una ocasión al cuarteto en vivo, renacerá tu amor por la música.
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