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Soy de los que piensa que vale más un compositor e instrumentista que un frontman letrista. Soy de los que necesitaba presenciar a Johnny Marr en su etapa más sólida post The Smiths y comprobar también, que aquellos clásicos de los años 80, son de él como máximo portador. Y había sido una larga espera para la talla de personaje que significa y por ser, sin temor a equivocarme, uno de los mejores y más característicos guitarristas de la historia, esta vez, al frente, en singular, no como un componente más como lo fue en The The, Modest Mouse o The Cribs. Y, ante la competencia que había unos kilómetros alrededor con Nick Cave en el Pepsi Center WTC, seguro que fue factor para permitir, que los que estuvieron en El Plaza Condesa a un 70% de su capacidad, se hayan dado cita porque son fieles seguidores y sabedores de la figura que pisaría el escenario.
Elegancia, porte, carisma, arrogancia. Son muchos los adjetivos para describir a Johnny tan solo cuando han pasado unos segundos de verlo saltar al escenario, pero antes de cualquier cosa y con los gritos a tope, habla con la guitarra, preparando el estallido inicial con “The Tracers” y por si alguien pondría en tela de juicio como podrían desencajar sus canciones recientes con clásicos de la era The Smiths, “Bigmouth Strikes Again” fue la primera carta jugada dejando claro que además de todo, tamaño de cortes los ha hecho aún más suyos con su imperativa guitarra y una voz que la entona sin restarle un ápice a su herencia.
Marr es una encantadora e imponente mezcla de personalidades. Se para con arrogancia con su Fender Jaguar colgando a la altura de su cadera para “Hey Angel”, presume su habilidad levantando el instrumento cuando suelta algunos esas afiladas notas en “Jeopardy”, baila como ninguno, con su esbelta figura, pasos precisos y pasa frente al micrófono para exclamar las escasas palabras de “New Dominions” y así con los ojos cerrados, con los trastes y seis cuerdas en su mente libera con exactitud sus riffs. Presenta una “Disco Song From Machester, England” con un cover de su etapa en Electronic, que ha hecho totalmente suyo en las giras llamado “Getting Away With It” y pone al círculo central a brincar con éxtasis. Nos deja sonidos lúcidos con “Hi Hello”, sin olvidar su papel doble como estrella de la guitarra, frontman y vocalista, se pasea de un lado a otros, se baña de aplausos con “The Headmaster Ritual” y conecta incluso con la mirada de algunos fans retando, advirtiendo que siempre habrá más de su magistral guitarra, y siempre, lo hubo; con poder en “Bug”, con el dinamismo de “Easy Money” o con la sublime ejecución de “How Soon Is Now?”, donde parecía que nadie sabía que hacer, si dejarse llevar, si cantar, si poner atención a la guitarra, a los pasos con los que Johnny bailaba a ritmo que tocaba o incluso pecar de grabar para llevarse unos segundos de ese momento.
“Johnny! Johnny! Johnny!”, el público quería agradecer pero a veces el de Ardwick no lo permitía, no porque no dejara jugar su papel a los presentes, sino porque en una ocasión mostró nervios, pena, sonrojo por el calor del público mexicano que quizá no se esperaba. Incluso después se hizo parte del juego y pedía que le dijeran qué canción tocar, pero eran tantas las peticiones y los gritos, que era un cuento de nunca acabar.
Sin embargo, volvió del encore para cerrar con broche de oro. Demostrando y dejando claro que él puede con canciones como “There Is A Light That Never Goes Out” que se cantó al unísono, pero también, no tenía que irse con un hit que todos auguraban, ese lugar lo tuvo “You Just Haven’t Earned It Yet, Baby”, y que al termino, cuando los músicos que acompañaban salieron de escena de inmediato (y que dicho sea de paso, nunca figuraron), Johnny Marr se tomó unos segundos para agradecer, haciendo poses frente al escenario –hasta graciosas– para dejarse querer y recibir cada grito de agradecimiento y aplauso.
Marr no necesitó abarrotar su setlist de canciones de The Smiths, y pudo hacerlo. Fueron cuatro y un par de su época en Electric y el resto estuvo muy centrado en su más reciente Call The Comet. Dejando para muchos, algunas faltantes de su debut The Messenger u otro par de Playland. Aún así no hay queja alguna por lo sucedido; al fina, caras de felicidad, emoción a tope, imágenes para llevarse en la memoria y rogar que nunca se borren. Esas fueron las reacciones de Johnny Marr en El Plaza, una experiencia que esperamos no tengan que pasar años (como lo fue cuando vino con The Cribs) para volver a repetirse en México.