10
Relapse Records / 2018
02/Jul/2018
Imagina que un día simplemente no puedes despertar, que tu cuerpo totalmente bloqueado no responde ante los impulsos de tu mente, que nada funciona como debería, y que estás condenado a nunca volver a ser el mismo. Te sientes perdido, buscas la absolución y el remedio final, la luz al final del túnel, el perdón de todos aquellos a los que les hiciste mal, tus plegarias por una última oportunidad para decirle a esa persona lo que ya no pudiste volver a ver se difuminan ante el destino final. Pero de pronto todo vuelve a una aparente normalidad como el golpe a la guitarra que da inicio a “Ablaze”, vuelves a arder, el bloqueo se disipa, y como las brasas ardiendo el rojo vivo te devuelve la vida, la sangre vuelve a circular como el delicado y furioso arpegio, el corazón comienza a reaccionar como la batería y su ritmo ideal, las voces en tu cabeza comienzan a tomar sentido de nuevo: “Shining dreams of what we are, sown in fields of stars, blaze in the heart of the beyond”.
Mike Scheidt trasfigura el dolor de una diverticulitis y el penoso vía crucis que lo mantuvo al borde de la muerte en la tónica de Our Raw Heart, material discográfico que coloca a YOB como banda fundamental del doom metal. El material lírico mayormente escrito en la convalecencia del vocalista y guitarrista nos pone un poco en perspectiva: un brazo mutilado por las aplicaciones intravenosas, un débil ánimo que se rescata asimismo de venenos ancestrales, los gritos que aflorarían en el proceso de grabación como catarsis, la influencia gutural del black metal, el ánimo corrosivo del cabalgar de una batería, Black Sabbath como alta causa, los riffs que convulsionan, la oscuridad como preludio a un amanecer gris.
Foto James Rexroad
“In Reveire” y su ascendente feedback con el ligero golpeteo al bajo que parece ecualizarse al tono de una travesía dantesca, lagunas mentales, neuronas tratando de recordar buenos tiempos que de golpe se disipan ante el estruendo de las seis cuerdas en bajo tono, recordando la experimentación ambiental del álbum Clearing the Path to Ascend y desbocando una nueva furia que la ansiedad por vivir provoca. Piezas de larga duración para situaciones extremas, cambios de ritmo como el ánimo que sube y baja, los ecos de frases que retumban en la mente a modo de arrepentimiento constante. “Lungs Reach” y su ánimo instrumental denso que fuga en gritos de absoluto sufrimiento, los demonios siguen acechando, los niños siguen enjaulados y nadie hace nada por liberarlos.
“Beauty in Falling Leaves” como la divina gloria de una Magdalena mohosa reposando en Père-Lachaise, el coqueteo con el post rock, la calma aparente que se enrosca cual corona de espinas en nuestras piernas hasta alcanzar la psique, los corazones que nos llevaron un día a casa y después nos abandonaron, pero aún así, seguimos buscando, analizando, añorando la belleza que el mundo de repente nos trae en el caer de las hojas en un día lluvioso, en el flotar de las nubes grises que nos condenan, en los charcos de agua negra donde no podemos reflejarnos.
“Original Face” y su evocación a Moonspell, el grito que desboca en el guitarreo constante que serpentea con el bajo, y para el gran final el tema que da título a un disco atizado por atmósferas decadentes, pero esperanzadoras. No puedes salir del infierno sin antes conocerlo, cual síndrome post traumático, YOB nos arrastra en el fango para después darnos un báculo para sostenernos, sortear el camino, hacerle caso a nuestro furioso corazón, resolver los misterios, saludar a los cuervos, reunificarnos, y que las luces de antorchas dispuestas para nuestro bien iluminen el camino a un bienestar que siempre difuso tendremos que alcanzar de cualquier modo.
