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Siempre es bueno romper, aunque sea un poco, con las tradiciones. Está establecido que el domingo es un día familiar, o bien, que es un día para quedarse en casa a mirar películas dobladas en la televisión. Para quienes consideran al último día de la semana como el más triste y asistieron al Corona Capital, seguro su semblante cambió: no fue un domingo cualquiera.
En esta emisión, el festival constituyó una prueba de resistencia para la juventud. Tras una magnífica pero extenuante primera jornada, se tenía que volver a acudir al Autódromo para un cierre memorable. El festival todavía se encontraba protegido por un clima benigno, y nada mejor para iniciar que algo ligero que al mismo tiempo sea fino.
No es mentira que el pop chileno ha dado las mejores propuestas de la música actual en español. Los chilenos han demostrado un buen gusto para componer piezas bailables y frescas, y ese poder reside, principalmente, en dos mujeres: Javiera Mena y Francisca Valenzuela, quien tuvo la cuarta presentación en el escenario Capital. Es un lugar común que cuando se habla de mujeres que se dedican a la música se les ponga el adjetivo “sexy”, pero en el caso de Francisca Valenzuela, sería inevitable decirlo. Con un pantalón rojo muy ceñido y una cabellera perfecta, deleitó a sus espectadores con canciones como “Buen soldado”, “Quiero verte más” y la despechada “Muérdete la lengua”, coreada tanto por chicos como por chicas. Fue un acto puntual, tanto en su inicio como en su despedida, e idóneo para cargarse de energía y adentrarse en el festival.
La reputación del Bizco Club es innegable. El escenario es un escaparate de las mejores propuestas electrónicas, aunque en el día 2 la densidad se hizo presente. Shabazz Palaces ofreció un show difícil, repleto de beats que alcanzaron el nivel de música concreta: un gusto para los puristas del hip hop. A continuación del dueto de Seatlle, se presentaba Araabmusik, el de los dedos rápidos, y lo que parecía iniciar como una fiesta terminó siendo un ataque epiléptico. Acompañado por un MC (¿o era su ingeniero de audio?, ¿qué hacía en el escenario ese hombre?), Abraham Orellana abrumó a su público con la velocidad que alcanzó con sus beats. Todas las reacciones fueron lógicas, tanto la del que bailó frenético como la de la chica que se desmayó un tanto alterada a un lado de mí.
Para curarse del calor y la rudeza del Araabmusik, era necesario apreciar la luz otoñar y salir a bailar con The Drums. Hace un par de años tuvieron su debut y su frescura y limpieza no decaen. El carisma de Jonathan Pierce, su buena disposición al público, todo se conjugó para que su acto fuera de los mejores en el escenario Capital. Hay muchas bandas a las que es evidente que les aburre tocar sus éxitos, pero The Drums se mostraron más que felices por hacerlo, ejecutando “What You Were”, “Money”, y cerrando con “Let’s Go Surfing”.
El dueto de canadienses Tegan and Sara, además de encarnar una fantasía porno (gemelas lesbianas), ofrecieron un concierto lleno de romanticismo y ternura, dedicando canciones a todos aquellos que stalkean al ex en Facebook, diciendo que se sentían en una cita amorosa con el público mexicano y tocando canciones como “Hell” y “Walking With A Ghost”.
Llegó el momento de descansar las piernas, recuperar el aliento y sufrir una mezcla de emoción y estrés. A partir de las 7:00 p.m. las opciones eran demasiadas, cada uno de los escenarios ofrecían algo excelente e imperdible. Encontré que en distintos puntos se llevaban a cabo verdaderas juntas en las que se determinaba a qué escenario dirigirse.
Una de las ventajas del Corona Capital es la oportunidad que se tiene de ver a los veteranos de la música vanguardista, hecho que siempre impondrá respeto, ya que el escenario es ocupado por personas que son algo más que carne y hueso. Si, estoy hablando de New Order, quienes salieron al Corona Light con una precisión que sólo los británicos tienen. “Lo disfrutarán tanto como nosotros”, dijo Bernard Summer para dar inicio a un recorrido de épocas en el que se revisitó a Joy Division con melodías como “Isolation” y se ejecutaron obras maestras como “Ceremony” y “Here To Stay”.
Por otro lado (el extremo opuesto de New Order), unas horas antes Florence Welch había dado una gran sorpresa colaborando con The Maccabees, para más tarde ofrecer junto a su banda The Machine uno de los conciertos más emocionantes del Corona. Florence + The Machine es música que conmociona, Welch logra abarcar los perímetros del escenario y la amplitud del público con himnos como “Shake It Out” y “Dog Days Are Over”.
La escuela o el trabajo: es tiempo de retirarse, hay que levantarse temprano. En el tránsito que la gente tomaba del Autodrómo a las puertas de salida era evidente el cansancio y la felicidad. La semana será iniciada con otra cara: hemos experimentado otra clase de domingo, dentro de un festival que es una fiesta, que es un pretexto para reunirte con amigos y amores y quedar enronquecido por la euforia de gritar ante tus artistas favoritos.
¡Hasta el próximo año!