10
MSMSMSM / 2018
19/Jun/2018
Cuando el año pasado Sophie estrenó su video para “It’s Okay to Cry”, algo cambió para siempre. La productora escocesa había ganado renombre asociándose con PC Music y produciendo para Madonna, pero había mantenido en torno a su persona un sarcástico enigma que parecía ser una burla a la mismísima figura del productor musical, realizando actos desafiantes como el de hacerse pasar por guardia de seguridad mientras una drag queen interpretaba su set en vivo. En cambio en el video aparecía desnuda en toda la extensión del cuadro y, además, usaba su propia voz en el inolvidable track de hyperpop, pasando de la ironía a una radical vulnerabilidad.
Con su álbum debut, este salto mortal cobra tremendo sentido. Quizás, los filtros y demás artefactos electrónicos parezcan contradecir esta voluntad reveladora, pero para Sophie una cosa es clara: en “Faceshopping” afirma que solo su rostro photoshopeado es real. Pongamos de lado lo evidente: Oil of Every Pearl's Un-Insides es probablemente una alegoría de la transición (de género, tal vez) y lo radical reside en la intención misma del disco: si la utopía de una música de club que pudiera generar una comunión se mostró imposible, quizás debamos recurrir a una música que apele a la individualidad como escultura. La realidad es que nunca seremos felices juntos si no estamos en paz con nuestro propio ser. Sophie nos exhorta ya no a abrazar nuestra naturaleza impuesta, sino a que nos volvamos aquello que sabemos que podemos llegar a ser aunque eso conlleve una construcción plástica.
Lo heroico está en su capacidad de entregar semejante statement en un disco con una voluntad narrativa tan certera como velada. Poco parecen tener que ver el histriónico track inicial con “Faceshopping” y “Ponyboy”, agresivos temas de deep bass, más lejos de la música de bailar que del diseño sonoro. Pero el trabajo de Sophie siempre ha sido abrasivo, un desafío a la naturaleza misma de la música pop. Tras lo teatral y lo industrial Sophie se pone dramática en “Is It Cold in the Water?”, donde su voz una vez más se estira sobre la melodía y suena como si nos estuviera gritando desde el otro lado de un estanque helado. Sus charolazos y vidrios rotos, tan reconocibles, están en este y en el siguiente track, “Infatuation”, que suena como si en el lago helado del tema anterior se hubiera encontrado una cinta con una canción inédita de Prince. “Not Okay” es una intermedio donde Sophie se entrega con indulgencia a sus sonidos brutalistas. “Pretending" es un ejercicio de ambient distinto a cualquier otra cosa que Sophie haya hecho. “Immaterial” es, evidentemente, una respuesta a la mismísima Madonna, un tema de pop chicloso que defiende la artificialidad ya como una especie de dogma universal. Si en este tema la tesis de Sophie alcanza su punto más literal, en el track final encuentra su conclusión. “Whole New World/Pretend World” es el colofón del álbum pero también de toda una carrera, una síntesis de 9 minutos de todos los recursos estéticos y filosóficos de Sophie, un himno de guerra y una declaración de intenciones. Hay que saber que un nuevo mundo está naciendo y solo le pertenece a aquellas personas que entienden que no hay ser más auténtico que el que se ha diseñado a sí mismo.
Todo esto se dice fácil, pero no tiene nada menos de milagroso. Habíamos estado persiguiendo el futuro de forma desesperada sin ver que el futuro quedó atrás hace mucho tiempo. Lo saben todos esos productores que están regresando a modos de ingeniería sónica de hace 50 años, pero también lo sabe la productora escocesa y lo convierte en un motivo de reflexión pero también de celebración. El histrionismo, la vulnerabilidad, la violencia, la libertad son solo giros de un presente sin forma, pero maleable; lejos de luchar contra esa posibilidad, Sophie la toma y la entrega al mundo como un regalo. Hay que reconocer que semejantes actos de generosidad son raros hoy en día.
9
Warp Records / 2018
19/Jun/2018
“El surrealismo siempre ha sido más interesante en tiempos de agitación política. Hans Bellmer creó sus muñecas fetiche como un medio de aferrarse a sus deseos frente a la opresión nazi. Los humanos contorsionados y mutados de Francis Bacon fueron en respuesta a la abrumadora muerte que enfrentó durante la Segunda Guerra Mundial. Ahora, en el tiempo del Trumpismo, de Steve Bannon y la derecha extrema, lo más cerca que Estados Unidos ha estado de la destrucción, es Jim Shaw quien está cuestionando esto directamente”, escribe Adam Lehrer sobre la última exposición de este artista estadounidense en la galería Metro Pictures ubicada en Nueva York.
