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En el mundo musical siempre existe recelo. La historia lo demuestra y, como ejemplo a la mano, una lectura rápida a How Music Works de David Byrne lo sustenta: los géneros musicales siempre traen consigo una división de gustos que no hacen otra cosa más que revelar la percepción que las personas tienen de ellas mismas.
Dice más de ti renegar de algo que no te gusta que aplaudir algo que sí, asegura Steven Hyden. El blues, el jazz, el rock, el rap y la cumbia tienen algo fascinante en común: son géneros que nacieron mirando hacia arriba y que fueron recibidos con negación. Fueron gatillos de la distinción social, punto de partida de la discriminación y tiempo después revalorados con justicia.
Hasta hace apenas unos años la cumbia en la juventud mexicana era vista con malos ojos y como una demostración de inferioridad intelectual. Hoy, después de años de labor y de esfuerzos para exhibir su valor cultural y sus beneficios para la vida de oyente, su aceptación en el oído joven promedio ha cambiado. Llámenle exotismo, kitsch o mera curiosidad, pero la cumbia se ha normalizado y ya nadie la encuentra dañina como antes. Cumplió el ciclo natural y su tradición se ha fundido exitosamente con la modernidad.
Esto tiene a sus responsables y probablemente, aunque la distancia diga lo contrario, Mario Galeano sea uno de ellos. Su labor como evangelizador de la cumbia en proyectos colombianos como el Frente Cumbiero, Los Pirañas, Ondatrópica y otros tantos desaparecidos desde hace más de diez años, no solo ha sido la de experimentar con un género musical que nació para moldearse, sino también la de exhibir pedazos de su historia y señalar las conexiones que ésta tiene con la nuestra, la que escribimos con cada una de las canciones que escuchamos.
“Hay que tener un pie en la tradición y en el conocimiento de la historia. Es algo que todos tenemos que cultivar. No importa de qué ángulo lo tomes (académico, del baile, la creación, la fotografía, la estética), debemos fomentar que los que vengan conozcan qué se hizo antes y qué se está haciendo ahora”.
Al ser un género que –en palabras de Dick Verdult– da orgullo a ser hombre, la importancia de la investigación cumbiera no reside en la erudición, sino en el goce mismo. Para Galeano ese pie en la tradición es clave para disfrutar de todas sus bondades y es uno de los componentes más importantes del Frente Cumbiero, proyecto musical que se mantiene vigente y que presume de ahora ser un cuarteto listo para empezar una nueva fase.
“El Frente Cumbiero como cuarteto empezó con una grabación para la Fania y el resultado fue interesante”, dice uno de los componentes nuevos del grupo. “La cumbia es algo mutante que nunca para y tiene que seguir. Mezclar los vientos con la electrónica y análogos en vivo es un nuevo reto y un nuevo renacer del Frente Cumbiero”.
Esta mezcla no es ninguna cosa nueva, pues se remonta incluso a los primeros avances en el espectro musical de la cumbia y, de la misma manera, resultó un experimento hipster que provocó comezón en los puristas. Mario lo explica así. “Cuando se da el paso de los instrumentos tradicionales como la gaita o la caña de millo al clarinete o la trompeta, eso también en su momento fue una cosa como hipster de la gente de los clubes sociales. Si ahora uno le mete un poquito de electrónica a eso, también es parte de esa misma evolución instrumental y de timbres del sonido”. Es una mutación natural que ayuda a su inserción en el colectivo alternativo social, que invita a su exploración y que le brinda un rostro distinto. “La hipsterización de la cumbia ha ayudado a que nazcan una gran cantidad de propuestas nuevas de todos lados. Nosotros venimos de Bogotá, no tenemos unas raíces familiares de tradición, tenemos una mirada urbana. Si bien empezamos a hacer esto antes de que se volviera masivo, también formamos parte de ese proceso. No se puede negar”.
Pero aunque se piense (con razones suficientes) que lo del Frente Cumbiero es mera hipsperización, hay pruebas que pueden balancear eso con su constante misión de revalorar la historia: un boiler room con cronología, un acercamiento a músicas hermanas y una reevaluación de la geografía a partir de la música son solo unas de ellas. Galeano tiene la experiencia suficiente para comandar a un ejército y en su nueva etapa lo demuestra sin titubear.
“Nos conocemos desde hace años”, asegura Sebastián Rozo, que en vivo se encarga de los vientos junto con Marco Fajardo, quien asegura que en vivo “Hacemos música de una manera informal. Es casi como una banda de rock. Traemos ideas y empezamos a tocar, a hacerlas sonar”. Verlos en vivo es una reafirmación de todo aquello, pues más que una formalidad, todo se siente como una sesión de improvisación. Aunque hay canciones en papel, el nuevo setlist del Frente Cumbiero se preocupa más por probar la sensibilidad de la cumbia como elemento reaccionario y la curiosidad de la audiencia al observar.
Su más reciente visita a México fue para celebrar un aniversario más de La Roma Records, una parada que, además, anuncia una flamante reedición en vinilo de su icónico disco con Mad Professor. “Se volvió un disco de referencia para cierto momento y esta reedición es muy linda. Es un box set de cinco 45s con dos lados: uno de la versión original y otro de la versión dub. Van a salir dos temas que no vienen en la primera edición y será de 500 copias, va a ser un artículo de colección. Es vinilo de color y con un gran diseño que hizo Mateo Rivano”.
Pero su relación con México no es novedad. “En el año 2006 tuve la oportunidad de ir a hacer unas composiciones para la Banda Sinfónica Juvenil de Puebla y fue gracias a una beca que me dio el Ministerio de Cultura y el CONACULTA, para hacer una investigación sobre la cumbia en México. Compuse una pieza cumbiambera para que los chicos que siempre tocaban cosas más sinfónicas tocaran algo mucho más cercano a ellos y fue una experiencia brutal”.
Son culturas hermanas. “En Colombia se consume mucho cine y televisión mexicana desde toda la vida”, dice Fajardo. “También en las ferias de los pueblos hay un género musical que allá (en Colombia) se le llama 'música popular' que está basado en los corridos y en la música ranchera”, asegura Rozo y Mario Galeano complementa. “La gente habla de cómo la cumbia colombiana tiene mucha influencia en México, pero al revés es igualmente grande. La cultura mexicana (la ranchera, el corrido, el cine mexicano desde los 40 y hasta las telenovelas de los 80) marcaron mucho a Colombia. Es un diálogo de lado a lado. De hecho, yo creo que no hay una ciudad fuera de México donde haya más mariachis que en Bogotá”.
Por ello es que su labor no ha pasado desapercibida entre los oídos mexicanos y por eso es que ha sido una de las responsables del proceso de normalización del género en la cultura moderna. Un reconocimiento del que muchos pueden presumir, pero que pocos pueden cargar con vigencia al paso del tiempo.
Después de todo el diálogo y la retroalimentación entre ambas audiencias, ¿qué es lo que la nueva versión del Frente tiene para decir a los escuchas nacionales?
“Es un placer venir a México. Si no nos pueden ver en vivo, escuchen nuestros temas por internet. Estamos promocionando un 45 que salió en Japón hace unas semanas y vamos a sacar un LP a inicios del próximo año. También estamos haciendo nuevo arte, nuevas fotos, nueva presencia gráfica y van a encontrar muchas cosas interesantes en el futuro. Esperamos que sean muchas veces".