Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
8
Domino Records / 2019
Una de las –tantas– cosas de las que puede presumir Noah Lennox, miembro fundador de Animal Collective, es de haber creado un proyecto que no presume de ser “paralelo” a su grupo actual, sino de haberse convertido en un universo propio, cuyas reglas e ideas se encuentran remotamente alejadas de aquel nombre. Panda Bear es una historia propia, un relato de vida que parece no querer dejar de escribirse.
Conocido por su talento para el acomodo de sampleos y armonías, Lennox ha pasado años explorando nuevas formas de composición que han ido desde envolventes viajes como Person Pitch, hasta encuentros trágicos como Panda Bear Meets The Grim Reaper. Desde auténticos ejercicios de fragilidad como Young Prayer, hasta poderosas postales como Tomboy. En una carrera en la que pareciera que el collage es la fortaleza, un disco como Buoys mira al resto desde lejos.
“Mientras más capas de sonido eliminaba, mejor se escuchaba”, le dijo a Kyle Meredith sobre el disco en un episodio de su podcast y algo de razón tiene. La austeridad parece ser aquello que dirige su espíritu y la simplicidad se convierte en una virtud que solo la sabiduría sabe apreciar. Después de tanta música empeñada en escucharse espectacular y con cuarenta años de edad en los hombros, Lennox aprecia las bondades de la sencillez como nunca antes.
Esa descripción puede dirigir de inmediato al mencionado Young Prayer, pero en donde aquel brillaba por su corazón al aire, éste lo hace por su meticulosidad. Buoys, como ese otro, tiene a la guitarra acústica como elemento principal, sin embargo, es menos visceral y más sombría. Menos emocional y más hipnótica. Aquí sus sampleos solo aparecen cuando de verdad son necesarios.
Tomen por ejemplo “Inner Monologue”, una pieza en donde se escucha un llanto intermitente que hace juego perfecto con lo que recita, o “Token”, una canción de amor que parece intercambiar la técnica del collage en el sonido por una especie de stream of consciousness en su letra. El disco siempre se encuentra más preocupado por ser cálido que por causar impresión.
“Dolphin” se siente tan simple y tan compleja al mismo tiempo que recuerda al contraste entre forma y fondo de algo como “Upstream Color”, y la canción titular es un divertido acercamiento a su idea de producción contemporánea. “Quise usar el sonido mainstream como trampolín, No creo que suene como eso (Travis Scott, Ariana Grande o alguna cosa que tenga millones de plays), pero puedo correlacionar los trazos generales del sonido y espero que resuene con alguien que escuche ese tipo de música”, le dijo al sitio australiano Tone Deaf a finales del año pasado.
En ese sentido, Buoys es también un experimento lleno de ironía. ¿Cómo percibe la música actual alguien quien pudo saltar de la más extraña estirpe musical a los tops del mundo? Al parecer como una valiosa oportunidad para explorar las bondades de los reflectores apagados. En donde ‘más es menos’, también ‘menos es más’.
Los adjetivos para describir la música de Panda Bear han estado llenos de hipérbole desde sus primeras muestras y se han hecho cada vez más constantes y predecibles. No importa que aquí se escuche diferente a sus tiempos de gloria ni tampoco que lo haga con recursos tan escasos. En Buoys parece que siempre hace falta algo en las canciones, tal vez ese vacío es todo eso que necesitaba para de verdad escucharse espectacular.