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Clubz — Destellos

8

Clubz
Destellos

Sony Music / 2018

Artista(s)

Clubz

01/Oct/2018

Nostalgia vintage en pleno 2018.

Dos años distaron entre el lanzamiento del primer sencillo y el material final que los regiomontanos Coco Santos y Orlando Fernández finalmente presentan. Destellos llegó y el dúo no pudo elegir mejor nombre para su primogénito.

De entrada, echando una mirada rápida al tracklist, los singles resaltan por sí solos, y es como si mi subconsciente los aislara por un momento y me concentro casi un 100% en lo nuevo. Los primeros lanzamientos ya tienen toda mi atención y claramente múltiples likes por los escuchas –los números en Spotify lo dicen todo–. Como parte del escaneo rápido colaboraciones con Buscabulla, Girl Ultra y Ela Minus me hacen deducir que estos temas tendrán una fuerte carga erótica, gracias a las delicadas voces femeninas en contraste con los falsetes que Orlando y Coco manejan dentro de su estética musical.

El bajo funk de "Palmeras" abre el telón de esta primer placa de Clubz, dicha pieza es relativamente nueva pero ya había pasado por nuestros oídos desde hace unas semanas, poco después también nos presentó el visual con una narrativa policiaca y aires vintage. Para el segundo tema, ya teníamos por demás conocida la tonadita y el "a, a, áfrika , a, a" –las “a” que suenan más como “ja” pero ese es el toque especial de Coco–.

"Réplica" es un deliciosa pieza disco, la melodía transcurre como brisa fresca, que de pronto se encuentra con toques de sintetizadores y se mezclan con toda la armonía. Sin necesidad de agudizar el oído, los saxofones de fondo aportan un toque de sensualidad, y así, la composición explota en la cabeza y en todo el cuerpo como una bomba groovie que nos hace mover los hombros y chasquear los dedos a lo largo de sus 3 minutos con 54.

El ritmo disminuye su tempo cuando llega "Nagano", la música escurre como una suave mezcla de colores pastel gracias a la voz de Ella Minus que se enreda entre bajos, teclados y una vez más, finos saxofones para regalarnos una balada soul totalmente romántica.

A lo largo de sus años en la escena, Texturas, Épocas y ahora Destellos, son la prueba del cuidado y perfecto manejo que Clubz tiene sobre el estilo que eligieron para representar sus ideas y plasmar el conocimiento e inspiraciones que guían su música. Prince, Madonna y Ariel Pink son algunas de sus mayores influencias, según comentaron es la última entrevista que tuvieron con Indie Rocks!.

"Cáile" es otra de las colaboraciones que aparecen como un foco rojo dentro de los once tracks, Raquel Barrios desprende una energía tropical y melosa. El duo boricua Buscabulla embona con facilidad en este material discográfico. Colaboraciones como esta podrían ser recurrentes, y seguramente jamás habría algo malo en ellas.

"JAMZ" es el track ocho, que bien podría escalar hasta el primer lugar y funcionar como un intro al álbum. Los golpeteos en el modulo de percusión y efectos desvanecidos abren paso a explosiones en forma de ondas distorsionadas, y sin tener en cuenta la duración de esta composición, la carga synth resulta bastante agradable.

Para el tema nueve, las primeras notas nos resultan familiares, no se trata de una pieza meramente nueva, "Popscuro" en uno de los sencillos que abrió al dúo regio las puertas de venues y nuevos escuchas, sus casi dos millones y medio de plays son la mejor prueba del éxito que les resultó esta combinación de pop y picardia millenial. El tema descarado de la lírica y la delicadeza con que la música lleva todo el issue amoroso (para mi gusto, perfectamente bien plasmado en el visual) atrapó al público y es ahora uno de las canciones más pedidas y escuchadas por sus admiradores.

"Nota de voz" resulta una composición meramente instrumental completamente lo-fi. El primogénito de Clubz no pudo tener un mejor nombre, cada pieza cuenta con destellos de sintetizadores, saxofones, arreglos delicados y efectos que sin importar su duración, logran aportar una variedad al ritmo y así, cada canción alcanza esa calidad de sonido que sin esos destellos sería completamente distinta.

Destellos es un álbum que entra por los oídos, en donde tan solo inicia su recorrido a lo largo de todo el cuerpo, se expande fácilmente hasta los brazos y piernas, entonces aparece eso que se llama ritmo. En este primer material de larga duración que el duo muestra al mundo lo que sabe de música, y cómo aplicar los sonidos de antaño a un presente abierto a todas las posibilidades.

En general, es muy claro (y hasta cierto punto grato) notar la calidad musical que el primer largo de Clubz ofrece, el trabajo de producción y postproducción que llevó largo tiempo para este dueto resulta en un material de once tracks que siguen una misma base y se nos presenta como un material homogéneo. La estética es diferente en todas las canciones, cada una cuenta con arreglos delicados y bien planeados, y sin mayor duda, todo eso justifica la larga espera. Es fácil vaticinar un incremento de escuchas, presentaciones y un boost en la carrera de esta dupla regia, ¡en hora buena!

