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Amanda Palmer and The Grand Theft Orchestra
Theatre Is Evil
2012
Siempre me he preguntado si la economía de la industria musical del llamado primer mundo es tan generosa que permite a los artistas que no son superestrellas llevar una vida decorosa cuando no están en gira o en promoción. ¿De verdad se gana lo suficiente como para sobrevivir durante las vacas flacas? No circula tanta información sobre lo que tienen que hacer los músicos para mantenerse cuando su oficio no aporta el dinero suficiente (España es una excepción; ventila muchos de los casos y se sabe que los artistas deben de laborar en actividades variopintas).
Ahora resulta que alguien como Amanda Palmer, con una larga carrera en el proyecto de cabaret punk llamado Dresden Dolls y luego en solitario, se metió en un auténtico lío después de vivir un rotundo caso de éxito en torno al llamado crowfounding. Ante la necesidad de recabar fondos para lo que sería Theatre Is Evil, su nuevo disco solista, sus fans le juntaron casi un millón 200 mil dólares a través de kickstarter.
Amanda dio cuentas de la manera en que repartió el dinero, los impuestos y demás gastos fijos. Al final se quedaría con sólo 100 mil libres. Pero más tarde solicitó a músicos actuar gratis para la presentación del álbum en Nueva York. Muchos se ofendieron y preguntaron: ¿Es que acaso no puede pagar honorarios a sus colegas (únicamente reclutaba a la sección de cuerdas)?.
El “sospechosismo” movió a ciertas investigaciones que más tarde plantearon la posibilidad de que hubiera aplicado en realidad unos 250 mil a pagar la hipoteca de su casa. La cantante dio marcha atrás y le pagó a todos los acompañantes. Reiteró que no había nada turbio, pero el daño ya estaba hecho. La polémica cayó sobre su trayectoria.
En lo personal, considero muy lógico que sí tenía una hipoteca urgente usará parte de ese dinero. ¿Qué artista puede trabajar a gusto ante la amenaza de perder su casa o ser desalojado? La cuestión es que lo hubiera hecho público y con eso bastaba. Ahora el problema es que los dimes y diretes restan atención a una entrega notable por sí misma.
Palmer fue más allá del rollo fársico, oscuro y de folk siniestro de lo que hacía en Dresden Dolls y concibió un disco de rock de miras mucho más amplias. Theatre Is Evil me remonta a pasajes de Siouxsie and the Banshees y también a Anna Calvi. Es mucho más potente, las guitarras están más presentes y el manejo de voz es espléndido.
¿Un asunto mediático –válido o no- debe hacer mella en la apreciación de la obra? Quizá la autora se equivocó en ciertas decisiones, pero ello no está grabado en alguna de las 15 canciones que integran el trabajo. En mi caso, me enteré de los pleitos hasta mucho después de disfrutar en varias ocasiones del disco. Y les digo la verdad, el zipizape de redes sociales y diarios no me importó. Ni siquiera que un productor tan relevante como Steve Albini estuviera en contra de Amanda.
Un tema como “Smile (Pictures or It Didn't Happen)" me llevó a apreciar cierta influencia de Radiohead y My Bloody Valentine; “The Killing Type” se me hizo una experiencia plena de rock and roll al estilo PJ Harvey. ¿Se necesita más al momento de dejar correr un disco?
Como también la acusaron de apoyar a Neil Gaiman –su marido-, por sus nexos con la Cienciología, pues optó por tocar en la presentación del libro A Queer and Pleasent Danger de Kate Bornstein, en el que da cuenta de su amarga experiencia en la institución que tanto ama Tom Cruise. Así evidenció de cual lado está.
Amanda es una mujer sobrada de agallas. He allí esa paródica “Do It With a Rockstar”. Capacidad irónica no le falta y capacidad instrumental tampoco. Puede dejar explayarse a las guitarras, o volver a sus piezas de piano, como “Trout Heart Replica”. Además, aquellos que en el estudio integraron la Grand Theft Orchestra lucen a plenitud.
Su capacidad dramática, su sensibilidad compositiva y una voz que resuena como un cañón, la sitúan en un selecto círculo de artistas. Superior a Regina Spektor o a Florence, se encuentra en una etapa de plenitud creativa –como en la que anda Tori Amos-. Su talento la saca a flote y no necesita probar nada más… ni siquiera a los fans que la han financiado.