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The Good, the Bad & the Queen — Merrie Land

7

The Good, the Bad & the Queen
Merrie Land

Studio 13 / 2018

Artista(s)

03/Dic/2018

El disco de reflexiones profundas en un país que ya no será.

Damon Albarn, Paul Simonon, Simon Tong y Tony Allen vuelven luego de 11 años de haber sacado su primer álbum juntos. La banda, bajo el nombre de The Good, the Bad & the Queen, entrega un disco lleno de reflexiones propias de tipos maduros, acomodados e intelectuales. Una propuesta que quizá desde su nacimiento no tiene nada que perder y tampoco tanto que aportar, pero que igualmente es valiosa.

Su nuevo lanzamiento se titula Merrie Land, y como el título lo indica, el mundo que construyen está formado en una idea como de cuento que evoca imágenes en tonos sepia aunque hable de un pasado no lejano, quizá porque es un pasado al que no hay ninguna posibilidad de volver.

Desde el inicio entramos a una narrativa que combina la fantasía con la realidad política y social de Inglaterra. La introducción es un fragmento del prólogo que escribió Geoffrey Chaucer para Los cuentos de Canterbury. Enlaza entonces esta introducción con la primera canción del álbum, que habla de ferrocarriles, banderas viejas, un lugar solitario cerca del mar que espera ser visitado por alguien, por algo; habla de caballos, zorros, ovejas y vacas. Así, encontramos de manera inmediata una propuesta musical que va siempre de la mano con guiños literarios, uno de los más grandes aciertos de este disco.

Los sintetizadores se fusionan a la perfección con la batería en canciones como “Merrie Land”, que desde el inicio permite que el fraseo de Albarn se luzca, como antes, como siempre. Los arreglos musicales a veces se aderezan con violín para dotar al disco de una singular atmósfera llevada hasta el extremo.

Una feria embrujada donde los detalles corren a cargo de pinceladas melancólicas provenientes de la voz del prolífico Damon, es una de las constantes de esta propuesta, en la que uno de sus puntos más álgidos es el tema número seis: “Lady Boston” que aparece para entregar otros tonos musicales, cercanos a la paleta sonora que venimos escuchando pero con sutiles cambios que se agradecen pues permiten que el disco tome impulso. Aquí surgen unos coros que antes no habían aparecido y que cierran en todo lo alto como desde dentro de una iglesia donde se repasan los buenos deberes de una sociedad inglesa fracturada por el Brexit.

“Ribbons” es la canción poética y melosa que no podría faltar, de vuelos líricos en la letra y la voz conductora en primer plano, con una guitarra acústica sencilla y directa que prepara el oído para “The Last Man to Leave”, donde habitan los mundos de Lewis Carroll y James Matthew Barrie, el escritor delirante que quiso inmortalizar los céspedes de Inglaterra en un país donde todos son niños. Ésta es quizá la canción más desafiante del disco, primero por la narración melodramática a cargo de Albarn, pero también por los arreglos, provenientes de una sala musical donde bailan payasos perdidos en el tiempo. Una guitarra descolocada y un bajo preciso se juntan para elevar la sensación de intranquilidad.

Merrie Land termina con una consigna: salvarse de sí mismo rumbo a una tierra prometida. “The Poison Tree” es la canción que resume todo lo que en este disco está bien hecho: sintetizadores y batería tristes pero con ilusiones combinados por una mano maestra, la voz y guitarras de ensueño. Una historia de ruptura e hito hacia esa tierra prometida, a pesar del deterioro de la sociedad, del amor y las ilusiones.

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The Ting Tings — The Black Light

8

The Ting Tings
The Black Light

Finca Records / 2018

Artista(s)

The Ting Tings

La banda regresa a la buena música con The Black Light.

Podemos decir que tras escuchar su reciente disco The Black Light, el duo británico The Ting Tings nos ofrece algo verdaderamente bueno, esto tras el éxito mundial que Jules de Martino (batería, guitarra, piano) y Katie White (voz, bombo y bajo) lograron con su álbum debut We Started Nothing, lanzado hace justo una década y que traía consigo aquellos hits que parecían insuperables: "That's not my name" y "Shut Up And Let Me Go".

El disco, además de una notable nostalgia por sus orígenes, contiene ocho canciones con un formato de larga duración. Comenzamos con “Estranged”, una pista de cinco minutos que inicia con un ligero sonido de electropop y versos que White canta en tono melancólico en donde hablan de lo extraño que es querer a alguien con quien no compartes los mismos pensamientos y que, para finalizar, en la parte instrumental revientan con la batería y el bajo.

Continuamos descubriendo el disco al escuchar “Basement”, esta podría ser tal vez la canción más cercana a la música que The Ting Tings nos presentó en sus inicios, pues de entrada su vocalista retoma ese tono agudo que la caracteriza y la canción mantiene un beat apoyado en las guitarras, bajos y batería, y, aunque tiene una letra sin profundidad ya que habla de todo lo que disfrutan hacer en un sótano en una canción divertida.

Con “Fine & Dandy” tenemos algo notablemente fresco, un tema de nostalgia y que suena muy diferente al resto del disco, la voz, la letra y el sonido electropop se agradece al poner atención a la letra, algo similar pasa con “Earthquake”, una de las favoritas del disco que logra el boom al cambiar los matices musicales apoyada de los coros y todos los instrumentos.

En “Blackligth” ya calentamos motores para unos fuertes guitarrazos, y una letra que nos narra el deseo de iluminar pensamientos, recuerdos y experiencias, en donde exponen claramente el sentido del disco, pues la canción se percibe segura e inteligente, con matices oscuros impulsados por un sintetizador al finalizar.

“Word For This” y “Good Grief” retoman la parte pop rock de la banda, se podría decir que se percibe mucha similitud entre los beats de estas dos canciones, pero que de ninguna manera aburre pese a que estratégicamente o no, va seguida una de la otra.

Se nota mucho que estos músicos han trabajado a su propio ritmo y sin pretensiones, ya que tal como ellos lo han declarado, están haciendo “buena música de nuevo” y nada más. Un disco totalmente impredecible en el mejor sentido de la palabra.

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The Good, the Bad & the Queen — Merrie Land