9
Independiente / 2018
02/Jul/2018
Es fácil caer en simplezas y líneas gastadas al tratar de reseñar un álbum, usar aquellas frases que tanto se leen en revistas especializadas o apenas hablar de obviedades como el sonido de una canción u otra. Incluso yo lo he hecho. Afortunadamente Hipersomnia, Pt. 1 despertó en mí una fuerza que no reconocía como mía desde hace tiempo, me hizo escucharlo más de diez veces y sentarme en el sofá sin luces, tan solo con el EP en repeat. Hay algo único en esas seis canciones que provocan que el ritmo cardiaco se acelere y parezca que el aire falta a mi alrededor. Es como despertar en medio de un sueño musical entre sombras y neblina sin saber en dónde estoy.
Como precaución he de decir que no es un trabajo que mueva tan fácil a quien lo escucha en una primera visita, pero si te quedas lo suficiente te engancha por completo. “Delta” es el corte encargado de abrir el viaje, es una canción que más bien parece el intro de un álbum largo (y es que hay que tener en cuenta que este EP es solo una de las dos partes que conforman Hipersomnia, Pt. 1). Una pieza atmosférica que bajo capas de sintetizadores y efectos sonoros esconden un llamado en el que Manuel Castellón nos grita “¡Despierta!”. Una hipnotizante entrada a un pasaje onírico en el que nos vemos inmersos antes de que si quiera podamos reaccionar y del cuál no querremos irnos. Para cuando tomamos consciencia del lugar en el que estamos “Alma Trémula” llega de golpe y, de un salto, nos hace correr en busca de la persona que nos traicionó, aquella que rompió nuestro corazón y que nos da la espalda solo después de vernos en el suelo. El disco gira en torno a la historia de Macario, el héroe de nuestro cuento oscuro que tiene un referente directo en la película de Roberto Gavaldón, pero no solo eso… es como un Dante bajando a las profundidades del infierno y sus círculos, caminando por un purgatorio, siempre de la mano de Virgilio.
El shock que “Alma Trémula” genera en el oído con la guitarra de Juan y el bajo al unísono galopando sobre una batería que no tiene pudor es una muestra magistral del largo recorrido de Sierra León a través de su trayectoria y una canción que, al menos a mí, me devuelve esa ira y pasión que no sentía desde hace tiempo con una banda nacional. Termina para dar paso al tercer track del material: “Lucía”, con el cuál apela al lado más oscuro de la banda y detalla los sentimientos de contradicción, esperanza y desolación, que se generan después de una ruptura cruda y dolorosa. Los sintetizadores de Seiji junto con el bajo de Mario se combinan al final del track en una simbiosis que mantienen la esencia difusa.
La segunda mitad del EP inicia con “Sombras”, uno de los sencillos del material y quizá la canción mejor lograda de esta primera entrega. De manera curiosa es la luz entre la oscuridad. Un corte en el que la atmósfera musical es densa y se percibe pesada, pero que sin embargo logra equilibrar lo crudo de los tracks anteriores y lo artificial del resto. “Lacerado” es una montaña rusa de emociones, una que inicia subiendo y subiendo, cada riff y cada nota yendo hacia arriba, para después caer en picada para terminar flotando entre una guitarra acústica y sintetizadores y al final regresar al ascenso.
“Hipersomnia” cierra el círculo perfecto: una composición instrumental que está cargada de secuenciadores, loops y cajas de ritmos. La voz de Manuel se escucha por encima de todo, pero en el fondo nos mantiene atados un beat que se mezcla con la batería de Kenji. Y después sentimos que una mano nos jala desde arriba, y el resto de la canción es un viaje ascendente gracias al cual salimos a la superficie para respirar de nuevo, para despertar de esta pesadilla que no es pesadilla, de este sueño que se siente más real que la misma realidad y sentimos como “…gira el corazón, pierdo la razón”.
Sin duda es su mejor trabajo hasta la fecha, es el proyecto más denso y en el que me parece que lograr una cohesión que siempre es difícil de conseguir. Espero la segunda parte con un ansia enorme y agradezco de corazón el que un disco como este sea posible.
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