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Iron & Wine — Weed Garden

8

Iron & Wine
Weed Garden

Independiente / 2018

Artista(s)

Iron & Wine

28/Sep/2018

La tristeza se expande con facilidad.

En el 2017, se cumplían 15 años del lanzamiento de The Creek Drank the Cradle de Iron & Wine. Sam Beam comentaba que, por primera vez en mucho tiempo, no se preocupaba tanto por la experimentación sonora, o probar nuevas cosas en cómo hacer las letras. Era como hacer música por primera vez. Aunque aquella primera vez había sido muy diferente. Y las subsecuentes también. Sobre todo por una pregunta que rondaba la cabeza del nacido en Florida: ¿tengo algo más que decir? La pregunta que creadores como R. Stevie Moore nunca formulan y otros, como J.D. Salinger, la hacen tantas y tantas veces, que sucumben ante lo titánico del planteamiento. Ahora estamos en el 2018 y Iron & Wine lanzó un EP…

Weed Garden comienza con percusiones y luego, el Sam Beam clásico. Ese personaje que parece susurrar en vez de cantar, el acompañante perfecto para las noches desconsoladas, las tardes solitarias, o las madrugadas que se prolongan hasta que el día se asoma por las ventanas. Discípulo de Nick Drake, y fraterno del Neil Halstead solista, Iron & Wine mantiene una esencia particular. Algunos dicen que el folk es aburrido. Quizá nunca han quedado absortos en sus pensamientos por miedo a lo que encontrarían en ellos.

Nunca sabremos la música que estaría haciendo Iron & Wine si hubiera perseguido los anhelos perpetuos de cambiar las cosas. Tal vez serían maravillosos y canónicos. O tal vez no, y lo mejor que podemos tener son artistas que sigan manteniendo la honestidad al crear canciones. “What Hurts Worse” tiene una línea que dice “Let’s become the lovers we want/Let’s become the lovers we need”. Olvidar las cosas, sobre todo las que nos hicieron daño, es una de las prácticas más complicadas. En muchas ocasiones, lo mejor es separarse de aquellos que nos perjudican. Las relaciones tóxicas son asfixiantes. Pero, si se puede tener la madurez, la disposición y la salud mental suficiente para sanar las heridas y continuar con esa persona que acapara los pensamientos, pude surgir algo mucho más bello. La transición de la vida parece ser el hilo conductor del EP de Iron & Wine.

“Waves of Galveston” es sobre el crecimiento. Las etapas de la vida. Los padres que se van, los hijos que abandonan tu compañía. La rutina de vivir en el lugar de siempre, ver los mismos rostros, las noches monótonas y ser consciente, al menos por un momento, que la vida es efímera. ¿Quedarse en el lugar de siempre o buscar nuevos horizontes? La respuesta queda en uno mismo.

Musicalmente, Weed Garden parece ir bajo la misma tónica simple, pero sutilmente metamórfica. Guitarra, algunas percusiones, quizá un piano, cuerdas y voz. La voz que es hilo conductor en el discurso que se quiere presentar. “Last of Your Rock ’n’ Roll Heroes” es la canción con más cadencia del EP. El movimiento es casi automático. Las reflexiones son las mismas. Un día estás aferrado a las cosas, al otro las dejas ir con facilidad. De nuevo la vida, de nuevo los cambios. Al parecer, Sam Beam ha llegado a la segunda etapa de ruptura existencial. ¿Para qué estamos aquí? Incluso nuestros héroes ideológicos se desvanecen con el tiempo.

“God of the dollar’s a god of fear / The guns on the TV really gets you” se canta en “Milkweed”. Algo hay de inconformidad en los paradigmas estadounidenses y se refleja en la canción más oscura. Arriesgada y, sin embargo, no desentona. Cuando comienza  “Autumn Town Leaves”, el cambio se siente natural. Y regresa la nostalgia. Las descripciones de lo que se vive, lo que se siente, del paisaje que es tuyo y que en algún tiempo, es probable que solo exista en la memoria, y el único anhelo, es ver al otro por la mañana.

La tristeza se expande con facilidad. Las manos inquietas, las lágrimas que salen espontáneamente y los pensamientos que siguen y siguen, incansables, hasta que es momento de pasar a otra cosa, más por necesidad que por convicción. “Talking to Fog” es un cuadro bellísimo, pero con cierta crudeza. Se sabe que las cosas que pueden encontrar la felicidad, están ahí afuera, pero como dice Sam Beam, a veces son difíciles de encontrar. Y así cierra el EP.

Son tiempos buenos para Iron & Wine, de preguntas existenciales que a veces no tienen respuesta, pero que, cuando se plantean a manera de canciones, pueden parecer más sondables. Ojalá, las inseguridades nunca venzan los impulsos de narraciones de Iron & Wine, porque sin saberlo, puede estar siendo el guía de algunos andariegos sin rumbo definido.

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Clubz — Destellos