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Loma Vista Recordings / 2018
El público que gusta del metal es ciertamente diverso y exigente. Seamos sinceros, a una audiencia tan amplia podemos atribuir la escasez de nuevos grandes íconos, no por que el talento falte, sino porque en la actualidad es difícil agradar a todos o la mayoría de los sectores que conforman este público.
Lo cierto es, que el paso del tiempo ha sido el parteaguas de un fenómeno curioso y complejo: En un terreno en el que son altamente respetadas y reconocidas las grandes trayectorias, ahora surgen de manera más destacada, proyectos que es imposible no voltear a ver desde sus recientes inicios.
Ejemplo de ello es la banda sueca Ghost, quien desde su primer álbum de estudio titulado Opus Eponymous, estrenado en 2010, ha conjurado oídos por poseer un sonido que pareciera haber resurgido de los años 80. Una acústica que nos recuerda a bandas como Black Sabbath, King Diamond o Mercyful Fate, líricas abiertamente satánicas y la misteriosa teatralidad que dejaba en anónimo a los artistas detrás del proyecto.
Recién salido del horno del infierno, Ghost presenta su más reciente material de estudio llamado Prequelle: Un álbum audaz y valiente que representa la consolidación del sonido de la banda fuera del cliché.
Y en efecto es valiente ya que se aleja de lo que la banda nos tenía acostumbrados a escuchar y provoca una serie de sentimientos encontrados, complicados para asimilar a la primera escucha.
La obertura del disco corre a cargo de "Ashes", una digna introducción. Una melodía siniestra y guitarras que retumban al ritmo del desenlace de la siguiente canción, el primer sencillo presentado del álbum, "Rats". Un buen inició que presenta un sonido limpió y arreglos más pulidos. Desde estas dos primeras canciones sabemos que estamos frente a una producción de alta calidad.
"Faith" continua para ser parte del dinamismo del primer tercio del material, una de las mejores canciones del disco que presenta una ejecución impecable de guitarras espesas, riffs hipnotizantes y una batería retumbante.
Es así como llega el primer momento difícil de digerir del disco con "See the Light" y "Miasma" , la primera es como una canción buena y armoniosa, pero que nunca llega a su clímax y la segunda nos regala un primer momento instrumental: Es como un tema que anuncia algo que está por venir, no se sabe que, pero es un buen momento para ir por un juguito de uva.
Después del amable intermedio llega "Dance Macabre" con una melodía pegajosa. Es como esa canción que escuchas por primera vez y tienes la sensación de que será un gran momento en un concierto en vivo.
"Pro Memoria" y "Witch Image" son la representación del nuevo sonido de la banda, no sabemos si llega para quedarse, pero es claramente un tono más gentil y noble a los oídos, con la cualidad propia de las baladas rock sin serlo del todo.
El álbum anuncia su fin con el segundo momento instrumental a cargo de "Helvetesfönster" y termina con "Life Eternal", un dulce y agradable final para ¿disco de Ghost?
Cabe mencionar que en la versión de lujo de Prequelle viene un cover a "It's a Sin" de Pet Shop Boys, el cual sentó de maravilla a la nueva faceta de Ghost. Es una canción en la que, en momentos, la voz de su santidad el Cardenal Copia es diabólicamente similar a la de Neil Tennant.
Claramente podemos dividir este álbum en dos: canciones que remarcan un sonido fresco, la nueva identidad de la banda y por otra parte una especie de intento por abarcar otro tipo de publico. Veremos que tal le funciona a la banda.