Dentro de esta exhibición Jim Shaw presentó el cuadro The Great Whatsit en el cual tres chicas con apariencia de pertenecer a los suburbios estadounidenses miran asombradas un resplandor blanquecino en una clara referencia al film Encuentros cercanos del tercer tipo del cineasta Steven Spielberg, pero este brillo no proviene de una nave espacial, sino de una laptop de Apple. Lo que nos deslumbraba hace 30 años ha cambiado, antes era lo desconocido, ahora es la tecnología y la implicación social que conlleva, el capital económico y el presentismo desmesurado. Oneohtrix Point Never utiliza este cuadro como portada de su más reciente álbum Age Of, a manera de simbolismo de lo que el músico quiere expresar: la alienación total de una sociedad sobreinformada, la preocupación por el capitalismo hipersalvaje, la inteligencia artificial como otro ser que el humano abandona a su suerte.
El artista neoyorquino que crea música religiosa de una sociedad alienígena se desborda en un álbum que incluye clavicordios, música barroca y un sabotaje electrónico de cualquier belleza hasta crear un caos sonoro de alcances desastrozos, igual de bello, pero desastrozo al fin y al cabo, el concepto tradicional de melodía desaparece por completo. El homónimo track con el que empieza "Age Of" es un delicado tema que poco a poco comienza a corromperse con distorsiones y gruñidos salvajes, una introducción al álbum que marca el tono del resto de canciones. En "Babylon" le canta a Nueva York, a la ciudad que se ha convertido en un eco-desastre moderno, la ciudad que ama y odia por su perversidad, “es fácil ser engañado, para bien o para mal, tan difícil de abandonarla” canta Oneohtrix Point Never en una pista que podría ser una anti-balada por el carácter siniestro. La línea de bajo de "The Station" es ¿arropada? con la voz trastocada de Daniel Lopatin (nombre real de OPN) en una narración que podría ser referencia de la película The Thing de John Carpenter, un alienígena invade el entorno del protagonista: “quiero ver lo que hay dentro del alien, quiero sentir tus órganos al revés, nadie necesita esta información, pero te la daré de cualquier manera (…) toda la estación arderá”. Y en esta caótica pista aparece un punteo de cuerdas rítmico que rompen con la estructura previa y convierten la canción en dos fragmentos, el segundo, el del punteo es azotado por algunos tonos electrónicos.
El concepto del álbum está dividido en cuatro etapas, Age of Ecco (la humanidad sin lenguaje y sin capacidad de expresión), Age of Harvest (con la expresión resuelta, comienza la extracción de nutrientes de la tierra, la sobrevivencia), Age of Excess (la tierra comienza a secarse como consecuencia de la explotación), Age of Bondage (la humanidad ha acabado con todo y no hay adónde ir). Age Of es una severa crítica a la trayectoria de la humanidad que Lopatin explora en su parte más oscura a través de la electrónica industrial desafiante de temas como “Warning”; el avasallante y catastrófico sonido de “We’ll Take It” que se hace más potente con las capaz de sonido omnipresentes. En otros temas explora la potencia digital de la inteligencia artificial abandonada por su creador y rogando por su muerte, “deshaznos, deshazte de nosotros a continuación”, hasta que viene el vacío en un desolador tema como “Last Known Image of a Song”. Aquí el ser humano es visto como un desalmado capaz de abandonar incluso a las máquinas que él ha creado a diferencia de otras visiones distópicas que traicionan a la humanidad al independizarse y tener libre albedrío.
Producido por el propio Lopatin, el álbum cuenta con el apoyo y la mezcla de James Blake, así como con las voces de Prurient y Anohni, un ensamble de ensueño para un concepto al cual podría aplicarse la misma idea del inicio de esta reseña. En estos tiempos de destrucción, un artista refleja el sentir caótico e incierto que se siente en el ritmo fluctuante que es vivir en esta época. Un período en el cual la política se hace a través de Twitter, el contacto humano es por medio de celulares, el éxito en una economía capitalista se consigue por medio de lo material. Qué tiempos… qué tiempos.
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